David Foenkinos (París, 1974) es un escritor muy interesante. Con una prosa sencilla y frases breves aborda en su novela Los recuerdos una historia melancólica compuesta a base de recuerdos, pero narrada de forma desprejuiciada, con garra, frescura y bastante sentido del humor. A Gran Uribe le gustaría saber escribir como ese tipo, ahí es nada.
En este pequeño fragmento, la abuela del narrador —un personaje muy importante de la novela— ha desaparecido de la residencia donde está internada (más tarde sabremos que en busca de sus recuerdos de infancia). El protagonista, un ser atípico, no sabe muy bien qué hacer para encontrarla, dado que la policía no mueve un dedo para esclarecer del asunto y se le ocurre un sistema bastante singular, aunque escasamente eficaz.
«El absurdo había desplazado su cursor: nuestros actos tenían una tonalidad de desesperación que impedía todo juicio relativo. Pensé que debíamos pegar carteles por todo el barrio, como se hace para encontrar a un gato perdido. Busqué una foto de mi abuela que fuera reciente, pero las últimas siempre se las habíamos sacado ante una tarta de cumpleaños o con ocasión de alguna fiesta. Me parecía ridículo anunciar al público la desaparición de alguien con ese tipo de foto. Pero bueno, no tenía elección, y sobre todo no tenía tiempo de perderme en esa clase de consideraciones. Puse en el cartel el día y la hora probable de su desaparición. Sentía las miradas fijas en mí cada vez que colgaba uno de esos carteles. Me juzgaban. Seguramente era un hecho inédito.
Y, en lugar de simpatía, percibí una agresividad ambiente. Como si el anuncio de la fuga de alguien implicara a la fuerza reconocer la propia culpabilidad. A los ojos de aquellos que me observaban, me transformaba de pronto en un nieto que había maltratado a su abuela y que se sentía estúpido ahora que ésta se había fugado. En el cartel puse mi número de teléfono para que contactara conmigo todo aquel que dispusiera de alguna información. Nadie se tomaría muy en serio ese intento, desde luego algo patético, de encontrar a una anciana.
»Unas horas después recibiría toda clase de llamadas. Adolescentes que ahogaban risitas (podia imaginar su acné solo con oír su voz) y me decían haberse cargado a la vieja; personas que buscaban matar el rato haciéndome preguntas cuando era obvio que no podían ayudarme. Hasta me llamó un periodista de la revista France-Soir, que encontraba la historia cuando menos original y estaba pensando en escribir un articulo al respecto. Por supuesto, cierta mediatización podía sernos de ayuda, pero me asustaba la idea de convertir a mi abuela en un suceso de periódico. No contesté al periodista. Por no hablar de todas las viejecitas que me llamaron diciendo que eran sus amigas y que sabían perfectamente dónde estaba mi abuela, sí, señor, claro que lo sé, espere, en cuanto haga memoria se lo digo, pero no se acordaban de nada porque no había nada de que acordarse. Fue todo tan ridículo que esa misma noche tuve que dar marcha atrás. Mientras despegaba los carteles, algunos viandantes me preguntaron; "Ah, entonces ¿ya la han encontrado?" Y yo dije que no con voz muy queda».
No conozco a este escritor, pero me ha gustado su estilo. En cuanto al "se busca abuela", supongo que es cosecha de Gran Uribe, ¿no? Saludos,
ResponderEliminarEl Tapir
Le recomiendo leer a ese escritor. No soy el único:
Eliminarhttp://www.elplacerdelalectura.com/2013/01/los-recuerdos-de-david-foenkinos.html
http://www.revistakritica.com/2012/12/resena-los-recuerdos-de-david-foenkinos.html#.VOTokfmG-Sp
No he leído "Los recuerdos", se agradece la recomendación, gran Uribe. Sí he leído "La delicadeza" y también la recomiendo.
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