viernes, 26 de febrero de 2021

Cortar de raíz antes de que la excepción sea hábito


La hermana de G.U. ("nvts") le ha hecho llegar, vía WhatsApp, un escrito que no tiene desperdicio y que ya empieza a circular a todo trapo por las redes, claro está. Rogamos lean con atención el enlace que suministramos más abajo.

Dolors Clotet Martínez (debería hacer una visita al "catalanitzador de cognoms", si quiere progresar adecuadamente) es profesora en el Penedés —ignoramos de qué —, graduada en "Estudios Literarios" y con un Master en "Pensamiento Contemporáneo" (¡!) y "Tradición clásica". Ex-librera, colaboradora en el digital subvencionado L’Europeu.cat., se dice que es firmante del manifesto Koiné para la imposición de la lengua catalana, aunque G.U. no lo tiene contrastado. La vida de la Clotet Martínez gira en torno a un pensamiento único: "els espanyols ens volen exterminar". Ahora, en esta brillante arenga (tiene alguna otra parecida, busquen y encontrarán), plantea sus credenciales para aspirar al bien remunerado cargo de consellera de Cultura del governet que saldrá de lo del 14-F. Hay mucha demanda para esa poltrona, sí, pero tomen nota ustedes. Por lo demás, G.U. se reserva la opinión: no quiere buscarse más "poblemas".
 
El escrito, muy estructurado, se titula Manual para tener hijos catalanohablantes y se divide en seis apartados, a saber (traducimos del catalán, al igual que las frases que encabezan esta entrada):

1. Dar ejemplo. 
2. Explicar la situación sociolingüística y nacional en casa.
3. Evitar el castellano, priorizar el catalán en todas partes y el inglés como alternativa.
4. Señales de alarma: no debemos dejar que nuestro hijo nos hable castellano, ni a nosotros ni a los hermanos.
5. El entorno y la escuela. 
6. Estrategia familiar. 

jueves, 25 de febrero de 2021

Las 400 familias, los policías y los pobres

Viñeta de El Roto (10/2/2021)
Viñeta de El Roto (9/2/2021)
Viñeta de El Roto (16/2/2021)
G.U. ya no tiene palabras. Está muy aburrido. El "efecto Illa" quedará en nada, como era de prever, y seguiremos igual, pegándonos tiros en el pie. Aunque hayan ganado las elecciones, les puede pasar lo de C´s en 2017, aunque éstos ni siquiera lo intentaron: que queden excluidos de cualquier componenda entre famiglias. ¡Qué pereza todo esto del procés! Otros cuatro años más de raca-raca, mareando la perdiz con el objetivo de que las cuatrocientas familias a las que se refería Félix MilletSomos unas 400 personas que nos encontramos en todas partes. Vamos coincidiendo, seamos o no parientes...») sigan cortando el bacalao por los siglos de los siglos (Amén). 

Por fortuna hay gente como Lluís Bosch  —también Albert Soler o Ramón de España, aunque estos últimos lo hacen en clave de humor, muy de agradecer— inasequible al desaliento y que nos sigue regalando con muchísima frecuencia textos certeros, con una prosa admirable que para sí quisiéramos otros. Seleccionamos unos párrafos de Lluís Bosch:

«Hay quien, al nacer, hereda un apellido notable. Y con él, una hacienda, un patrimonio. A veces hereda el prestigio que la comunidad le ofrecerá por ser el hijo de alguien, de algo, el hidalgo. Lo he visto siempre y, aunque no deje de sorprenderme, así es. Hay apellidos que abren puertas, que se pronuncian con respeto y con veneración, que se cantan, que se oran. Hay apellidos que son el mundo entero y resuelven una vida.

Su abuelo fue un gran patriota; su padre levantó empresas, era un intelectual, un artista. Hay apellidos con terreno adosado, con cuenta corriente sin fin, con carné del Barça, con cargo en la Generalitat. No te hace falta perder el tiempo escribiendo tu currículum vitae para encontrar un buen puesto de trabajo: con el apellido en medio de una hoja en blanco basta: los ujieres te abren la puerta e inclinan la cabeza a tu paso, como el cachorro que huele al jefe de la manada.[...] 

La libertad, para el que nació con el apellido del paria o del pringao, del charnego o del parado de larga duración, puede pasar por hacerse policía. Lo he visto varias veces: ningún hijo de rico se ponía a poli ni a guardia civil. En los pueblecinos de la Extremadura más pobre nacen policías a diario. La escasa libertad que comprarán les costará el desprecio de los vecinos con buen apellido. Incluso le tirarán piedras si la ocasión se presenta.

Fue Pasolini quién se lo advirtió a los jóvenes izquierdistas radicales y airados de su tiempo: los policías son hijos de pobre, acordaros de eso cuando os vayáis a las manifestaciones.[...]

Lo siento, pero no veo poesía alguna en los adoquines que se lanzan a los que se metieron a policías para obtener algo de libertad, la oportunidad de salir del pueblo miserable. 

No veo épica ni lírica en el contenedor de todos ardiendo en la calle, en las llamas que consumen la motocicleta humilde, el semáforo impávido alcanzado por el odio gratis de un fuego pálido e inútil.

Nadie se mete a policía o a Guardia civil cuando ha nacido rico y con hacienda. Y quemar un contenedor es lo mismo que quemar una escuela pública. A quienes nacimos con poco, viene uno que lo tiene todo y nos quema lo que lograron nuestros abuelos y abuelas. Y a eso le llama revolución, e invoca entre las llamas rituales el fantasma de nuestra libertad tan débil».

(Las viñetas de El Roto son de 5/2/2021 y 19/2/2021)

martes, 23 de febrero de 2021

Queremos tanto a Forges...

Pues sí, parafraseamos el título del séptimo libro de cuentos de Julio Cortázar, Queremos tanto a Glenda (se refiere a G. Jackson); Ed. Alfaguara, 1980. Y sí, ¡queremos tanto a Forges...! Ayer, 22F, hizo precisamente tres años que falleció, un tipo al que seguimos echando mucho de menos, y muy especialmente en estas páginas, en las que él ocupó lugar privilegiado durante cuatro años; unas cien viñetas publicamos aquí de él. Por cierto, "como no podía ser de otra manera", hizo algunas sobre el 23F, cuyo cuarenta aniversario hoy "celebramos".
Viñeta de Forges
La mala fortuna quiso que, en la más conocida, citara el partido entre el Osasuna-Madrid que se jugó el día antes, 22F, justo el día en que fallecería años después. En él, aparte de los citados Juanito y Santillana, dos leyendas, entrenaba al Madrid nada menos que Vujadin Boskov, un habitual aquí (es el autor de la frase, entre otras, "Fútbol es fútbol").



No quisiera pasar G.U. la ocasión para hacer un breve comentario acerca de lo que opina de esta efemérides:

Aquel día, la democracia y la libertad sólo las defendieron: una cámara de televisión que se quedó enchufada por casualidad; los periodistas que estuvieron allí —los golpistas, grave error el suyo, solo tomaron TVE y Radio Nacional—; unos pocos representantes gubernamentales que estaban fuera del Parlamento, y sobre todo, el rey de España, que, pese a quien pese y se diga lo que se diga de que todo aquello fue con su connivencia (Cercas —que investigó el asunto, entre otros—, además de politiquillos de medio pelaje, que no saben nada de nada, algunos ni habían nacido), lo cierto es que se negó a encabezar el golpe de Estado, ordenó a los militares respetar la Constitución (esa que es tan denostada ahora) y volverse todos al cuartel con sus tanques. Si no hubiera actuado así en aquel momento, no sabemos qué hubiera pasado a partir de entonces, ni dónde estaríamos ahora. Dado que ese sujeto nos ha decepcionado después, dejémosle al menos ese mérito al emérito, que muchos le niegan. 

El resto de fuerzas políticas y sindicales, autonómicas y municipales, salvo algunas excepciones que todos recordamos, se metieron en un agujero, presas del pánico, y no asomaron la cabecita hasta que escampó, aunque algunos se pusieran medallas después, insinuando que si el 23F fracasó fue gracias a ellos y a su labor de resistencia en esos momentos críticos. Y de sus sucesores, ni les cuento, porque ya conocen ustedes el nivel. Incluso hay algunos que sostienen que el golpe triunfó, ya saben de quienes hablamos.



Bueno, y en lo que se refiere a los incidentes de esta semana en Barcelona y otras ciudades, hemos recordado sus viñetas del Dr. Povedilla; en cierto modo, JL Martín le tendía ayer un homenaje, aunque sin citarlo explícitamente:
Viñeta de Forges
Viñeta de JL Martín (La Vanguardia, 21/2/2021)

domingo, 21 de febrero de 2021

Emilio Lledó y la crisis de la inteligencia


¿La crisis ha reducido nuestra capacidad de pensar, de replantearnos las cosas?
 
 —«Creo que no estamos tanto ante una crisis económica, sino en una crisis de la mente, de nuestra forma de entender el mundo. La crisis más real —con independencia de los problemas económicos, que son muy reales— es la crisis de la inteligencia. No estamos solo ante una corrupción de las cosas, sino ante una corrupción de la mente. A mí me llama la atención que siempre se habla, y con razón, de libertad de expresión. Es obvio que hay que tener eso, pero lo que hay que tener, principal y primariamente, es libertad de pensamiento. ¿Qué me importa a mí la libertad de expresión si no digo más que imbecilidades? ¿Para qué sirve si no sabes pensar, si no tienes sentido crítico, si no sabes ser libre intelectualmente? También ocurre que uno intenta pensar y escribe cuatro especulaciones y no puede hacer nada. Piensas pero no tienes poder. De ahí el poder de la política».

viernes, 19 de febrero de 2021

Hasta el gorro de estos niñatos

Perdonarán ustedes que interrumpamos la celebración de la onomástica de G.U. Está hasta el gorro de estos niñatos. O, por usar una contundente frase de Estanislao Figueras, que fue primer presidente de la 1ª Reública española, antes de coger el tren a Francia: «Estoy hasta los cojones de todos nosotros»
Viñeta de JL Martín (La Vanguardia, 18/2/2021)

«Me queda claro que a la izquierdita nuestra le interesan más los chicos que queman contenedores que los que buscan comida dentro». Así lo afirma el periodista Soto Ivars y G.U. lo comparte plenamente.

Por otra parte, llama la atención que los mismos que se manifestaban clamando "¡libertad de expresión!", aparte de quemar lo que pillan por delante, van y machacan a pedradas y martillazos la sede de El Periódico. Uno empieza a estar hartito de esos niñatos; se ve que hacía tiempo que no destrozaban nada y tenían ya "mono". Una muestra más de idiotez colectiva a la que ya empezamos a estar acostumbrados ¡Imbéciles!

Hoy es 19 de febrero

Fuente: INE ¿Cuántos se llaman...?

[Barbado, Beato de Liébana, Bonifacio de Lausana, Conrado de Piacenza, Gabino, Jorge de Vabres, Lucía Yi Zhenmei, Mansueto de Milán, Proclo y Quodvuldeo comparten efemérides. ¡Enhorabuena a todos!]

martes, 16 de febrero de 2021

En recuerdo de Joan Margarit

Hoy no comentaremos su poesía, que era muy buena; doctores tiene la iglesia. Vamos a relatar experiencias personales. Aún lo recuerda G.U. con su chamaquito o trenka azul ("Montgomery", lo llamaban entonces, quizá porque en alguna ocasión lo lució el mariscal Montgomery), alternando en la pizarra con Buxadé —que llevaba la misma prenda en beige ("camel"), al igual que G.U.— , cubriendo unos relevos espléndidos que nos explicaban "los secretos de las estructuras" de una manera que dejaba embobado a los que no sabíamos nada de eso...
De los que desfilaron por ese estrado, recordamos también ahora, para que queden para la historia, a la señorita Font (amiga de nuestro tío Gerardo, y que daba unos pisotones tremendos al suelo de la tarima hablando de los "números naturales"), a un tembloroso Pi Calleja, a Sostres, a Montero Pazos y... a la caterva de piratas que tomaron la cátedra de "Resistencia de Materiales" sustituyendo a Bordoy (al que echaron, aduciendo que éste hacía muchos proyectos, incluido un rascacielos al lado del puerto, el "Edificio Atarazanas"), fulminado por ser tildado de "capitalista". Son esos sujetos los que catearon en 1972 a G.U. en asamblea pública, con los alumnos señalando con el pulgar hacia abajo. ¡Qué tiempos! 


Siempre recordaremos las líneas que Margarit dedicó a sus años de estudiante en la Escuela de Arquitectura (ETSAB) en su libro Barcelona, amor final. En él, además de dedicar unas líneas y un poema al arquitecto Coderch, tiene un especial recuerdo para la academia Rosell, donde practicábamos carboncillo y acuarela por las tardes; también para el bar, que estaba situado en el ático, un lugar mágico por las conversaciones que se desarrollaban en él, por sus vistas sobre la ciudad y por sus bocadillos de "país con tomate". Inolvidable aquello para los que lo vivimos entonces. 

Venus de Milo
«A mediados de los cincuenta regresé de Santa Cruz de Tenerife y viví cinco años en el Colegio Mayor Sant Jordi, en la calle Mestre Nicolau, mientras estudiaba en la Escuela de Arquitectura, que estaba en el edificio de la Universidad de Barcelona. La asignatura más difícil de una larga carrera era el Dibujo, que se preparaba en academias, de las acuales las más antiguas eran la Baixas y la Rosell. Pasé en ellas un número infinito de horas dibujando reproducciones en escayola de estatuas clásicas. Todavía, cuando me topo con algún original en un museo —la Venus de Milo en el Louvre, por ejemplo — lo miro con complicidad y nostalgia. En aquella Escuela, bajo el reloj, asistí a las clases de Bonaventura Bassegoda, que explicaba la asignatura "Cimientos profundos" , científico notable e imaginativo que escribía sus monografías en un castellano antiguo y exacto.

Dos años antes de acabar la carrera, se inauguró el edificio de la Diagonal. La Escuela tenía el bar en el último piso. La vista, en aquellos primeros años sesenta, era magnífica, llegaba hasta un mar casi siempre de un azul intenso. Eran unos años de mucha represión política, y el bar era un fórum donde se hablaba de todo aquello que en los lugares públicos —y muchas veces ni en casa— no se trataba. Permanecí allí dando clases de Cálculo de Estructuras hasta 1998.
La Diagonal y la ETSAB en los años sesenta / [Fotografía de Xavier Miserachs]
» El arquitecto José Antonio Coderch de Sentmenat fue mi maestro. Su concepto del arte ha marcado todas mis meditaciones, no solamente sobre la arquitectura, sino también sobre la poesía. El poema que habla de él se publicó por primera vez en el libro Poema per a un fris, que justamente editó la Escuela de Arquitectura, un conjunto de acuarelas de las fachadas de las Ramblas hechas por los estudiantes. Muchos de aquellos dibujos son el único recuerdo que queda de edificios desaparecidos. Al fin y al cabo, es lo que también intentan estos poemas».


Joan Margarit, ESCUELA DE ARQUITECTURA, fragmento de Barcelona, amor final, Ed. Proa, 2007.

Hoy ha fallecido. No creemos que le hagan grandes alharacas por aquí, con mossos d´esquadra de gala con su sombrerito, senyera sobre el féretro y enaltecidos cánticos de Els Segadors. Y es que eso de haber aceptado el Premio Cervantes en 2019 de manos de Felipe y Letizia... ¡hum!; es "un borrón que ennegrece su legado", como el del reinado de Carlos III por haber echado a los jesuitas, según explicaban los libros de historia que utilizábamos en los jesuitas.

Además, por si fuera poco, por aquella época decía cosas así:

De las movilizaciones del lacito: «Desconfío profundamente del colectivo, siempre me ha asustado un poco: te lleva a movilizarte quizá hacia sitios donde tú no querrías ir; además, siempre está el peligro de pensar que somos los mejores porque pensamos con pureza... Permítanme que a mi edad desconfíe de la masa».

Acerca de la distorsión del lenguaje: «Es el reconocimiento de pasiones muy innobles; la palabra es reflexiva, es explicación de la vida; quien destroza el lenguaje, destroza la vida; sin saberlo, los políticos están destrozando la nuestra; en los últimos cinco años, su labor ha sido en ese sentido tan bestia que tendremos que volver a inventar el lenguaje».

Enlace: https://elpais.com/ccaa/2017/11/03/catalunya/1509735679_937218.html

miércoles, 10 de febrero de 2021

En recuerdo de Alberto Corazón

Alberto Corazón
(Fotografía de Diego Sinova)

G.U. les confiesa que le hubiera gustado ser diseñador gráfico (industrial, también, pero menos), mucho más que arquitecto. Se trata de una profesión para la que se necesitan dotes para el dibujo, cultura, formación técnica y cierto sentido estético, racionalidad y muchas dosis de sentido común. Poco más, pero Alberto Corazón tenía eso y mucho más. Junto con Daniel Gil, Enric Satué y Cruz Novillo, es uno de los artistas españoles que un servidor siempre admiró más en ese campo, que parece tan fácil a los ojos del lego en la materia. En fin, era un gran tipo, qué mejor se puede decir de él, pero siempre fue más valorado fuera que dentro. Suele ocurrir.

Por lo que hemos leído, desde finales de los sesenta desarrolló su actividad en el campo del diseño editorial y el cartelismo. En 1975 creó la empresa Investigación Gráfica, que fue  pionera en el ámbito de lo que se ha dado en llamar identidad corporativa. Muchas instituciones, públicas y privadas, recurrieron a sus buenos oficios. Ojo, porque también diseñó con acierto objetos, mobiliario urbano, etc. Fue Premio Nacional de Diseño en 1989, y bien merecido que lo tenía. Hoy ha fallecido y desde esta página queremos rendirle un modesto homenaje. DEP.

Algunos trabajos de Alberto Corazón en el campo del diseño gráfico y de la identidad corporativa

Históricamente, la profesión de diseñador gráfico ha sido infravalorada por críticos, artistas y por la gente en general, aunque eso ha ido cambiando con el tiempo. Lo cierto es que la integración del soporte, de los signos, del mensaje que se quiere transmitir y de la forma adoptada no se realiza de manera casual, precipitada o imprevista. Diseñar encierra precisamente lo contrario; es decir, se trata básicamente de atender a la funcionalidad, relacionando todos esos elementos a partir de una idea inicial sólida, coherente y eficaz.

jueves, 4 de febrero de 2021

Una novela contra la desazón

Recuerdos de un jardinero inglés, portada
Reginald Arkell; Ed Periférica, 2020

G.U. les habla hoy de una novela y de un autor de los que no tenía ni idea hasta hace unos días. Les habla de Recuerdos de un jardinero inglés (Old Herbaceous) y de Reginald Arkell, un periodista y escritor, también amante de los jardines y humorista. Pues, qué quieren que les diga, uno no es lo que se dice un experto en estas cosas de la literatura, pero para su gusto se trata de una pequeña obra maestra, dentro de las limitaciones de su temática. Una auténtica inyección de optimismo y de amor a la vida, en una novela que fluye armónicamente según el transcurrir del tiempo, desde la Inglaterra de antes de la primera guerra mundial hasta la de después de la segunda. No somos tampoco expertos en flores ni en plantas, pero aún así lo hemos leído la mar de a gusto; no hacen falta conocimientos específicos en esa materia, pero casi nos están entrando ganas de iniciarnos en ellos. Vía Google ya hemos empezado, a partir de los nombres de las flores y plantas que se citan. 

Dice José María Guelbenzu en Una novela contra el desánimo:  «En tiempos de desazón no hay mejor bálsamo que una buena novela con una medida dosis de humor, empatía y sabiduría para ocupar los descorazonadores tiempos muertos, y ésta de Reginald Arkell (1872-1959) es de lo más adecuada».

Y en eso estamos nosotros, necesitados de un bálsamo quitapenas contra la desazón rampante, en estos tiempos que corren de esta manera tan rara. Dice el protagonista: «En un jardín no se puede estar enfadado mucho tiempo», y quizá no le falte razón. A G.U. no le gusta nada recomendar libros, pero a los que se sientan así, desazonados, y les guste leer, nada les podrá sentar mejor que esta breve novela, tranquila, escrita con naturalidad y sin afectación alguna, que fluye como un río de aguas limpias a través de la vida de este jardinero inglés, desde cuando era un zagal hasta que está ya retirado.


La valedora del esforzado jardinero protagonista de la novela, una señora como la copa de un pino, dice en un determinado momento, y quizá no le falte razón: «Si pasásemos nuestro tiempo cultivando flores en vez de hablando de tonterías, el mundo sería un lugar mucho más feliz». Pues va a ser eso, y aquí lo dejamos...


miércoles, 3 de febrero de 2021

Fernando Simón, Buddy Holly y el vino de Granada

G.U. escuchaba el pasado 31 de enero lo que pronosticaba el ínclito Fernando Simón hacía exactamente un año. Está claro que como futurólogo al estilo Rappel no se hubiera podido ganar la vida, pero ahí lo tenemos, tan ufano y haciendo bromitas de vez en cuando. Uno recuerda que, engañados por Simón, en febrero del pasado año viajamos a Ibiza, y en el aeropuerto nos reíamos de los chinos con mascarilla que nos cruzábamos por los pasillos. Quizá los que ahora se ríen de nosotros sean ellos, pero quién sabe, esa gente es un poco rara y quizá les vuelva a ellos elevado al cubo. 


Y así ha pasado un año, que se nos ha escurrido de las manos sin apenas darnos cuenta, los días, las semanas, los meses, las estaciones, aunque con mucho dolor, una sensación que es difícil de memorizar; podemos ahora tener el recuerdo de esa sensación, pero no la sensación de ese recuerdo.

Y hoy, 3 de febrero, alguien le ha recordado en twitter que tal día como hoy se cumplen 62 años de "el día en que murió la música": el accidente del pionero del rock and roll Buddy Holly (un monstruo, al G.U. sigue adorando), Richie Valens y Big Bopper, que tuvieron el mal fario de tomar una avioneta, pilotada por un principiante, al acabar el que sería su último concierto, el 2 de febrero de 1959.





Sigamos. Hoy, "día de San Blas, G.U. no ha podido comprobar experimentalmente ese dicho que reza "Por San Blas la cigüeña verás". La vio en otros años, en lugares mesetarios, pero no en éste; desde la ventana, a lo mucho, oye el entrecortado piar de algún mirlo, y bienvenido sea. Se ha quedado también sin el habitual envío de la familia lorquina, un "convoluto" conteniendo un montón de "rollicos de San Blas", el que suelen hacer las las Madres Mercedarias de Lorca, ayudadas por varias mujeres de la localidad, una 'delicatessen' que G.U. solía consumir a la hora del café. Pues ni eso, este año las monjas han hecho campana obligadamente, por eso del Covid, claro.

Pero como no siempre todo es negatifffo, siempre hay algo positifffo, se ha encontrado con un envío de productos granadinos (de Trevélez) que le han hecho, gracias a los buenos oficios de unos familiares que viven en Ibiza, que se lo han regalado. ¡Gracias eternas!, esto nos va a suavizar el confinamiento no saben ustedes cuánto y le ayuda a G.U. a seguir con el blog, que lo tenía un poco dejado por falta de ánimo. Les deja referencia gráfica del asunto, sin ningún ánimo de hacerles a ustedes los dientes largos.

Los ministros franceses y los nuestros

Cosas así dice el actual ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire. La verdad es que cuando oyes hablar a esa gente y comparas con los iletrados "homólogos" que tenemos por estos lares se te cae el alma a los pies. Mejor no pensarlo.

«La lectura es un arma de libertad. Ella te permite construirte y convertirte en quien eres. Pero sobre todo, la lectura te permite descubrir lo único que eres y lo diferente que eres. Las palabras te hacen comprender que formas parte de una colectividad que siente las mismas cosas, y que no estás solo. Esta es la singularidad de la lectura: que es una actividad solitaria que nos abre al resto del mundo y que nunca estás tanto con los demás como cuando lees un libro.

¡Salgan de sus pantallas! ¡Lean! Lean, no se imaginan el placer que les dará la literatura. La lectura te alimenta, las pantallas te devoran Los libros te llenan, las pantallas te vacían».




Pues en eso estamos; G.U. está leyendo y releyendo más que nunca. Ahora está acabando una novela muy hermosa y tranquila, ideal para tiempos de pandemia y para combatir el desánimo. Se trata de Recuerdos de un jardinero inglés, de Reginald Arkell (Ed. Periférica, 2020), de la que seguramente hablaremos en breve aquí.

Y alternando con ella, esta tarde ha topado casualmente con Prosas apátridas, un breve libro de Julio Ramón Ribeyro, el estupendo escritor peruano fallecido en 1994. Hay en él unas líneas con las que se ha sentido muy identificado. Uno ha cambiado varias veces de piso a lo largo de su vida, en todos ha estado a gusto, y ha pasado largas temporadas en casas ajenas en las que se ha sentido bien; pero ninguna le trae recuerdos tan profundos como el piso en el que vivió toda su infancia y adolescencia, el de la calle Muntaner 561. Allí está, "en su configuración y sus objetos", un poco de aquello en que ha devenido, unos recuerdos que uno rescata casi todos los días, sentimentales que somos...