jueves, 12 de febrero de 2015

La nueva Diagonal y el autobús

Un tramo de la reforma de la Diagonal de Barcelona está próximo a inaugurarse de cara a las elecciones municipales. No sabemos cuánto ha costado. Tampoco sabemos si sigue vigente el asunto del famoso tres per cent y, en caso afirmativo, qué parte de ese porcentaje irá a parar a las arcas de CiU. Quizá se lo podríamos preguntar al alcalde Trías, sujeto que no pasa por su mejor momento, como sabéis. Bueno, en fin, lo de siempre: el diseño de la ciudad al servicio del gran capital y no de la gente de a pie.

Muchos pensaban que las obras se hacían para solucionar el problema de la gente que espera el autobús y que corría serio peligro de morir atropellada por algún raudo ciclista. ¡Santa inocencia! Bien, eso quizá no ocurrirá tanto pero a partir de ahora esa gente estará como sardinas en lata y costará muchísimo esfuerzo acceder a las paradas.

Simulación por ordenador de las nuevas terrazas en la DiagonalTodo el espacio que sobra en las aceras falta en el andén de las paradas, en clara desproporción. ¿Por qué será? Una cosa empieza a estar clara: esta operación de maquillaje urbano ha sido diseñada directamente para beneficiar a algunos comerciantes. También para conseguir habilitar espacio para terrazas de bares, cafeterías y así aumentar el interés de las empresas por alquilar ciertos locales hasta ahora inalquilables.
La cosa puede ser más o menos así: a las horas punta, japoneses recorriendo escaparates de tiendas glamurosas procurando no romperse el tobillo  con el nuevo pavimento de hojas de plátano; los guiris ya sentaditos disciplinadamente en las terrazas de los restaurantes con las velitas encendidas y la gente que sale de trabajar hacinada en el estrecho andén del autobús vigilando no caer a la calzada.

Está claro que todo no cabe. Ha empeorado aún más la circulación de los autobuses, con un ancho de carril que no cubre mínimos y se ha perdido, además, la oportunidad de hacer más cómodo el acceso del peatón a las paradas de autobús y su estancia en ellas. Un desastre. La gente usuaria del transporte público está que trina y no es para menos.


Un ciudadano expresa su opinión en tono un poco irónico. Dice así:

«Quiero mostrar mi sincero agradecimiento al señor Trias, a la sazón alcalde de Barcelona, por varios motivos:
- Gracias por trasladar las paradas de autobuses de la Diagonal a un enclave algo más complicado, y con el mínimo espacio disponible para los sufridos usuarios de las mismas (agradecemos que alguien vele por la comodidad de los barceloneses).
- Gracias por dejar unos enormes árboles en medio del espacio de las paradas. Loable que el alcalde obligue a practicar saltos de obstáculos, a los que circulan en silla de ruedas, con carritos, etc. (potenciando prácticas de “rehabilitación”…).
- Gracias por hacer imposible el acceso a las mencionadas paradas desde varias calles principales, debiendo el usuario dar toda la vuelta. Una forma incuestionable de mejorar el sistema cardiovascular de los barceloneses (y de promover la venta de calzado).
- Gracias por cambiar las aceras de la Diagonal con unas baldosas muy estéticas, de probada eficacia rompe-tobillos (la industria médico/ortopédica se lo agradecerá).
- Gracias por privar al tráfico rodado de Barcelona de un carril en cada dirección de la Diagonal. Colapsando el tráfico se potenciarán la fortaleza y paciencia del conductor (y se pondrán más multas).
- Gracias, en fin, señor Alcalde, por hacer oídos sordos a lo que Barcelona respondió al anterior jefe del consistorio sobre las obras de la Diagonal. Que Hereu gastara 1 millón de euros en la encuesta, al señor Trias le ha parecido poco, y lo remedia con unas obras que nadie ha pedido, nadie quiere y todos deploran».
Atentamente,

Un ciudadano agradecido

3 comentarios:

  1. Hombre, todas las obras en la vía pública producen molestias. Si sólo fuera eso, bastaría con armarse de paciencia durante su ejecución, porque el futuro se adivinaba mejor. No obstante, el objetivo final de estas obras no parece ser el de facilitar y mejorar la vida del peatón, sino el de beneficiar a determinados comerciantes, especialmente a los que tienen cafeterías. Que nadie dude de que las aceras se van a ver invadidas por mesas, sillas y demás mobiliario propio de terraza de bar, y los peatones, una vez más, tendrán que hacer malabarismos para pasear por la vía pública. Son pequeñas esclavitudes de tener una ciudad turística y con buen clima. Como siempre, agua y ajo.
    El Tapir

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    1. Efectivamente, tal como señala usted, habrá que hacer malabarismos para pasar también por la acera, si se confirma el enorme interés que ha desatado en el mundo de "la restauración" la reforma acometida.
      Al ciudadano de a pie, que solo quiere estar tranquilo mientras espera el autobús para ir a trabajar o volver, que lo zurzan. ¡Ah!, y de esos agradecidos bancos que aliviaban la espera, "ni los hay ni se los espera", valga la redundancia.

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    2. O sea, que no puedes esperar sentado, porque no habrá bancos...
      El Tapir

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