«Cuando los veo tan sonrientes observo lo que
pasa después y me da por reír. Escenas como la que voy a describir se
reproducen cada día en la ciudad donde vivo, en cada calle, cuando voy a
comprar el pan o a por tabaco en el chino de urgencia, Barcelona es un estudio
de fotografía callejero. Riadas de carne, entregadas a la tarea de sonreír ante
la cámara, estiran el palo que les ha vendido un paquistaní en la plazuela y
estiran más todavía los músculos faciales o muestran el símbolo de la victoria.
Inmediatamente después de hacer la foto las
caras se ponen serias, las sonrisas se desvanecen en recelo, los ojos son satélites
espía alrededor de las órbitas. Amenazantes, rodean el teléfono y escrutan la
pantalla, fiscalizan si el selfie hace justicia a la idea de un viaje
apasionante. Negocian entre sí.
Es fundamental que todos los contactos de Facebook
rompan a salivar de envidia cuando vean la foto. Soportar la sangría hedionda,
la paella de contrachapado, las estafas de chiringuito, las picaduras de los
insectos, todo eso es parte de la campaña de marketing vital, del rodaje. Una
aventura fabulosa en la ciudad más loca del Mediterráneo.
No les importa la experiencia sino la
recompensa intangible, la respuesta inmediata plagada de smiles y corazoncitos,
el guapa-guapa como de señoras que ven pasar a la infanta. Tiranizados por su Ítaca,
arrastran por todo el periplo sus mamas exhaustas en una yincana pegajosa, embadurnadas
de crema de protección solar que en realidad es un mejunje lubricante para penetrar
en la popularidad.
Il. de Monstruo Espaguetti |
Igual cuando van a restaurantes y sacan la
foto de la comida que van a meterse entre pecho y espalda con el gesto
desangelado y la mirada perdida. Robots que se alimentan y alimentan al mismo tiempo
el estómago inagotable de la celebración virtual. ¿Aspiran a llenar la panza de
los demás? No, intentan nutrir su imagen pública, que es una obesa, y por eso
los verás meterse en la boca la comida que han fotografiado mientras repasan, móvil
junto al plato, el banquete de retuits y de felicitaciones. Ojo, si el primer
plato tuvo poca repercusión habrá que colocarle al segundo un filtro de
Instagram diferente, otro aderezo, un poco mas de pimienta o de sal.
Comer y ser comido al mismo tiempo. Orquídea
fantasma en lo más apartado de la jungla. Manada de seres humanos, "aquí,
sufriendo", como santos con un estigma de plástico y grafeno. Obligarlos a
vivir sin el teléfono sería condenarlos a una vida peligrosa, pero lo más
alucinante es que antes y después de la foto lo están haciendo todo mal. Cuando
se acaba la batería se termina el oxígeno de la nave espacial»[…].
Juan Soto Ivars, Aquí, sufriendo (fragmento), TENTACIONES (28/5/2016)
Comentario de texto: En Milán pasa lo mismo que en Barcelona, señor Soto Ivars (ex "Murciano en la corte del rei Artur").
¿Qué porcentaje de gente no sabe, como yo, hacer fotos? Es algo que me gustaría saber. MJ
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