viernes, 15 de junio de 2018

Un hermoso relato de Rafael Chirbes

Lluís Bosch, un escritor muy bueno al que G.U. sigue habitualmente por su blog mildimonis, nos habla de esta obrita del gran Rafael Chirbes, editada recientemente en pequeño formato. De ella comenta: «es una joya de la literatura breve. Un cuento de menos de 50 páginas fascinante, bello, delicado. Cuenta un montón de cosas con la suavidad de quien cuenta anécdotas intrascendentes. Hay que ser muy bueno escribiendo para poder llegar a escribir así. La última frase del cuento reza: "yo quería seguir perteneciendo a todo aquello". Tres verbos en siete palabras. En otros casos (en otros escritores) eso olería a perro muerto, pero en la pluma de Chirbes es eso, una joya».

Pues sí, hay que ser muy bueno, como dice Lluís. Por sencillo que nos pueda parecer, ¡uf!, qué dificil debe de ser escribir sobre los recuerdos de un niño de siete años, aunque sean nimios, desde la pluma de un adulto, respetando la visión infantil y sin parecer ni noño ni "un catedrático". Ya quisiera G.U., y eso que en su familia había personajes muy peculiares, probablemente bastante más que los que aquí se describen. Pues Rafael Chirbes lo hace, y muy bien, como no podía ser menos, en "El año que nevó en Valencia", un relato de apenas cuarenta páginas y además muy esponjadas (cuarenta y ocho, para ser exactos).

En él rememora, de manera un punto deslavazada, un recuerdo de su infancia, una insólita (ya que no se celebraban habitualmente estas cosas en su familia) fiesta de cumpleaños de su tío Pablo, hermano de su padre —fallecido de accidente hacía poco tiempo—. Allí asiste toda la familia paterna y también su madre, recién abandonado el luto por su marido. Sucede en la Valencia de 1956, durante una gran nevada, y quizá eso ayuda a que ese recuerdo quede más grabado en la memoria de Rafael, casi coetáneo de G.U., por cierto. Estas son las últimas páginas del relato:

Rafael Chirbes, "El año que nevó en Valencia" (final); Nuevos cuadernos Anagrama, 2017

El caso es que en ese momento que nos evoca, su vida estaba a punto de cambiar, aunque él todavía no lo sabía durante la fiesta. Tampoco sabía entonces que a su tío Pablo le quedaban seis meses de vida. Su madre se lía con un sujeto apodado "El canario", con el que decide marcharse a Galicia, dado que el asunto parece intuirse que no es bien visto por su familia política. Y Rafael tiene que ir con ella, claro, aunque él "quería seguir perteneciendo a todo aquello"...

2 comentarios:

  1. Un fragmento estupendo.
    Esa manera de expresar emociones de manera clara y sencilla lo he percibido en más de un valenciano. Una cierta alegría, no sé si llamarlo sentido del humor o quizás espontaneidad, también para hablar de situaciones propias, es algo bastante común entre ellos. MJ

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  2. Pues sí, en muy pocas líneas dice muchas cosas, sin parecer que las dice. No es nada fácil escribir bien...
    El Tapir

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