Nos dedicamos hoy a la arquitectura, un tema que interesa bastante a este bloguero, aunque quizá no entienda todavía lo suficiente (a pesar de que tiempo ha tenido, desde luego). Y en este caso, fijamos nuestra atención en la arquitectura que pretende ser presuntamente metafórica.
En efecto, pero aquí ya no se trata de metáforas, no vamos a hablar de la "arquitectura metafórica" que practicaron con acierto Saarinen (aeropuerto de Nueva York, por ejemplo), los edificios "estilo barco" del racionalismo (verbigracia el Club Náutico de San Sebastián, de Aizpurúa y Labayen) o el Moneo del Kursaal, por ejemplo, utilizando la analogía y la metáfora como fuente de inspiración primaria del diseño. A esa nos dedicaremos en otra ocasión, quizá no lejana.
The Big Duck, en Flanders (Long Island) |
Para Robert Venturi (los que entiendan algo de esto ya saben de quién hablamos), un gran fan del "Big Duck", hay dos caminos para que un edificio sea "comunicativo": que en su forma exprese su función (como hace una catedral gótica o un restaurante con forma de pato) o que sencillamente sea un "tinglado decorado", un edificio funcional con un rótulo gigante, tal como explica en su famoso libro "Aprendiendo de Las Vegas".
Ambos caminos están en las antípodas de Adolf Loos (gran exposición la dedicada a él en Barcelona y luego en Madrit) y su concepción de la casa como máquina desnuda por fuera y como obra singular, cálida y comunicativa por dentro. También en el polo opuesto a la manera de entender la arquitectura por parte de Gran Uribe. Para Venturi, en cambio, se trata de lo contrario: máquina funcional y anónima por dentro y obra singular y "comunicativa" por fuera. ¡Peligro!
Aquí tenemos varios ejemplos de "edificios pato", como se les suele llamar, varios de ellos situados en China: un enorme pez, un pelotón de fútbol, un piano y violonchelo gigantes, una tetera XXXL, una especie de macrocesta de pícnic, unos tomos de libros muy gordos, un teléfono móvil de tamaño familiar y un gran buque con su piscina en el ático del hotel:
No se piensen ustedes; aquí también tenemos nuestros propios ejemplos autóctonos, además de Calatrava. En la Rioja han surgido bodegas como setas, con una arquitectura absurda en algunos casos. Pobre de aquel bodeguero riojano que no se haga construir un edificio emblemático y, si el presupuesto no llega para un arquitecto estrella, se busca otro más "de estar por casa" pero con la condición de que proponga un resultado lo más invasivo y aparatoso posible.
Aunque con un resultado menos impactante, en el Penedés no podían ser menos en esta línea, no en vano en Cataluña 'som els millors'. Las cavas y hotel Mastinell, a tiro de piedra de Vilafranca, es obra de los arquitectos Josep Juanpere y Lluís Escamis, que han llevado a término su idea de integrar en el entorno de las viñas un edificio que imita la forma en que se apilan las botellas durante la segunda fermentación del cava catalán, con ciertas resonancias modernistas.
Bodega y hotel Mastinell (Vilafranca del Penedés) |
A mí, como me gusta la geometría, mi estilo predilecto es el racionalismo. Y si es de los años 30, todavía más (por el toque histórico). Dicho esto, el edificio de las botellas tampoco me disgusta, pues tanto círculo ordenado en su fachada, con esa onda que forma el alero le hacen, a mis ojos, bien vistoso. No obstante, la moda que comenta, no me agrada, pues esas obras acaban siendo puro "kitch". Venturi, que sale en un par de libros que tengo (recuerdo sin mirar Google "la casa de su madre", no me gusta y me resulta algo incalificable, lo que no quita para que valore su aspecto "investigador". Opiniones, todas ellas, de un aficionado de tercera, conste.
ResponderEliminarMateo M.
Huyo del modernismo. De lo barroco. De las líneas flamígeras.
ResponderEliminarTodo lo que se acerque al Art Decó me agrada. Lineas rectas y puras. Simplificación armoniosa del conjunto. Si ha de haber curvas, que las haya, pero sin volutas, ni adornos supérfluos.
De todas estas fotos quizá me quedara con la de los libros, pero no estoy seguro. La casa del pato es como para coger un dolor de barriga, aunque puestos a pensar siempre le quedará a uno el rincón del pico si es que quiere escapar de visitas indeseadas.
salut
Comparto el gusto de Mateo M. por el racionalismo de los años 30 (un poco menos con el hotel de Vilafranca) y el de Tot Barcelona por el "art deco" y las líneas rectas y puras. Me gustan las curvas de las esquinas y de las terrazas de los edificios del racionalismo (por ejemplo, las de la Casa Vilaró, en Gracia).
EliminarEn cuanto a lo de refugiarse en el pico del pato, no es mala idea. Desde el ojo (que es el faro de un "Ford") se divisa la llegada de alguien que no deseas (verbigracia: tu sastre, que viene a reclamarte que le pagues) y te refugias rápidamente en el pico tras exclamar: ¡por ahí viene mi sastre!
Por fuera ese edificio de bodegas de Vilafranca no me gusta mucho. Es demasiado real y en grande el parecido con una cava no resulta. Todo esto para una profana en el asunto. MJ
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