[...] «Pero la apoteosis de la enorme distancia ya establecida entre escritores o intelectuales y sociedad burguesa, la presentó Flaubert en Las tentaciones de San Antonio (Barcelona, Proa, 1995). En este libro, de estructura dramática más que novelesca, San Antonio eremita, patrón de los solitarios desde entonces, recibe la tentación de una serie de figuras mitológicas, alegóricas o sacadas de la historia de las herejías del tiempo paleocristiano, que equivalen, por poco que se piense en el ideario de Flaubert respecto a la marcha de la historia, a partidos políticos, círculos de opinión e ideologías de lo común.
[...] Sólo faltaba añadir una herejía a la larga serie de tentaciones que acosan a San Antonio, y ésta la representan los independentistas catalanes, pero Flaubert ni siquiera la olió -aunque podía haber leído la Oda a la patria, de Aribau— [...] y no sale ni en el libro de Jordi Ventura, Los herejes catalanes (Barcelona, Selecta, 1976). Se trata de una herejía reciente, cuya prédica se resume en estos versos, muy propios de "la nostra terra":
Per l’article vint-i-sis
i en cas de greu compromís
el govern té atribucions
per passar-se pels collons
totes les lleis del país.
Por el artículo veintiséis
y en caso de grave compromiso
el gobierno tiene atribuciones
para pasarse por los cojones
todas las leyes del país.
|
Y sigue Llovet :
Forman parte hacia un millón y medio de personas en todo el mundo, todos irredimibles. Mezclados con esa población animada y abducida que sigue esta herejía, hay unos individuos, como San Antonio eremita y como Flaubert mismo, que se esconderían a gusto, por todo lo que les queda de vida, en una cueva en la Tebaida».
Gran Uribe en la cueva de San Genadio, en la Tebaida berciana |
Pero de esa escapada ya hablaremos...
Cada vez me da usted más envidia, gran Uribe. Ya hablaremos...
ResponderEliminarEsa cueva, Gran Uribe, no la conozco y no sé qué tal estará, pero parece poco confortable (Además usted parece que se haya encogido y que se le haya quedado corta una pernera del pantalón). De todos modos no creo que eche de menos el ambiente de aquí y seguro que descansará de discursos fanáticos y del resto de "bestiezas" que se están cometiendo. Disfrutará de la comida y el paisaje y se olvidará de los malos rollos. MJ
ResponderEliminarCon la ayuda de esas suculentas viandas (y la colaboración de algún que otro cocidito maragato entre pecho y espalda) es fácil crecer a lo ancho, quedarse un poco chaparrete y y perder la "divina proporción" (o "áurea", ya sabe, Φ=1,618...), aunque sea en ese recóndito lugar. En cuanto al pantalón... hablaré con mi sastre.
Eliminar