«Comienza la catarsis desencadenada por la tragedia griega. En una sola semana se han desatado de golpe todas las furias: primero victoria aplastante en las urnas, en seguida formación de gobierno con los ultras antieuropeos, luego aplicación inmediata de una terapia de choque multiplicadora del gasto social, a continuación veto a la política europea de sanciones al agresor moscovita, después ruptura de relaciones con la troika como medida de fuerza para renegociar la deuda… Y así sucesivamente, en un trepidante desembarco preparador del asalto final a la fortaleza europea, cuyas defensas parecen haber quedado por el momento desbordadas. [...]
»Pero no hay por qué lamentarlo, pues el directorio europeo se lo tenía más que merecido.[...] Los tecnócratas de la eurozona pensaban gozar de impunidad para perpetrar su injusto austericidio, pues creyeron que el coste de la crisis lo pagaría sin rechistar la inerme población del sur. Pero ahora resulta que los indolentes mediterráneos han logrado disponer de un arma política con la que ajustarles las cuentas. Un arma de doble filo como la que ya esgrime Tsipras y quizás esgrima Iglesias, sin advertir que el precio del ajuste lo pagará de nuevo la sufrida población del sur.
»Entretanto, mientras Syriza canta victoria, el flamante Podemos se frota las manos entre nosotros, como ha podido verse este mismo sábado en la magna okupación de la Puerta del Sol convocada tanto para reinyectarse en vena la memoria fundacional del 15M como para celebrar el triunfo de su modelo syriziano de inspiración. Una victoria que la banda de profesores complutenses reinterpreta como claro anuncio de la suya futura que acarician como inevitable.
»Es verdad que la mayoría del electorado no comulga con su agenda oculta syriziana sino todo lo contrario.[...] Pese a no comulgar con el radicalismo de Syriza, quizá sean mayoría los que voten a Podemos. Y ello por dos razones al menos. Ante todo, como voto de castigo al aciago bipartidismo. Y además por efecto de la polarización, que retrae a los moderados incrementando su abstencionismo mientras excita a los indignados extremando su participación. El que calla otorga y el que más grita suele terminar por imponerse. Y para muestra, Syriza».
Enlace: Syriziana
Un equilibrado comentario sobre un asunto complejo.
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