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Por fortuna hay gente como Lluís Bosch —también Albert Soler o Ramón de España, aunque estos últimos lo hacen en clave de humor, muy de agradecer— inasequible al desaliento y que nos sigue regalando con muchísima frecuencia textos certeros, con una prosa admirable que para sí quisiéramos otros. Seleccionamos unos párrafos de Lluís Bosch:
«Hay quien, al nacer, hereda un apellido notable. Y con él, una hacienda, un patrimonio. A veces hereda el prestigio que la comunidad le ofrecerá por ser el hijo de alguien, de algo, el hidalgo. Lo he visto siempre y, aunque no deje de sorprenderme, así es. Hay apellidos que abren puertas, que se pronuncian con respeto y con veneración, que se cantan, que se oran. Hay apellidos que son el mundo entero y resuelven una vida. Su abuelo fue un gran patriota; su padre levantó empresas, era un intelectual, un artista. Hay apellidos con terreno adosado, con cuenta corriente sin fin, con carné del Barça, con cargo en la Generalitat. No te hace falta perder el tiempo escribiendo tu currículum vitae para encontrar un buen puesto de trabajo: con el apellido en medio de una hoja en blanco basta: los ujieres te abren la puerta e inclinan la cabeza a tu paso, como el cachorro que huele al jefe de la manada.[...] La libertad, para el que nació con el apellido del paria o del pringao, del charnego o del parado de larga duración, puede pasar por hacerse policía. Lo he visto varias veces: ningún hijo de rico se ponía a poli ni a guardia civil. En los pueblecinos de la Extremadura más pobre nacen policías a diario. La escasa libertad que comprarán les costará el desprecio de los vecinos con buen apellido. Incluso le tirarán piedras si la ocasión se presenta. Fue Pasolini quién se lo advirtió a los jóvenes izquierdistas radicales y airados de su tiempo: los policías son hijos de pobre, acordaros de eso cuando os vayáis a las manifestaciones.[...] Lo siento, pero no veo poesía alguna en los adoquines que se lanzan a los que se metieron a policías para obtener algo de libertad, la oportunidad de salir del pueblo miserable. No veo épica ni lírica en el contenedor de todos ardiendo en la calle, en las llamas que consumen la motocicleta humilde, el semáforo impávido alcanzado por el odio gratis de un fuego pálido e inútil. Nadie se mete a policía o a Guardia civil cuando ha nacido rico y con hacienda. Y quemar un contenedor es lo mismo que quemar una escuela pública. A quienes nacimos con poco, viene uno que lo tiene todo y nos quema lo que lograron nuestros abuelos y abuelas. Y a eso le llama revolución, e invoca entre las llamas rituales el fantasma de nuestra libertad tan débil». Lluís Bosch, Los policías son hijos de pobre (Las viñetas de El Roto son de 5/2/2021 y 19/2/2021) |
Gran texto el de Bosch. El propio Passolini, si no recuerdo mal, era hijo de policía.
ResponderEliminarMateo M.
LLUis tiene una prosa incomparable.
ResponderEliminarsalut
Claro, conciso y muy bien dicho. MJ
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