A Xavier Vidal Folch no le agrada el color de la caquita y además le ha visto el plumero al trilero del carrer Tuset, como tantos otros, aunque no digan —digamos— nada. A este respecto, refiriéndose a los que callan —callamos, Gran Uribe es un seudónimo— decía Xavier Sardà el otro día en su artículo de ayer titulado
Ya no soy del Barça (al hilo de esa triste foto de los cuatro presidenciables del Barça luciendo camisetas con proclamas secesionistas):
«Aquí hay muy poca gente que tenga el valor de decir lo que realmente piensa. Hablo de los pusilánimes que no se atreven a decir que no lo son. Hablo del canguelo con el que mucha gente dice en voz baja que Mas se ha subido a la parra y que esto será un desastre. Hablo de los amilanados y sus miedos.
Me refiero a los que casi tapándose la boca aseguran que esto de la independencia es inviable y esperan que no prospere. Hablo del acobardamiento de los que sintiéndose amenazados por el discurso orgánico deciden callar. Hablo del silencio público y del murmullo privado».
Bueno, a lo que íbamos, al artículo de Vidal-Folch aparecido en EL PAÍS de hoy, que lleva por título
Mas—carada:
«El 27-S de Artur Mas es la Gran Mascarada. Todo en el procés se oculta, se disfraza, se enmascara. Todo es sucedáneo, seudónimo, marca blanca. Nada es lo que parece y todo lo que aparenta no es.
Así, el que pretende seguir gobernando tras una elección (falsamente) plebiscitaria, de modo que un Parlament apartidista (sic) le reeelija president, hace como que no y rechaza encabezar su propia lista: se oculta, de número cuatro. Sospechoso.
Y coloca en la falsa cabecera, como seudónimo de sí mismo, a un poscomunista, Raül Romeva (¿qué haces, Raül, en ese baile?, ¿coartada roja para el neoliberalismo travestido?), seguido de dos agitadoras profesionales (Muriel Casals y la sin par Carme Forcadell, que decían que eran la sociedad civil y no, ay, la política). Todos muy progresistas, a ver si se olvidan los salvajes recortes sanitarios del consejero Boi Ruiz, el patrón privatizador.
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Junqueras: de Obélix a Idéfix |
Crucificando de paso a sus pies, quinta plaza, a quien ha robado 20 veces la cartera, otrora la promesa Obélix-Junqueras, ahora trocado en Oriol-Idéfix.[...]
El gobernante que nunca gobernó (salvo en una política privatizadora —ATLL— que desembocó en fiasco ante los jueces); que perdió sin un responso 10 cajas de ahorros; que solo fue visitado, en la Generalitat, y de noche, por un líder internacional, Roberto Maroni, el de la Lega xenófoba y lepenista (y se afanó en esconderlo: prohibió que les retrataran juntos); el que habla de “legalidad catalana” y se apresta a destruir el Estatuto, es máscara de sí mismo. Detrás de ella, la nada».
Como era de suponer, esta nueva entrega de Vidal-Folch no ha gustado nada en el círculo de los
llepaculs del Règim. Véase el tuit de Jordi Graupera, periodista que escribe en La Vanguardia y que, como buen comealgarrobas del
prusés, tiene su chollete: es el flamante director del
Catalan Institute of America, un trabajillo de 30 horas mensuales para el que se exige como requisito nº1 respaldar el "proceso democrático de Cataluña" (ver las
bases de la convocatoria) y por el que se cobra una pasta gansa que pagan
el Pepet i la Maria. ¿Tienen que jurar ante la Biblia ese respaldo a los Principios Fundamentales del
Règim o basta con hacer la pelotilla piando en twitter?
Tal sujeto es el director de ese instituto de "reconocido prestigio" y seguramente proviene de acomodada familia de orden, aunque a juzgar por sus expresiones vertidas en ese medio parezca más bien descender de
"los amores ilícitos de una antepasada suya con un cochero", tal como diría con bastante humor "El Patrón", inolvidable tío de Gran Uribe.
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Airada reacción de Graupera en twitter al artículo de Vidal-Folch
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