«En efecto, este escritor de origen biológico incierto, que según la leyenda fue adoptado sobre la marcha por un taxista, no tiene los ojos azules ni un hoyuelo en la barbilla, como le hubiera gustado; en cambio, gracias a su esfuerzo la vida le ha regalado un rostro digno de figurar en un cartel de Wanted junto a los atracadores del tren de Glasgow. Imagino a Juan Marsé tumbado en una hamaca en Copacabana, relamiéndose de gusto como un gato después de semejante hazaña, convertido en un Pijoaparte internacional en busca y captura, dicho sea con toda la admiración.[...]
Era un joven subalterno, empleado de una joyería, que iba para perdedor, con las manos en los bolsillos en las tardes desoladas de posguerra en Barcelona, pero lo salvaron las lecturas, los héroes literarios. Ya había hecho varias tentativas de relatos con que ganó algunos premios cuando le vinieron a ver en sueños un charnego desclasado, ladrón de motos, un tal Manolo, de apodo Pijoaparte y una rica muchacha progre del barrio de San Gervasio, llamada Teresa. Esos lances literarios solo suceden cuando un ángel se sienta en tu hombro. La historia de las últimas tardes de este tipo con esta chica cayó en manos de aquel grupo que tomaba whisky en la trastienda de la editorial Seix Barral jugando a ver quién era más moderno, cáustico y decadente, el propio Carlos, Gil de Biedma, Castellet, Joan y Gabriel Ferrater. Aquel escritor desconocido que había mandado ese original había dado en el clavo.[...]
Juan Marsé es ese escritor con chancletas que acaricia un perro en casa sentado junto a la mesa de la cocina y también ese señor disfrazado con un chaqué que recibe el premio Cervantes de manos del rey de España. Entre estas dos imágenes está la playa de Calafell, las hamacas en el jardín de Nava de Asunción con Gil de Biedma, los oscuros peluches de Bocaccio, los garitos de Tuset Street, los martinis secos en la barra de la botillería Boades, la redacción de la revista Por Favor, la sombra protectora de Carmen Balcells. Ha aceptado los honores, premios, medallas y demás metralla, con una sonrisa a medias de conejo y de impostor. Ha declinado la invitación de ingresar en la Real Academia de la Lengua, por lo mismo que Groucho Marx rechazaba hacerse de un club que lo aceptara como socio. Marsé da la sensación de no acabar de creerse lo que la vida le ha deparado. Tal vez piensa, como Rafael Azcona, que un día llegará a su casa un individuo de negro investido de autoridad y le pedirá que lo devuelva todo, que el éxito no ha sido más que una broma».
Manuel Vicent, Juan Marsé: solo proteína, sin conservantes ni colorantes, EL PAÍS (30/5/2016)
Juan Marsé, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Ángel González y José Agustín Goytisolo |
A mí, como a Gran Uribe, me gusta todo lo que escribe este tipo hosco, de aspecto malhumorado. Hay quien dice que siempre escribe el mismo libro. Es posible que sea así, pero, parafraseando a los Rolling Stones, "It´s only rock and roll, but I like it". Y no sólo me gusta lo que escribe y cómo lo escribe; me gusta su persona, su ética sin aspavientos, su discreción su saber estar...
ResponderEliminarEl Tapir
A mí también me gusta Marsé, y tampoco diría que escribe siempre el mismo libro, o no más que cualquier otro escritor. Describe en sus libros los ambientes y los tipos que conoce -magistralmente, en mi opinión-, y de ahí alguna que otra coincidencia. De todos modos, y si hubiera que elegir, yo me quedo con sus "Últimas tardes con Teresa". Inolvidable.
ResponderEliminarNo, no, con eso de que escribe siempre la misma novela no estoy de acuerdo en absoluto. Los personajes siempre son perdedores y la ubicación geográfica casi siempre es parecida, es cierto, pero las historias son muy diferentes, y la manera de escribirlas también, en mi opinión.
ResponderEliminarPor otra parte, un novelista que se ha alimentado muchísimo del cine no ha tenido mucha suerte con las adaptaciones que se han hecho de sus novelas y es comprensible que Marsé se suela enfadar con ellas: no es para menos. Buenas novelas como Últimas tardes con Teresa, La oscura historia de la prima Montse, Si te dicen que caí, El amante bilingüe, Canciones de amor en Lolita’s Club, etc., que no encontraron buena traducción al cine, o malísima en algunos casos. Por no hablar de El embrujo de Shanghai, novela estupenda, de la que Erice hubiera hecho una maravillosa película si le hubieran dejado.
Por lo demás, totalmente de acuerdo con Tapir en lo que se refiere a su ética sin aspavientos, su discreción, su saber estar.
En cuanto a Manolo Vicent, muy bueno su homenaje, pienso que a Marsé le encantará leerlo, seguramente más que ver las películas que suelen pergeñar a partir de sus novelas...
Sí, el hombre no ha tenido mucha suerte con las adaptaciones de sus novelas al cine. Y es una pena porque, aparentemente, muchas de ellas parecen estar pidiendo a gritos una adaptación...
EliminarEl Tapir
Estupendo escritor y persona JM. MJ
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