Pedro Sánchez durante su gira en coche |
Llama la atención que la potente política de propaganda emprendida ahora, con las gafas y las manos de Sánchez, la bajada del helicóptero, el footing de Sánchez por los jardines de la Moncloa y el perro de Sánchez en la escalinata, emulando todo ello a imágenes ya vistas de presidentes americanos, partan de pío-píos enviados desde la página oficial de twitter de La Moncloa. Gran Uribe piensa que eso no debería ser así; si se hace, debería ser cosa de su partido.
Gregorio Morán es un escéptico nato, como saben ustedes, y el hombre se muestra cauto ante esta nueva situación, como no podía ser menos. Veamos qué nos dice en su Sabatina intempestiva de hoy, titulada ¿Hasta cuándo el embeleso con Sánchez?:
«Deberíamos ser más cautos con el poder. Aunque sólo fuera por las experiencias acumuladas. La aparición de Sánchez —porque de aparición se trata al no haber pasado aún por las urnas— nos tiene sumidos en una especie de embeleso generalizado. La cosa alcanza cotas que deberían llenarnos de alarma como la de promocionar sus gafas de sol en un local tan poco luminoso como el avión, o sus manos que no son precisamente las de Miguel Ángel y que se limitan a firmar papeles oficiales y no al arte.
Después de una década agobiante de sufrir la sosería de Mariano Rajoy, lo de Sánchez puede parecer un oasis en el páramo. No me imagino los desvelos que el departamento de promoción de la Moncloa hubiera sufrido con un Rajoy de gafas negras a lo Kennedy o unas manos con dedos amorcillados como los de aquel presidente, más hechos al “arrastro” del naipe o al golpe seco del seis doble sobre la mesa de mármol.
Tenemos el entusiasmo de los hinchas futboleros y la candidez de los ambiciosos sin destino. De otra manera resultaría difícil entender ese embeleso, algo que va más allá de la benevolencia, hacia el presidente Sánchez de quien ni siquiera nos atrevemos a recordar que su primera promesa fue una mentira: “No agotaré la legislatura y convocaré elecciones antes de la fecha obligada”. Pues va a ser que no, que no tiene previsto ahora convocar elecciones y que pretende agotar la legislatura. [...]
También el embeleso hacia ese chico que habla inglés fluido y le caen bien las chaquetas está afectando a los medios de comunicación tras años de rajoysmo y pujolismo, regidos ambos por el mantra inabordable del "eso no toca".
No se puede vivir siempre en una nube a menos que no hayamos aprendido nada de aquel producto de bisutería —imitación de grandes marcas— que se conoció en la dura tierra como Zapatero y el zapaterismo.[...] ¿Acabará la legislatura? Ni él lo sabe, salvo que va a intentarlo y convertir su primera mentira en un relato. Porque no será él quien lo escriba, y frente a la imagen edulcorada que estamos ofreciendo de que todo depende de él, en el fondo y en la forma casi nada depende de él y de su exigua minoría parlamentaria.
Ya que no somos muy críticos con el poder, al menos seamos cautos. Cuando vengan mal dadas, y la política tiende a eso, tendremos al menos el valor de no habernos sumado a las loas y ditirambos. Apenas hemos empezado. ¡Tertulianos, arrepentíos, antes de que sea demasiado tarde!»