Zidane y Florentino Pérez (31/5/2018) |
Pero es que... "fútbol es fútbol", amigos. Sepan ustedes, por si no se han enterado todavía, que Zinedine Zidane ha decidido abandonar al Madrit, equipo con el que ha conseguido tres copas de Europa seguidas, lo cual no es nada fácil aunque tengas los mejores jugadores del mundo (véase al Barça, que en ese período solo ha ganado torneos muy españoles, como la copa del denostado rei Felip por triplicado).
Lo hace "en un buen momento y de pie", y seguramente su decisión es acertada, porque las cosas solo podían ir a peor a partir de ahora, con algunos jugadores a punto de la jubilación y la presión de la masa para seguir ganando. Más vale abandonar el barco a tiempo antes de que te echen a gorrazos a las primeras derrotas, que sin duda llegarían. Esperemos que los madridistas tampoco tengan que echarlo en falta algún día...
Nada que ver con lo que vamos a contarles ahora, por supuesto, pero es que hemos citado antes unas palabras de Stefan Zweig (1881-1942), las que escribió cuando decidió suicidarse junto a su esposa en Brasil, en 1942. En efecto, según sus palabras, "es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra". En febrero de 1942 la victoria de Hitler parecía inevitable y Zweig no quiso tener que soportar el triunfo de ese siniestro sujeto, aunque fuera en la distancia de su exilio brasileño. Además, tenía en ese momento la intuición de que no volvería a disfrutar de su bien surtida biblioteca de Salzburgo. Eso, unido al declive físico que se les avecinaba, a él y a su esposa, lo volvió tremendamente depresivo.
Zweig dedicó un gran esfuerzo a "La embriaguez de la metamorfosis", una novela que dejó y retomó varias veces durante 15 años y que acabaría siendo publicada por primera vez cuarenta años después de su muerte. La protagonista Christine Hoflehner, tal como comentábamos hace unos días, tiene veintiocho años y ostenta tras la guerra de 1914 "un cargo miserablemente pagado en un pueblucho remoto", en una sórdida oficina de correos, esa que se describe al comienzo de la novela. A partir de un telegrama recibido en ese lugar empieza su aventura: es invitada por una hermana de su madre, que está nadando en la abundancia por su matrimonio, a pasar unos días en un exclusivo balneario suizo, hacia 1926. La metamorfosis de Christine se produce cuando accede al mundo de lujo y oropeles, toma perspectiva para verse a sí misma, descubre que hay otras opciones en la vida y la injusticia se está cometiendo con los desfavorecidos.
Pero ¡amigos!, en ese balneario empiezan a correr rumores de que el origen de Christine es muy modesto y que, por tanto, el de su tía también lo es, circunstancia que ésta oculta minuciosamente, rodeada como está de ricachones y millonarios ociosos. El terror a que la gente se entere mueve a su tía a abandonar precipitadamente el lugar de veraneo y a "facturar" con toda frialdad a la pobre Christine de vuelta a su casa. Este es el momento clave que reproducimos aquí, magistralmente narrado por Zweig.
Stefan Zweig, La embriaguez de la metamorfosis, Acantilado (2002), págs. 174-175 |
Christine, que en pocos días se ha acostumbrado a vestir las mejores ropas (que le ha dejado su tía) y a ser galanteada por todo tipo de 'pijorros', se lo toma muy mal. A partir de ese instante, con su regreso al pueblo llena de resentimiento, empieza otra novela, bastante triste por cierto, que acabará con un final inesperado que parece abrir la puerta a otra historia que podría haber pertenecido al género "novela negra", pero que Zweig prefirió no desarrollar, quizá con buen criterio. Es por eso que se ha calificado a "La embriaguez de la metamorfosis" como obra inacabada.
En cualquier caso, una buena novela, con el pulso narrativo y la prosa inigualable del autor, que G.U. (siempre reacio a recomendar novelas y películas) les anima a ustedes a leer. No todo el mundo escribe como Zweig, desde luego.