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sábado, 8 de febrero de 2025

El monasterio de Pedralbes se queda vacío

Como recordarán ustedes, hace unas semanas publicamos una entrada titulada  Las monjas dejan Pedralbes. También Sor Isaura Marcos. Una monja nacida en enero de 1959, en Los Santos (Salamanca), que a los 14 años (en 1974) se vino a Barcelona, tras un un enfado con su familia, que la tildaba de "rebelde". Pero le atraía la vida espiritual y se hizo monja. Sus padres creían que duraría 15 días en el asunto, pero ya ven: ahí la tenemos aún, aferrada a su cámara de fotos y a una columna.
Sor Isaura, con su cámara Lumix, en el claustro del Monasterio de Pedralbes / Fotografía: Jordi Cotrina
Cuando entró en el monasterio (en 1976) había 40 monjas. Hoy quedan solamente tres y durante este mes han de marchar a Vilobí d´Onyar (Gerona), por motivos que no nos quedan del todo claros. Ahora se despide con cierta tristeza, después de tantos años allí. La suya, sí, pero también la de G.U.: le preocupa el futuro de ese monasterio, que esperemos que no acabe siendo un resort al "modo Trump".
Sor Isaura y la reina Elisenda de Montcada, fundadora del monasterio / Fotografía: Jordi Cotrina
Pero ha sido seleccionada para participar en Córdoba en el aniversario del Primer Concilio de Nicea, que se celebró en 325, hace mil setecientos años, y eso la ha animado un poco, no es para menos. Además de algunas de sus fotos, habrá piezas del Vaticano y de artistas contemporáneos. 

 Leemos en El Periódico esta entradilla:

«Isaura Marcos es una de las tres clarisas que quedan en el monasterio barcelonés, que en unos días dejarán Pedralbes. El monasterio quedará sin religiosas 699 años después de que se colocara la primera piedra del recinto, fundado por la reina Elisenda de Montcada. Con una obra fotográfica original y valorada, basada en los reflejos y centrada en la instalación religiosa y su entorno, sor Isaura afirma que ha tenido una vida espléndida en el monasterio y subraya con orgullo y retranca que es una de las 10 monjas que ha habido en Pedralbes que tienen página en Wikipedia».

Enlace a El Periódico: «Me quedaría mil veces en el monasterio»

Como no sabemos si pueden acceder al enlace, hacemos un extracto de la entrevista que le hace hoy en ese medio Toni Sust, seleccionando sobre todo los aspectos que atañen a la fotografía y a su marcha del monasterio, que parece ser que no la ilusiona demasiado.

[...]
—Más que una monja es usted una fotógrafa. ¿O es una monja fotógrafa?
No es algo que para mí se pueda separar: la fotografía es para mí una forma de plegaria, de contemplación. Me relajo mucho cuando hago fotografía.

—Esto empezó no hace tanto.
Empecé en 2009. Antes hice dibujo, pintura, siempre me ha atraído la cosa artística. Fui a academias: la perspectiva me costaba y los colores intermedios, también. Hay gente que no se da cuenta de qué le cuesta. Yo sí, y me angustiaba mucho.

—Es perfeccionista.
Sí, para todo. Lo dejé. En 2005, en mis bodas de plata, 25 años de mi profesión, me regalaron mi primera cámara, de aquellas que iban con pilas que se descargaban enseguida. Digital. Hice alguna foto creativa y Marta Juvanteny (artista), de la que soy muy amiga, me dijo: «Tira por aquí, esto es lo tuyo». Lo de los reflejos me salió innato, de dentro.

—¿Es un género que ha inventado?
 Se ve que sí, pero me ha salido de dentro sin yo saberlo.

—¿En qué consiste?
Mi cerebro ve en todo composiciones de reflejos. Siempre me ha parecido interesante explorar otras dimensiones. Hay más dimensiones, está comprobado, que no podemos percibir. Y esto es una manera de ir más allá de la realidad. Es esa frase de Degas: «El arte no es lo que ves, sino lo que haces que otros vean».

—¿Esto lo inició en 2009?
En 2009 empecé como fotógrafa, haciendo fotos más convencionales. En 2010 comencé con los reflejos. Los hago de forma artesanal. Sin edición. He ido perfeccionándolo por mí misma.

Fotografía de Sor Isaura Marcos

—¿Sus fotos son sobre todo de lugares del monasterio?
Y de los alrededores. Siempre llevo la cámara encima. Veo escaparates. En El Corte Inglés me pasa que hago una foto de los escaparates, porque me encantan los cristales, y salen y me dicen que no puedo hacer fotos allí. Y les enseño que solo cojo un trozo. Lo que intento es una interpretación, ir más allá de lo que veo.

—Y esto tiene algo de religioso.
Yo creo que sí, porque todo lo que es plegaria es ir más allá, conectar con una energía, esta espiritualidad universal que para los cristianos es Dios.

Sor Isaura durante la entrevista  / Fotografía: Jordi Cotrina

—No le gusta que le hagan fotos. ¿Por qué?
Me gustaba antes de ser fotógrafa, pero luego cambié: te las hacen tan mal...

[...]

—¿No seguirá haciendo fotos en el monasterio de Vilobí d’Onyar?
Creo que allí me van a apoyar en cuanto al arte. Me han dicho que me han puesto una habitación con una ventana que da al bosque. Hay más comodidades.

—El traslado está cerca.
Para mí es muy triste. Cuando esté allá ya comenzaré mi nueva etapa. Pero quiero que mis cenizas vuelvan aquí cuando esté muerta.

—Seguro que sale otro libro de Vilobí.
Ya veremos.

—¿Qué cámara emplea?
Esta, la pobrecita se me está estropeando. Una Lumix, no me pesa. Me va muy bien para los reflejos y los insectos, y no tengo que tener objetivos. Por donde paso, contemplo.

Fotografía de Sor Isaura Marcos

—Ha sido feliz en Pedralbes.
He sido muy feliz, no cambiaría mi vida por todo el oro del mundo.

—¿Si todo tomara de repente otro rumbo y le dieran la oportunidad de seguir en Pedralbes, qué haría?
¡Me quedo, me quedo! Prefiero una vida más austera y pobre aquí. Si me dieran la oportunidad de quedarme, mil veces me quedaría aquí. Es que he enraizado mucho, me siento muy de Pedralbes. 

miércoles, 5 de febrero de 2025

Modesto homenaje al diseñador Miguel Milá

Vamos a ver si nos entendemos. G.U. no infravalora para nada la formación adquirida en la Escuela de Arquitectura. Tampoco infravalora el título de arquitecto obtenido allí, muy al contrario, le ha permitido dar clases de la materia que le gustaba durante treinta años. Su padre le pagó la carrera. ¡Gracias!
Xavier Miserachs / Diagonal, Señora, Dauphine, Escuela de Arquitectura y Escuela de Ingenieros (1962)
Pero les confiesa que hubiera preferido ser diseñador industrial más que arquitecto, una profesión que es muy complicada. [Aunque en aquella época las carreras universitarias a elegir se contaban con los dedos de dos manos. Y la otra cosa que le hubiera interesado, Ingeniero Agrónomo, se cursaba en Madrid]. En fin, no le hubiera importado nada ser una especie de Miguel Milá, vamos. Un gran tipo. 

1) Le diferencian de él varias cosas, a saber. Que G.U. tuvo problemas, sí, pero no demasiados, para ir aprobando las asignaturas de Arquitectura. También se diferencia, y eso quizá lo hubiera invalidado para ejercer ese oficio, en que no tiene ningún amor ni por las ferreterías ni por el "Servicio Estación" ni por el bricolaje ni por las cajas de herramientas que comporta esa afición. Muy al contrario que Milá, que se hubiera pasado días enteros recorriendo esa tienda de la calle Aragón. 

A este respecto escribe Milà en el libro al que luego nos referiremos:
«Mi fuente de inspiración no son las ferias de diseño ni las revistas ni los libros. A mí me encantan las ferreterías. Yo viviría en "Servicio Estación" —que es mucho más que una ferretería—. No voy a ver lo que me hace falta, sino lo que me podría hacer falta. Tengo siempre hambre de herramientas».
Esa tienda que le cae gorda a G.U., aunque reconoce que es práctica. Empezó siendo gasolinera (Service Station) y luego ya devino en SERVICIO ESTACIÓN hasta lo que es ahora, ya remodelada: SERVEI ESTACIÓ, en la calle Aragón, en la misma manzana que la casa Milà, de Gaudí.

2) Pero se le asemeja en un cierto rigor proyectual, en su sentido de la ergonomía, en su afición por que los objetos sean prácticos y funcionen bien, en su capacidad de observación del entorno, en que es un poco cabezota hasta conseguir encontrar la solución a problemas domésticos y en cosas de ese tipo.
Miguel Milá en su mesa de trabajo / Fotografía: Mariana Eidler
El caso es que este hombre falleció en Bilbao hace seis meses, el 13 de agosto pasado. Por tener el blog en Stand By, "Cerrado por Vacaciones", no le dedicamos aquí ni siquiera unas líneas entonces. 
El libro de Miguel Milá, con la lámpara TMM (1962) en portada / Mordiendo la pantalla de la lámpara TMC (1958)
El libro MIGUEL MILÁ; Lo esencial, el diseño y otras cosas de la vida (Ed. Lumen, 2019) nos interesó mucho en su día, por su claridad, sencillez y buena edición. En él leemos lo siguiente:

«Uno de los días más felices de mi vida fue cuando salí de la Escuela de Arquitectura dispuesto a no volver nunca más. Llevaba dos años teniendo grandes problemas con las matemáticas. No me dejaban dormir. Fue Federico Correa quien me dijo: «Vete, déjalo y dedícate a lo que quieras hacer». A pesar de esto. me fue muy útil pasar por la Escuela de Arquitectura. Conocí a muchos estudiantes y a muchos profesores. Se puede decir que conocú a todos los arquitectos de una época de Barcelona. Todos los que pasaron por la escuela en la que yo repetía asignaturas año tras año.
Miguel Milá, diversos diseños de lámparas y chimenea
De mis hermanos Alfonso y Leopoldo y de Federico Correa he aprendido mucho. Pero, entre los arquitectos, al que más he admirado es a Juan Antonio Coderch. Él me enseñó a atender la función. A simplificar, pero también a no tener miedo de un quiebro, de una curva, de una solución que descuadrara el diseño, pero que lo humanizara. Con estas bases inicié mi carrera de diseñador.[...]
Miguel Milá, diseños de lámparas, estanterías, mesas, bancos, sillas

Aunque no tengo teorías, ni he escrito tratados, puedo decir que el buen diseño no se nota, pero se agradece, porque mejora la vida de todos. La hace más cómoda. No la revoluciona. El mal diseñador prefiere lucirse a ser discretamente útil. Es lo que yo he tratado de ser, discretamente útil».


G.U. comparte totalmente el último párrafo de este texto. «El buen diseño no se nota, pero se agradece, porque mejora la vida de todos. La hace más cómoda. No la revoluciona. El mal diseñador prefiere lucirse a ser discretamente útil». Con este decálogo (doble), acaba el libro, escrito por Anatxu Zabalbeascoa como transcripción de las decenas de horas de conversaciónes en la casa de Miguel Milá.

 DECÁLOGO (doble) PARA ENTENDERME A MÍ MISMO
  1. Clásico es lo que no se puede hacer mejor.
  2. Una lámpara debe alumbrar, no deslumbrar.
  3. Hay que tener sentido del humor y sentido del amor.
  4. El lujo no siempre es confort, pero el confort siempre es un lujo.
  5. La moda es aquello que pasa de moda. Te quita personalidad, es un error pensar que te la da.
  6. La calidad no entra por los ojos; se siente más que se ve.
  7. Uno educa cada día con lo que hace, casi nunca con lo que dice.
  8. Los objetos que complican no me interesan. El diseño debe ayudar. Los artesanos inventaron las vajillas y la rueda, cosas indispensables para la vida diaria.
  9. El mejor diseño acompaña y no molesta.
  10. No entiendo el gasto absurdo, ni la novedad por la novedad. Crecí en la posguerra: reciclar y no desperdiciar.

  11. No hay que cambiar lo que funciona. «Cambio» debe ser igual a «mejorar».
  12. El envejecimiento enriquece algunos objetos, algunos materiables nobles, como la madera, la pierda o a algunas personas.
  13. Quien progresa es el que sabe conservar lo bueno y no el que intenta destruir todo la anterior para hacerlo de nuevo.
  14. Envejecer bien es potenciar tus valores.
  15. Soy más un creador de matices que de revoluciones. Evolucionario, más que revolucionario.
  16. Cuando no crees en lo que haces, no haces las cosas bien.
  17. Lo sencillo, es complejo de conseguir. El objetivo es que lo complejo parezca fácil.
  18. Diseñar es ordenar. Y es poner a los demás por delante de tu ego.
  19. Sé útil y te utilizarán.
  20. Cuando una persona disfruta con lo que hace, hace disfrutar a los demás.

martes, 21 de enero de 2025

El plátano de Cattelan, vendido por 6.200.000$

¡Maurizio Cattelan ha vuelto!, Sin título, 2001. [Foto: Zeno Zotti]
Hace unos días surgía en un comentario a la entrada Algunos aspectos del arte pop, del blog de F.C, una mención al plátano de Maurizio Cattelan, que lleva por nombre Comedian. Allí se hablaba de que se había vendido por ciento cincuenta mil dólares en 2019. No pertenece al arte pop pero venía al hilo.
Maurizio Cattelan, Art Basel, Miami, Comedian, 2019
[John Nation / Getty Images]
Cattelan presentó Comedian en la feria Art Basel de Miami, en 2019. Había pasado un año intentando hacer una escultura de un plátano; probó con resina y con bronce. También con mármol de Carrara, como hiciera en su obra L.O.V.E. Amor. Odio. Venganza. Eternidad («il dito di Cattelan», lo llaman los milaneses) ante el Palazzo Mezzanotte de Milán. Es un edificio construido a principios de los años 30 y actual sede de la Bolsa en la capital económica de Italia. Iba con segundas y no gustó a los bolsistas.   
Maurizio Cattelan, L.O.V.E. ante la sede de la Bolsa de Milán
Al final, Cattelan se decidió por un plátano de verdad. La obra consistía, como pueden apreciar, en un plátano sujeto con una cinta adhesiva gris a una pared blanca. No sabemos si se trata, en parte, de un homenaje al plátano de Warhol, portada del disco de la Velvet Underground. Al menos, lo parece. El caso es que la notoriedad de la pieza se disparó cuando un artista, David Datuna, decidió tomar la obra y comérsela, acto que fue grabado por los asistentes a la feria. Al acto de engullir la obra de Cattelan, Datuna la denominó Hungry artist ("artista hambriento"). No es el caso de ninguno de esos dos tipos.
Art Basel, Miami. David Datuna se zampa el plátano de Cattelan
El precio de salida era de 120.000$. Y entonces el New York Post puso la obra en su portada, asegurando su inmortalidad: «¡Plátanos! El mundo del arte se ha vuelto loco», se leía.
Portada del New York Post
Después de que Datuso se zampara el plátano, la obra se repuso en su lugar y la pieza se acabó vendiendo por los 150.000 dólares antes citados, treinta mil más que el precio de salida. Ha habido desde entonces muchos comentarios burlones, pero también ardientes defensores de Comedian.

En efecto, Un columnista "experto", como Nate Freeman, escribe en Vanity Fair:

«'Comedian' está profundamente comprometido con los movimientos históricos del arte, en línea con los principios dadaístas de los ready-mades de Duchamp, mezclados con la naturaleza efímera del conceptualismo basado en la instrucción. El propietario de la obra no solo recibe un plátano y cinta aislante; recibe un manual de 14 páginas que especifica cómo pegar el plátano y dónde colocarlo en la pared, junto con un certificado de autenticidad».

Un experto de aquí, Miguel Ángel Cagigal (conocido como "El Barroquista"), autor de Otra Historia del Arte; no pasa nada si no te gustan Las Meninas, un libro muy estimable, era algo más cauto: «'Comedian' es un comentario, no muy especialmente sutil pero muy potente, sobre la riqueza y la fugacidad, pero también, quizás, sobre lo efímero del arte». Y añadía: «Indignación. Carcajada. Burla. Enfado. Con ese acto, el artista se convirtió en viral. Un gesto más complejo de lo que parece».

A punto de venderse en Sotheby´s el plátano de Cattelan por 6,2 millones de dólares
Pues bien, que lo sepan, hará un par de meses que esa obra se vendió en Sotheby's por la módica cantidad de 6,2 millones de dólares. El comprador, un emprendedor chino de las criptomonedas llamado Justin Sun, ha recibido, junto a la pieza de fruta y la cinta adhesiva que la sostiene en la pared, un certificado de autenticidad del plátano (en realidad es una banana), que tiene que reponerse más o menos cada siete días (según las recomendaciones del propio artista y de la casa de subastas).

G.U. opina como el New York Post. Otro día expondremos algunas obras más del gamberrete Maurizio Cattelan, un artista avispado y provocador que se ha forrado con «su arte». Pero «avui no toca».

viernes, 20 de diciembre de 2024

¡Feliz Navidad desde el Paseo de Gracia!

Barcelona, Paseo de Gracia (20/12/2024) / [granuribe50]
G.U. tenía hora esta mañana a las 9:14 en las oficinas de MUFACE (en peligro de extinción) para resolver algunos asuntos. Pero no, no es su intención hablar de eso, que nos tiene harto mosqueados. No. Avui no toca. La imagen está tomada junto a la entrada al edificio, donde estaba el ya desaparecido Boulevard Rosa. Una pena. Sigue allí todavía el Bulevard Dels Antiquaris. Veremos cuánto dura.
Barcelona, Paseo de Gracia, Casa Batlló, Gaudí (20/12/2024) / [granuribe50]
El caso es que ha aprovechado para bajar una manzana hasta la Casa Batlló, de Gaudí. El sol brillaba, es quizá el momento del día en el que le da la luz más adecuada y, otrosí, no había llegado todavía la habitual muchedubre de turistas haciendo selfies frente a la fachada. G.U. mata dos pájaros de un tiro y, a punto para marchar a Ibiza unos días, aprovecha para felicitarles a ustedes la Navidad.
Barcelona, Paseo de Gracia, Casa Batlló, Gaudí (20/12/2024) / [granuribe50]
Siempre hemos lamentado que al edificio que tiene a su derecha se le permitiera, en la época del alcalde Porcioles, remontar dos pisos más. Si se fijan, la cubierta que diseñó Antonio Gaudí moría justo en lo alto de ese edificio antes de crecer. Pena da, pero en aquellos años no se lo apreciaba tanto.
Barcelona, Paseo de Gracia, Casa Batlló, Gaudí (20/12/2024) / [granuribe50]
Barcelona, Paseo de Gracia, Casa Batlló, Gaudí (20/12/2024) / [granuribe50]
Bueno, no comentaremos nada que ustedes no sepan ya de la Casa Batlló. Pero no nos olvidamos de la casa de al lado, la Casa Amatller, obra de Puig i Cadafalch, el arquitecto cuya misión era adecentar un viejo edificio para adecuarlo a los requerimientos del maestro chocolatero Antoni Amatller i Costa. Este encargo se llevó a cabo entre 1898 y 1900 y el resultado fue un inmueble de estilo neogótico catalán, con evidentes influencias de la arquitectura flamenca. Allí vivió siempre el señor Antoni, el chocolatero.
Barcelona, Paseo de Gracia, Casa Amatller, Puig i Cadafalch (20/12/2024) / [granuribe50]
Cuando visitaba esa zona con sus alumnos, G.U. siempre aprovechaba para comprar en la planta baja unas chocolatinas para ellos. Rumboso que es (era) uno. Aquellos eran buenos momentos, ¡vive Dios!
Cartel de Chocolate Amatller (Alphonse Mucha)
En fin, otras ocupaciones reclamaban la atención de G.U. y no se podía demorar allí. ¡Feliz Navidad!
Barcelona, Paseo de Gracia (20/12/2024) / [granuribe50]
En lo que a nosotros respecta (G.U. y doña Perpetua) solo nos queda desear y desearles que el año que viene sea un poco mejor que el que acaba. Eso no será difícil, el listón está bajo, pero tocamos madera.


Paseo de Gracia en 1969 / La Pedrera en 1969
[Acuarelas: Federico Lloveras]
Ya que hablamos del Paseo de Gracia, una avenida bien diseñada por la que era y sigue siendo grato pasear, a G.U. no le dio tiempo esta mañana de subir hasta "La Pedrera" el otro edificio "emblemático" de Gaudí en este paseo. Con ocasión de estas fiestas, les obsequia con un par de páginas de un libro que le regalaron a su padre para Navidad de 1970. Se titula Barcelona (Alfaguara, 1970), con textos de Camilo José Cela, que describe estupendamente ese edificio, e ilustraciones de Federico Lloveras, un acuarelista que siempre gustó a este bloguero, ya que dominaba la técnica y supo captar muy bien la luz y la atmósfera de esta ciudad. La Pedrera se ve que aún tenía la cara sucia por entonces (1969).

domingo, 15 de diciembre de 2024

Acerca de Piet Mondrian (I)

G.U. suele cumplir con su palabra, casi-casi como el gobierno. Dijo que a Piet Mondrian (1872-1944) le daríamos de comer aparte otro día y hoy ha llegado ese "otro día" (aunque aún habrá otro más, ojo). Todos lo relacionan con este tipo de obras:
Mondrian, Composición: planos de color con superficies grises (1917-1918)
Pero antes hubo mucho recorrido, hasta que encontró su camino. Su padre, un calvinista acérrimo, se dice que era un sujeto "sentencioso, severo y francamente desagradable". Era un dibujante aficionado. Pero tuvo el detalle de aceptar que su hijo estudiara en la Academia de Bellas Artes de Amsterdam, lo que sirvió al joven Piet para perderlo de vista y a nosotros para disfrutar ahora de su arte.
Piet Mondrian, Bosque (1900) / Gustav Klimt, Hayal I (1902)
Progresó lentamente, entre otras cosas porque no tenía claro dedicarse a la pintura. Tenía dudas de si ser pintor o meterse a cura. Aún así, pintó cosas estimables, próximas a lo que hizo Schiele años dos después. Y allí ya aparece su afición por los árboles, que encontraremos muchas veces en su obra.
Mondrian, La granja Gein con un horizonte alto (1905)
Esta es una de las primeras obras ya más conocidas de Mondrian. Tenemos árboles y su obsesión por  los reflejos, que encontraremos plasmada más adelante. A veces, el pintor emplea gamas monocromas para intensificar una ambientación sombría, entonada en sepias o en verdes, sin introducir ningún otro acento cromático que perturbe la unidad tonal que persigue en todo momento. Es lo que da cohesión al conjunto y dota al paisaje de la serenidad, sobriedad y equilibrio que Mondrian deseaba.
Mondrian, Molino de viento en el Gein (1906)
No le gustaba la vida en Amsterdam y los ambientes urbanos. Así es que decidió vivir en el campo. La horizontalidad de los paisajes, los árboles, los molinos de viento, el agua son los elementos con los     que trabajó en esos años. En su obra de entonces pueden advertirse ciertas reminiscencias estilísticas del paisajismo holandés de la Escuela de La Haya del S.XIX, no en vano su formación era clásica.
Mondrian, Molino Oostzijdse a la luz de la luna (1907)
«La naturaleza (o lo que veo) me inspira, me proporciona —como a todo pintor— la emoción que me mueve a crear algo», afirmaba Mondrian. Pero no tarda en comprender que una cosa es la belleza de lo que ve y pinta y otra bien distinta es la magia que puede desprender el cuadro una vez acabado, que ya adquiere así su plena autonomía, al margen de la realidad.
Piet Mondrian en su estudio (1905)
En aquella época, aunque toma numerosos bocetos au plein air, como sugieren las cajas de pinturas a la izquierda de la imagen, la obra final siempre la desarrolla en su estudio.
Mondrian, Árboles a orillas del Gein al salir la luna (1907)
Mondrian, Noche de verano (1907)
En el campo, prefería los atardeceres o la noche. En ciertas noches de verano le gustaba estar a solas frente a la superficie tranquila del agua, cuando se reflejaba la luna en ella. Los pintores alemanes del romanticismo habían pintado ese tipo de cosas un siglo antes. Ya en esos cuadros, por ejemplo en Dos hombres observando la luna, de Caspar David Friedrich (1809), es cuestionable si el resplandor del fondo del cuadro representa la luna tal como se ve en la naturaleza. Pero... ¿qué más da?
Mondrian, Vista fluvial, embarcación (1907)
Horizontales y verticales, tan propias del Mondrian que conocemos, ya estaban presentes entonces.
Mondrian, Bosque cerca de Oele (1908)
Está considerada como su mejor obra de aquella época. Toda la pintura está constituida por anchas líneas de colores, prolongadas, que a veces serpentean. Obsérvese cómo los árboles se inclinan a ambos lados del sol; casi recuerda la forma de una vidriera gótica; los románticos alemanes situaron con frecuencia ruinas góticas en medio de árboles, como en la Abadía en el Robledal, de Friedrich.
Mondrian, Molinos a la luz del sol (1910)
Mondrian, Amarilis (1910)
Más molinos de viento, pero están cada vez más distanciados de la realidad visible. Alejados de la realidad visible, sí, pero ¿qué me dicen de esas flores, dos años después? ¡Ojo con Mondrian!
Mondrian, El árbol rojo (1909)
Pues aquí tenemos su celebre Árbol rojo. Esta pintura nos muestra un árbol en color rojo vivo y azul. Representa la ruptura ya casi definitiva de Mondrian con el tradicional arte figurativo, y su primer paso hacia el arte abstracto, un trayecto que continuará con su serie de árboles que mostraremos luego, pintados ya en el París de Picasso y Braque.
Mondrian, Paisaje con dunas (1910)
En 1910 empieza a pintar grandes cuadros con colores sombríos. Formas quebradas y angulares, tonos lilas-verdes oscuros en formas sin apenas movimiento. Esta obra le gusta mucho a G.U.
Mondrian, Iglesia en Domburg / Molino rojo (1911)
Nuestro hombre está harto de Holanda. Sabe que todo el mundo del arte se cuece en París y conoce ya algo de la obra que están desarrollando por entonces Picasso y Braque, a quienes admira mucho. Antes de marchar nos deja estas dos obras, muy potentes, incontestables. Ya le pillan haciendo las maletas.
Mondrian, El árbol gris (1912)
Ya tenemos a Mondrian en París. Es un gran admirador de Picasso (Desnudo femenino de pie) y de Braque (Mujer con mandolina); no intima con ellos pero está muy al loro de lo que hacen. Como sabrán, ambos artistas produjeron en esa época obras casi monocromas y patrones complejos de formas planas, que fueron encuadradas dentro de lo que se etiquetó como «cubismo analítico». 
Mondrian, Árboles en flor (1912)
No haremos comentarios. Basta con ver las obras que realiza Mondrian en París, al rebufo de ambos.
Mondrian, El manzano florecido (1912)
Mondrian, Paisaje (1912)
Mondrian, Naturaleza muerta con pote de jengibre II (1912)
Aún hay referencias visuales a la realidad. No estamos dentro del arte abstracto pero poco le falta...
Mondrian, Composición Árboles II (1912)
Esta obra se titula Composición árboles II, árboles tan queridos por él, pero no resulta ya fácil verlos. 
Mondrian, Composición Nº 9, Fachada azul / Composición Nº 6 (1913)
Tampoco es fácil ver una fachada en la de la izquierda, y en la de la derecha, no sabemos. Son dos obras de 1914, momento en que estalla la Primera Guerra Mundial, y Mondrian sale escopeteado hacia Holanda, país que, como ya les explicamos, se había declarado neutral. Y aquí empieza otra película...
Mondrian / granuribe50, Cuadro III (1914)
Continuaremos otro día con lo que sucedió en la Holanda de esa época. La relación de Mondrian con Theo van Doesburg, Gerrit Rietveld, la revista De Stijl, el Neoplasticismo, el auge del arte abstracto, etc. No llegó hasta aquí por casualidad, hay una lenta y trabajada evolución hasta este punto. 

En fin, seguiremos, pero lo que hizo antes de volver a Holanda ya decora muchas viviendas y oficinas de todo el mundo. Queden atentos a la pantalla (pero cuidado, que vienen curvas, ¡perdón, rectas!).

[G.U. ha utilizado (y la seguirá utilizando) como principal —pero no única— referencia la obra PIET MONDRIAN (1872-1944), Composición sobre el vacío, de Susanne Deicher, Ed Taschen, una experta].

jueves, 21 de noviembre de 2024

La Casa Schröder cumple cien años

Casa Schröder (Utrech), Gerrit Rietveld, arquitecto. Los tres alzados

DEDICADO AL COLEGA F.C., con motivo de su 1.111.111

[Viene esto a cuento de la entrada de F.C. acerca de la casa Schröder, del arquitecto Gerrit Rietveld (1888-1964). La teníamos en borrador desde hace tiempo, pero G.U. aprovecha para darle el "clic" ahora, desde Ibiza, donde está por motivos familiares, ciertamente poco agradables. Se trata de un momento en que este bloguero no se encuentra bien y carece de ánimo para crear "contenidos"].

El caso es que vemos ahora que nuestro colega y sin embargo amigo F.C. está de celebración, con unos guarismos envidiables, y le felicitamos por ello. Demuestra que no todo es basura en las redes.

No solo lo dice G.U., ojo. De Stijl es uno de los movimientos más coherentes y más influyentes del arte, de la arquitectura y del diseño modernos. Se formó en la Holanda (o sea, Países Bajos) de 1917 (el año de la revolución rusa). El nombre del movimiento proviene de la revista mensual holandesa de estética y teoría del arte De Stijl, cuya edición y financiación corría a cargo de Theo van Doesburg.
Portadas de la revista De Stijl (1917, 1919 y 1924-1925) vía Revista Amberes
Como sabrán, Holanda se mantuvo neutral durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y no tuvo participación en ese horror. Ese "quitarse de en medio" se basaba en la creencia de que su posición estratégica entre unos y otros garantizaba su seguridad. La Segunda Guerra Mundial fue otro cantar...

La Declaración de Neutralidad proclamaba que las hostilidades no estaban permitidas dentro del territorio y aguas del Imperio holandés; que a ninguna nación se le permitiría utilizarlos como base para operaciones militares; y que los soldados extranjeros que, por cualquier motivo, cruzaran al territorio holandés, serían internados en campos de prisioneros de guerra durante la guerra.
Mapa del inicio de la Primera Guerra Mundial (1914)
Todo eso, unido al alto nivel de vida de ese país —pese a la cierta escasez que produjo el conflicto—, al avance de las técnicas industriales y al progreso de la arquitectura funcional respecto de la historicista, fueron algunos de los factores —no los únicos— que propiciaron la formación del movimiento De Stijl.
Piet Mondrian, Composición: planos de color con superficies grises, 1917-1918
Colección Max Bill, Zurich
 [A Mondrian y su evolución desde el arte figurativo al abstracto les daremos de comer aparte otro día]
Theo van Doesburg, Construcción espaciotemporal II  (1924) / Museo Reina Sofía
No olvidemos que fue Theo van Doesburg el fundador y teórico del grupo. Si ven esta imagen quizá comprendan mejor la "Casa Schröder", situada en Utrech, y la "Silla roja y azul", de Gerrit Rietveld, de la que decía el propio van Doesburg que era "una escultura abstracta para el interior del futuro".
Casa Schröder, interior (1924) / Silla roja y azul (1918)
Gerrit Rietveld, arquitecto
El padre de Gerrit Rietveld —arquitecto de la casa Schröder— era ebanista y, quizá a partir de esa influencia, se le ocurrió organizar esas tablas y pintarlas de rojo y azul, con algunos cantos amarillos. Neoplasticismo —así se denomina al movimiento de De Stijl— en estado puro: la "Silla roja y azul" (1918). El equivalente en "3D" de las composiciones pictóricas de Mondrian y otros. Una de las sillas más incómodas de la historia, pero también una de las más hermosas, para el modesto gusto de G.U.
El pintor postista Antonio Beneyto (Albacete, 1934-Barcelona, 2020)
[Posa ufano sentado en una silla de su casa / Fotografía: Miquel Cartisano]
No todo el mundo considera que sea incómoda, v.g.: el pintor albaceteño Antonio Beneyto. Estaba la mar de contento sentado en ella; incluso se ponía en esas ocasiones sus espardenyes rojas, en sintonía con la "Silla roja y azul". También F.C. asegura que es más cómoda de lo que parece a simple vista.
Gerrit Rietveld, Casa Schröder (1924), interior de la planta superior
Rietveld quería dejar la planta superior totalmente abierta. La señora Truus Schröder, propietaria, consideró, sin embargo, que como espacio de vida tenía que poder ser utilizable de varias maneras.
Gerrit Rietveld, Casa Schröder (1924), planos de la planta superior, abierta o cerrada,
Como se ha indicado, Rietveld era ebanista de formación, por tradición familiar. A instancias, pues, de la susodicha propietaria, diseñó para la planta superior un complejo sistema de tabiques, plegables y desplazables, que pueden abrirse hasta conseguir una planta completamente libre, pero que también pueden cerrarse para independizar las diferentes estancias. Los cambios en el pavimento sirven para indicar las distintas separaciones que pueden realizarse. La planta alta de la casa se convirtió así en un espacio abierto y flexible, tal como deseaba Truus Schröder. Una pared es medianera, como se aprecia.
Este vídeo, con tecnología 3D, resulta explicativo. Solo apto para los que tengan interés en el asunto.