martes, 8 de marzo de 2022

Se nos pasó el arroz para visitar Ucrania

Echémosle un ojo, porque parece ser que ya lo hemos visto bastante...

Kiev, Santa Sofía
Kiev, Monasterio de las Cuevas

sábado, 5 de marzo de 2022

Revisando libros de Alvar Aalto, nuestro tocayo

Observamos a G.U. un poco tristón y algo preocupado. Temas de salud diversos y de Ucrania, por supuesto. Hoy se le ha ocurrido verbalizar que ya sabe que nunca podrá ir a Finlandia a ver las obras del tocayo de su "alter ego", Alvar Aalto. Y todo porque los años no perdonan y sus neumáticos ya no son los de un Fórmula I. Solo faltaría que su vecinito ruso le hiciera una putinada  (una "operación militar especial") a ese país y la tomara con ellos por querer entrar en la OTAN, que no es una ONG, pero de ahí incluirla entre los culpables de lo que está ocurriendo en Ucrania, como hacen muchos...

Sabemos que puede haber cosas mucho peores, por descontado. Las hay y las habrá. Pero imaginemos por un momento las maravillosas obras de ese genial arquitecto destruidas, ocupadas como cuarteles o cosas así. ¡Qué desastre y qué aberración! Pues bien, como el momento de visitar esos lugares ya pasó, esta tarde de sábado se ha dedicado a hojear algunos de los libros que tiene dedicados a ese autor y a mirar fotografías por Internet.

viernes, 4 de marzo de 2022

Baroja, "El árbol de la ciencia" y la medalla

Pío Baroja paseando por el parque del Retiro (1950) / NICOLAS MULLER

Leemos en la prensa que, en el 150 aniversario del nacimiento de don Pío Baroja (1872-1956), se le ha denegado la concesión de la Medalla de Oro de San Sebastián a uno de los escritores favoritos de G.U. No es que le preocupe mucho esto de los homenajes después de muerto ni que, al albur de intereses políticos, se dé el nombre de calles, estaciones de tren y aeropuertos a gente que falleció, pero no entiende las razones aportadas para no otorgarle esa medalla.

Pío Baroja, El árbol de la ciencia, Alianza Editorial, 1967
Alegan que lo importante es leerlo. Pues si con estas nos andamos... ningún escritor recibiría ese tipo de homenajes. Y añaden que no le dan la medalla de oro porque fue muy crítico con "el espíritu" de sus ciudadanos. No sabemos qué c*** encierran esas comillas, aunque la cosa no pinta bien.

No, no lo sabemos, pero el caso es que en una sociedad pacata y tiquis miquis como la que tenemos, tan proclive a la más dulzona sensiblería, que hila tan fino, tan reacia a recibir críticas y a asimilar cosas poco agradables, fragmentos de El árbol de la ciencia como el que adjuntamos pueden herir la delicada sensibilidad de nuestra juventud y, por tanto, conviene ocultarlos, no sea que nuestros pobres y desvalidos jóvenes se nos depriman un poco y les dé angustia vital.

Baroja dijo en su día que era la mejor novela que escribió; una obra desencantada. De hecho, es muy autobiográfica porque la escribe según sus propias vivencias, identificables con las del personaje protagonista, Andrés Hurtado, un hombre desorientado, que se ve abocado a continuos desengaños, empezando por los que obtuvo al estudiar Medicina. 

En fin, repetimos. Uno de los favoritos de G.U. (tiene otros). Pero al no concederle a Baroja la medalla cuando se la dan a otros mindundis o pelotillas del régimen o gentes que comulgan con la ideología dominante, ya nos habéis cabreado, so imbéciles. Aunque no hubiera escrito nunca nada más, El árbol de la ciencia por si sola ya la merece. Y la edición de Alianza Editorial, de la época de las portadas de Daniel Gil, ni les cuento, ¡qué maravilla!