Estos días se cumple un año "del año de hace un año", ya saben. Los telediarios son cansinos, y se han llenado de esas frases tiernas o grandilocuentes, siempre buenistas. También de aquellos aplausos antiguos en los balcones y de testimonios estremecedores, aunque no hemos visto ni un ápice de crítica hacia lo que se hizo mal, que lo hubo.
Se habla de lo que hemos aprendido en este tiempo. Diversos tipos nos explican cómo han sobrellevado el asunto, que si los abuelos, que si la falta de abrazos, que si los bares cerrados y no poder reunirse, qué drama. Es cierto, no poder estar con familiares queridos y con amigos a los que aprecias está siendo duro. En fin, qué decir, un año no pasa en balde y menos para los que tenemos más pasado que futuro, pero el drama auténtico es para las familias de los que han fallecido, para los que tendrán secuelas importantes, para los que no han (hemos) podido seguir el tratamiento médico requerido y para los que se han quedado sin nada que comer, sin trabajo y cargados de deudas.
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[granuribe50] |
G.U. reconoce que ha aprendido cosas que no sabía acerca de cómo fabricarse una mascarilla cuando no había ninguna y se nos decía que no era necesaria, pero intuíamos que sí; y cuando empezaron a llegar, que si higiénicas, quirúrgicas o FFP2. También adquirió conceptos sobre hidroalcoholes, limpiadores desinfectantes, guantes, lavado de manos, etc.
Oyó al principio con atención las cansinas monsergas del Dr. Sánchez, aunque luego ya le aburrió soberanamente ese sujeto. También el ronco pero atiplado runrún del señor Simón. G.U. se hizo un experto en curvas de evolución de la pandemia y en vacunas, que parece que a fin de cuentas será lo que único que nos haga salir de este quilombo, aunque todavía ignoramos si la persona ya vacunada deja de contagiar o no. No se nos ha dicho y no estaría de más saberlo.
Bueno, ya que citamos a esos dos tipos, decir que G.U. se ha reafirmado en esa percepción que acumula desde hace tropecientos años: la manifiesta incompetencia de nuestros políticos (y políticas, seamos paritarios) de todos los pelajes, incapaces de organizar nada con cara y ojos, pero siempre dispuestos a crear líos. Y, lo que es peor, se ha hecho todavía más consciente de la incultura, estulticia y falta de solidaridad de muchos de nuestros conciudadanos, especialmente de los más jóvenes, aunque no solo de ellos. Todo eso, combinado, le hace intuir a este bloguero que, en este plan, será difícil salir de esta situación; la rueda del hamster que da vueltas y más vueltas seguirá dándolas.
Pero, todo sea dicho, mientras uno estaba encerrado en casa, mucha gente ha seguido trabajando, corriendo grandes riesgos e incomodidades en muchos casos. Los trabajadores sanitarios, por supuestísimo, aunque más de uno se haya amparado en la falta de medios y la masificación para hacer menos cosas de las que correspondía. De todo hay en la viña del Señor. Están también los que dan clase y los que limpian las aulas; los que nos han dado vendido comida en los supermercados. Y los obreros que han seguido trabajando, teniendo que desplazarse desde el quinto coño; al lado de casa han terminado una escuela en un plis plas y, unos metros más allá, han acabado una especie de zona verde que está bastante bien, pero demasiado apta para patinadores y botellonistas; cosas de la Colau. Por fortuna la vida sigue.
Acerca de cómo ha pasado G.U. este tiempo tan desolado, al que le interese le rogamos encarecidamente que permanezca atento a la pantalla. Será en breve, y se titulará "Se cumple un año (2)". Bueno, ya veremos.