domingo, 26 de julio de 2015

Javier Marías y el "dejà vu"

Gran Uribe le lleva doscientos ochenta y siete días de edad a Javier Marías. Puede considerarse, pues, que ambos pertenecen a la misma generación. No es por tanto muy raro que comparta todo lo que explica Marías en su último artículo de la temporada, titulado ¿Todo se repite tan pronto? Es bastante largo aunque merecería serlo mucho más, porque el número de ejemplos de cosas que a uno se le antojan "más viejas que andar a pie" pretendiendo ser novedosas puede llegar a ser amplísimo. Seleccionamos solo algunos párrafos por la brevedad que exige Internet.

Javier Marías«Siempre se ha procurado decir que cumplir años traía algunas ventajas, y como éstas eran poco tangibles (sabiduría, serenidad y cosas así), parecía ser, más que nada, un vano intento de consolar al envejeciente. Yo, de momento, no veo grandes inconvenientes en la edad que he alcanzado, pero últimamente sí hay algo que me empieza a ­preocupar, o a fastidiar, o a decepcionar. [...] Mi sensación, cada vez más frecuente, de asistir a supuestas novedades que no son sino repeticiones de cosas ya vistas. Ojo, no vistas ni oídas de segunda mano, o estudiadas en los libros de Historia, sino vividas directamente por mí.

Me ocurre a menudo con la literatura, el cine y la música, las tres artes que más me acompañan. Leo novelas o poesía o ensayos que se me presentan como innovadores o vanguardistas o “postcontemporáneos” o “transmodernícolas”, elijan el término que prefieran; y, con alguna excepción, me encuentro con piezas que para mí son antiguallas, cosas ya probadas en los años cincuenta, sesenta o setenta del siglo XX (y luego arrumbadas en su mayoría, por tontainas, plomizas o huecas).[...]

Pero lo más curioso es que esa sensación de déjà vu se experimente también con las personas. Uno ve a la mayoría de los políticos del PP y piensa: “A este individuo, más joven que yo, lo conozco perfectamente, sé cómo es, lo he visto antes, probablemente en el franquismo que hube de soportar hasta los veinticuatro años. ¿Cómo puede ser, si el sujeto en cuestión sería un niño o una niña, o acaso no había nacido, al final de la dictadura?”, se pregunta uno con perplejidad. Ve uno a Pablo Iglesias y a no pocos correligionarios suyos y lo asalta la misma sensación: “Yo he conocido a estos tipos en el pasado lejano; es más, milité junto a ellos, breve tiempo y a desgana –más que nada, por oponerme al franquismo–, en mi primerísima juventud. Dicen las mismas cosas y tienen las mismas actitudes que los prochinos de mi primer curso de Facultad, con algún tic de los trostkos y algún otro de los miembros del PCE más cerriles y stalinistas, ya anticuados entonces. ¿Cómo es eso, si ellos no vivieron aquellos tiempos?”[...]

La desazón va más allá. También con los particulares, gente nueva o joven a la que uno conoce, me es cada vez más frecuente pensar pronto: “Ya sé cómo son este hombre o esta mujer. Los he visto y padecido antes (o disfrutado, no crean); sé sus ambiciones, sus métodos, de qué van, qué es pose en ellos y qué no; si son o no de fiar, si son soberbios o angelicales; si son sinceros o falsos, aduladores y trepas o nobles y que van de frente; incluso si tienen buena o mala índole, si son unos farsantes y cantamañanas o gente que se esfuerza en pensar por sí misma; si son listos, tontos, listos-idiotas o aparentes bobos con arrebatos de brillantez”».[...]



6 comentarios:

  1. Supongo que lo que cuenta Marías nos ocurre a todos en alguna medida. El resultado es que, con los años, uno se vuelva más escéptico: los ves venir de lejos. Marías pone el ejemplo de Pablo Iglesias y compañía. Parece que nos estén descubriendo la pólvora, o al menos eso se creen, y resulta que les conocemos "de toda la vida". No tengo mucho trato con jóvenes (no he tenido hijos), pero con ellos me sucede algo parecido. La ingenuidad la he aparcado hace mucho tiempo. La verdad, no sé si esto es bueno o malo. Supongo que habrá un poco de todo. En todo caso, no puedo evitarlo.
    El Tapir

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    1. En efecto, escéptico es la palabra. Con los años es difícil no volverse un escéptico. Se necesitarían unas dosis de candor que algunos nunca tuvimos y menos ahora.

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    2. ¿Y no sería más aproximada la palabra experiencia?

      vh

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    3. Bueno, es otra manera de decir lo mismo. La experiencia te hace (al menos a mí) ser un poco escéptico ante ciertas ingenuidades. Un saludo,
      El Tapir

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  2. La experiencia, decía Óscar Wilde, no es más que la suma de nuestros errores. Y de los errores algo se aprende a la larga. No sé si mucho, pero si que el "dejà vu" de Javier Marías aparece a menudo.
    En fin, en plan menos fino y más castizo viene a ser el "gato escaldado" del refrán castellano.

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  3. Mi madre solía decirnos cuando nos las dábamos de listos y se la queríamos dar con queso: "Mira, cuando tú vas, yo ya he ido y vuelto." Pues eso.
    nvts

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