Esta imagen está circulando mucho por WhatsApp, aprovechando el error del
diputado del PP a la hora de apretar el botoncito (que, además de aplaudir o abuchear, es lo único que hacen nuestros representantes a lo largo de toda la legislatura) con el que se aprobaba o no la Reforma de la
Reforma laboral (no su "derogación íntegra", que de eso ya nadie habla).
Se está comentando mucho lo de los bancos y las dificultades que tienen los
ancianos para que se los atienda debidamente, desviándolos al cajero
automático en plena calle (dentro, hay pocos), donde sacarán su dinero a la
vista de todos, expuestos a que el primer espabilado les birle la cartera
después de propinarles un par de guantazos. O, si son capaces de clicar en
la pestaña adecuada, tendrán que escanear o teclear el larguísimo número de un código de
barras para realizar algún pago rutinario. Y "si usted no puede hacerlo,
búsquese a un familiar que le ayude", le dirán. El otro día, el presidente de CaixaBank se jactaba de los enormes beneficios obtenidos por la entidad en 2021 (después
de quitarse de encima a media plantilla y un montón de sucursales).
Quina barra!, dirían por estos lares.
Pero no solo son los bancos, ojo al dato. Demonicemos a todos por igual. Las
administraciones públicas (estatales, autonómicas y municipales) son también
responsables, con sus incomprensibles webs, llenas de pestañas, firmas
electrónicas, claves, códigos PIN, mensajes SMS de comprobación, todo para que
al final falle algo y te pongan unas letritas en rojo o te insten a que lo
intentes otro día porque "en este momento no es posible". Una auténtica
vergüenza.
Y es que a las administraciones públicas ya les viene bien que nos fijemos solo en los
bancos: "hablaremos con ellos", pregonan autoalabanciosos de preocuparse mucho
por los ancianos, haciéndole la pelotilla al jubilado que ha promovido la campaña que exige "un trato humano" a los bancos. O ya les vale que, además de lo de la banca, nos quejemos de la complicada "venta
online" de las tiendas, que es siempre enrevesada salvo contadas excepciones. Ojo,
todo eso son entidades privadas, aunque los bancos fueron rescatados por "el Pepet i la Maria", no lo olvidemos.
Pero antes... que se miren la viga en el ojo propio. Es miserable la manera
que han fijado como única para dirigirnos a ellos. Las páginas web están mal hechas y utilizan un lenguaje incomprensible incluso para expertos, que a veces
se tropiezan también con dificultades con ellas. Ya suele ser difícil
entrar; que si "Certificado electrónico", que si "acceso PIN 24 horas", que si
"cl@ve permanente", etc. Pero una vez dentro todo es oscuro, con las infinitas
pestañas en que clicar, llenas de abstrusas opciones en jerga ignota para el no iniciado en informática o en temas de la administración.
Intentas meterte en un sito Web, te piden que te registres, ya que no estás dado de alta. Lo haces y te envían al móvil un SMS con un extraño código (DX5JM007 o algo así) para que lo insertes en la casilla correspondiente, pero cuando lo haces, sale "error" en letras rojas porque "ha caducado su tiempo". Lo repites más deprisa, con otro código por SMS. A ver ahora...
Si por fin consigues entrar y equivocas algún dato, o si el número del código de barras no es el correcto, o la fecha está mal configurada, o te dejas algún espacio en blanco, o no pones la letra del DNI (o la pones cuando no hay que ponerla)... se encienden letritas rojas y se bloquea el trámite, pero a veces ni siquiera te alertan de lo que está mal y por qué. Decides volver atrás para ver qué pasa, pero eso anula todos los datos que has puesto antes y hay que volver a escribirlos todos, sin cometer error alguno esta vez, claro. Cuando al fin consigues solucionar ese asunto, ¡coño! resulta que la web está colapsada, "inténtelo en otro momento", se te indica.
Y así siempre. Todo eso se agrava si lo tienes que hacer con el móvil porque no tienes a mano el ordenador, o si está hecho un cascajo, o no tienes internet, o la wifi no es suficientemente potente, o el teléfono está obsoleto, o no tiene cobertura desde donde haces la gestión...
¡Ah!, si por casualidad figura un número de teléfono (no suele haberlo), no se te ocurra
hacer el gilipollas intentando llamar, porque, o no lo cogerá nadie, o te pondrán media hora de musiquita, después de tener que teclear tropecientas
opciones que nunca son exactamente la que necesitas. Esto afecta también a las
peticiones de hora para médicos o pruebas diversas, que con la pandemia se han elevado
a la enésima potencia, ya que casi nada se puede hacer in situ.
En fin, que les tiren las orejas a los bancos está bien, pero que se miren también el ojo propio por si hay alguna viga...
Para qué
seguir. G.U. todavía no está al 100% y se cansa de estas estupideces. Otro día hablaremos de las perversas y tramposas llamaditas telefónicas a casa para que te
cambies de compañía de la luz, del gas, de internet, de lo que sea...