«El Gran Timonel de la redención catalana, Artur Mas, convocó finalmente a la Historia fijando la fecha de liberación de cuanta cadena atormenta a las pobres víctimas de esta nación irredenta: un 27 de septiembre de 2015.[...]
Desde ese día, el president ha varado en ser un candidato más, y no el más interesante —aunque sea el más educado, perseverante, el que más sabe estar, el único que conoce cómo anudarse bien una corbata, y el que mejor maneja idiomas—, porque ha entregado a los gentiles el último secreto, la última magia de sus competencias: la decisión sobre la fecha de las elecciones.
En realidad, ese era el único poder que le quedaba, dada la indigencia política de su partido, la autodestrucción de su ideología multiforme, el menoscabo de su liderazgo por el fundador, y el agotamiento de la propuesta monotemática —el Procés— en una sociedad paciente, sí, pero todavía pluridimensional.[...]
Si asumimos su perspectiva de noviembre, tras la derrota de su propuesta Mas ha emprendido este enero un alegre galope hacia la victoria total y la mayoría absoluta que no logró hace dos años, y entonces, chapeau a la virtud táctica. O hacia el suicidio, festival que nadie celebra.
Todo puede suceder. Si la lista presidencial postpujolista queda segunda, a Moisés solo le quedará un moisés. Sería el colapso final de Convergència. Y si Esquerra declarase entonces abrupta y unilateralmente la secesión, en formato patrulla dels castors, que nadie llore por no obtener la independencia y haber perdido, de paso, la autonomía».
Un irónico artículo de Vidal-Folch quien, en efecto, parece que últimamente se soltado la lengua y ha perdido el miedo a decir lo que piensa, o es que ha ido modificando su opinión al ver cómo se desarrollaba todo esto.
ResponderEliminarPor otro lado: no sé si un comentarista habitual de este blog, "El Tapir", ha tomado su alias del personaje de "La patrulla dels castors", aquel amigable gordito pelirrojo, o se trata de un defensor de esa simpática especie animal en peligro de extinción. En cualquier caso, el apodo está bien escogido, porque para analizar la realidad actual hace falta bastante olfato y una nariz prominente para distinguir quién nos la quiere dar con queso y quién no, y quién tiene un morro que se lo pisa y quién no. Claro que de esos del "no" hay pocos.
No, no, El Tapir no tomó su apodo del personaje de "La patrulla dels castors", al que, por cierto, desconocía. Su apodo procede de una preocupación sincera por la supervivencia de ese ungulado en peligro de extinción. He sabido que en el zoo de Barcelona hay uno o dos (gracias a que su jaula está cercana a la de los leones que atacaron a ese merluzo que se metió a cuerpo gentil en su cercado), pero deben estar bastante aburridos, los pobres. Respecto al olfato, últimamente lo está desarrollando aún más...
ResponderEliminarEl Tapir
Gran Uribe ya creía saber la procedencia de ese "alias" y en ningún caso pensó que procediera de ese simpático personaje de "la patrulla dels castors", esa partida de imberbes jovenzuelos que afrontan sus pequeñas aventuras de "llobatons" con energía, dinamismo y ciertas dosis de buen humor, algo que falta (esto último) a la absurda aventura en que nos están metiendo esta partida de mentecatos.
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