martes, 8 de marzo de 2022
Se nos pasó el arroz para visitar Ucrania
domingo, 6 de marzo de 2022
sábado, 5 de marzo de 2022
Revisando libros de Alvar Aalto, nuestro tocayo
Sabemos que puede haber cosas mucho peores, por descontado. Las hay y las habrá. Pero imaginemos por un momento las maravillosas obras de ese genial arquitecto destruidas, ocupadas como cuarteles o cosas así. ¡Qué desastre y qué aberración! Pues bien, como el momento de visitar esos lugares ya pasó, esta tarde de sábado se ha dedicado a hojear algunos de los libros que tiene dedicados a ese autor y a mirar fotografías por Internet.
viernes, 4 de marzo de 2022
Baroja, "El árbol de la ciencia" y la medalla
Pío Baroja paseando por el parque del Retiro (1950) / NICOLAS MULLER |
Leemos en la prensa que, en el 150 aniversario del nacimiento de don Pío Baroja (1872-1956), se le ha denegado la concesión de la Medalla de Oro de San Sebastián a uno de los escritores favoritos de G.U. No es que le preocupe mucho esto de los homenajes después de muerto ni que, al albur de intereses políticos, se dé el nombre de calles, estaciones de tren y aeropuertos a gente que falleció, pero no entiende las razones aportadas para no otorgarle esa medalla.
Pío Baroja, El árbol de la ciencia, Alianza Editorial, 1967 |
No, no lo sabemos, pero el caso es que en una sociedad pacata y tiquis miquis como la que tenemos, tan proclive a la más dulzona sensiblería, que hila tan fino, tan reacia a recibir críticas y a asimilar cosas poco agradables, fragmentos de El árbol de la ciencia como el que adjuntamos pueden herir la delicada sensibilidad de nuestra juventud y, por tanto, conviene ocultarlos, no sea que nuestros pobres y desvalidos jóvenes se nos depriman un poco y les dé angustia vital.
Baroja dijo en su día que era la mejor novela que escribió; una obra desencantada. De hecho, es muy autobiográfica porque la escribe según sus propias vivencias, identificables con las del personaje protagonista, Andrés Hurtado, un hombre desorientado, que se ve abocado a continuos desengaños, empezando por los que obtuvo al estudiar Medicina.
En fin, repetimos. Uno de los favoritos de G.U. (tiene otros). Pero al no concederle a Baroja la medalla cuando se la dan a otros mindundis o pelotillas del régimen o gentes que comulgan con la ideología dominante, ya nos habéis cabreado, so imbéciles. Aunque no hubiera escrito nunca nada más, El árbol de la ciencia por si sola ya la merece. Y la edición de Alianza Editorial, de la época de las portadas de Daniel Gil, ni les cuento, ¡qué maravilla!