domingo, 20 de mayo de 2018

La emoción de lucir el lacito amarillo

CUANDO LOS ANTIFRANQUISTAS DE VERDAD CABÍAN EN UN AUTOBÚS

Al salir de nuestro último gin-tonic de media tarde, tan gozoso como otros anteriores, le comentaba a El Tapir que la mayoría de las personas que llevan el lacito amarillo es gente de edad provecta, mayor o muy mayor. Ante su sorpresa —él no vive aquí— me reafirmé en ello, y le añadí que es gente que da la impresión de que ahora se atilda con esmero para el momento en que sale a la calle, y lo hace luciendo ese adminículo en pareja, ambos dos muy dignos, orgullosos y tiesecitos. Y le comenté que no lo entendía, ya que en la casa familiar sus progenitores no habían sido antifranquistas —muchos de ellos— sino más bien todo lo contrario, aventurando G.U. que tal vez les habían prometido ahora en los "casals per a gent gran" unas pensiones estratosféricas o vaya usted a saber qué.

Javier Cercas, un tipo culto, inteligente y que conoce el percal, incide en este asunto y le da una lectura más profunda y menos prosaica al arraigo de los lacitos entre las personas más vetustas y también al reciente frenesí separatista entre los más jóvenes.

Lo hace en su artículo de hoy en EL PAÍS SEMANAL, muy bueno, titulado ¡Antes la barbarie que el aburrimiento!

Javier Cercas, "¡Antes la barbarie que el aburrimiento" (fragmento) / EL PAÍS SEMANAL (20/5/2018)

1 comentario:

  1. Es posible que en todos los lugares en los que arraigan los discursos supremacistas la gente se esté aburriendo. Y luego venga lo otro. Entonces ya no es solo aburrimiento, sino el componente de creerse mejores, de hacer pasar por el tubo a los que no piensan de ese modo.
    Vale con el chico que quiere vivir la aventura de la independencia porque se aburre, pero es que hasta ahora ésa no ha sido una opinión mayoritaria en la sociedad catalana. Y aún así él quiere vivirla, como sea, aunque sea poniendo a un "president" como Torra. Eso ya no es aburrimiento, ¿es barbarie?. MJ

    ResponderEliminar