jueves, 16 de febrero de 2017

Leyendo "Patria"

Por el momento Gran Uribe ha dejado aparcado a Galdós y sus Episodios nacionales. La verdad es que ha disfrutado mucho con algunos de ellos, con el humor de "La segunda casaca"  y la crudeza de "El equipaje del rey José", dos novelas estupendas.

Por tres euros más que el Cava Gramona que le recomendó Tot Barcelona (y que G.U. degustará el día de su santo patrón —el 19 de los corrientes—) se ha hecho con "Patria", de Fernando Aramburu, la novela que ahora está "en boca de tothom". Y se comprende su éxito actual por el tema que trata —del que muchos sabíamos de oídas pero sin haberlo vivido directamente—, por la prosa rápida y cortante, por la brevedad de los capítulos y por la vivacidad del relato, impresionante.

Ha creado polémica, sobre todo en el País Vasco, pero G.U. no ha oído a nadie decir que aquello que nos explica Aramburu que sucedió —y esperemos que no siga sucediendo— sea mentira, o posverdad, como se dice ahora. Es de suponer que a los que han vivido y sufrido aquello no les aporte nada que no sepan, pero a los demás no es raro que nos impacte bastante, a pesar de que lo que nos explica ya lo barruntábamos. En cualquier caso, dados los tiempos que corren, supone todo un aviso para navegantes...

Foto de portada (Filiep Colpaert / EyeEm / Getty Images) y texto de contraportada de "Patria", de Fernando Aramburu

Nivel avanzado:

Extraemos algunos párrafos de la crítica que hizo en septiembre pasado, antes del boom, José-Carlos Mainer, un tipo competente que fue en su día profesor de la parienta ("doña Perpetua", como la llamaría un familiar de G.U. apodado "El Patrón"):

José-Carlos Mainer
[...] «El orden del relato se ha sedimentado en un centenar de capítulos breves que adoptan la unidad de un cuento. No los unifica la cronología estricta, sino una sucesión de naturaleza emocional. También se ha diluido adrede (y con gran efectividad) la responsabilidad narrativa: no sabemos quién cuenta porque las frases —casi ráfagas— escritas en primera persona se mezclan con las formas del estilo indirecto libre y con la presencia mayoritaria de un narrador que todo lo gobierna y organiza. 

El resultado estético es un estilo urgente y minucioso que parece nacer de la misma historia contada y que busca abarcarlo todo: a través de esos diálogos expresivos en los que se usa el castellano hablado en el país (con los verbos en condicional, que sustituye al pretérito imperfecto de subjuntivo) o mediante la búsqueda de la mayor precisión en los mecanismos psicológicos de los personajes que lleva a que, a menudo, los conceptos se expresen en formas alternativas o complementarias separadas por barras: "presentía/deseaba", "estaba todo hablado/roto", "se indignó/inquietó".[...]

Patria es, sobre todo, una gran y meditada novela. Pero la tradición del género lleva incluida la virtud de explicar a sus contemporáneos algo del mundo que les ha tocado vivir, o que forma parte de su herencia: amalgamar evocación y análisis. Lo hicieron los Episodios nacionales, de Galdós, justo cuando hacía falta recordar y suturar discordias civiles, y lo hizo Guerra y paz, de Tolstói, cuando corría riesgo de olvido el origen de la Rusia moderna. Lo mismo están logrando ahora las novelas de Fernando Aramburu».

Enlace: Patria voraz

7 comentarios:

  1. No se lo dije el otro día, pero no tengo intención de leerla, a pesar de que personas que considero la han valorado bien. Nací en el 65 y el primer atentado que recuerdo fue el de Carrero. Cuando acabó la pesadilla (aunque todavía están en los créditos) caí en la cuenta de que más del 90% (dicho a ojo) de los asesinatos fueron con Franco ya muerto. Euskadi ha vivido cuarenta años de dictadura seguidos de otra dictadura de la misma duración. Como simple ejemplo, he visto homenajear a uno a menos de cincuenta metros de donde había asesinado a un convecino. Y eso que el área de Bilbao no ha sido como los pueblos, auténticamente asfixiantes. Vamos, que a poco que uno tenga abiertos los ojos y algo de memoria, no le hace falta que le cuenten nada. Otra cosa es fuera. Si la novela cuenta cómo ha sido, las personas objetivas podrán quedarse estupefactas. A mi no me apetece.
    Mateo M.

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  2. A mí tampoco me gusta, en general, ver o leer cosas que he padecido.

    Pero valoro mucho a la gente que es capaz de dar forma literaria o cinematográfica a cosas que sucedieron o que siguen sucediendo, aunque lo que me expliquen ya lo conozca.

    Galdós lo hizo estupendamente, por ejemplo, en unos asuntos que yo sabía muy de refilón por la asignatura de Historia.

    A mi modo de ver, está bien que los novelistas entren en esas cosas, por desagradables que sean, y no lo dejemos todo en mano de los historiadores, que vete tú a saber...

    Sin nada que ver con lo que tratamos, ¡afortunadamente!, ahora agradecería que alguien lo hiciera de cosas que he vivido personalmente: por ejemplo, viví unos años en el colegio de los jesuitas que nadie se ha puesto a explicar, a pesar de reunir aspectos absolutamente grotescos. Posteriormente, unos esperpénticos años en la universidad de los primeros setenta que ni le cuento lo que fueron, con la toma asamblearia de todas las cátedras, incluso las de más prestigio. Académicamente fue un desastre aunque, en aquel momento, eso nos parecía lo de menos.

    En fin, quizá algún día tenga que ser yo el que lo haga, dado que nadie se ha puesto en faena, y hay tema de sobra.

    Y ahora aunque, afortunadamente, lo que estamos viviendo donde yo vivo no tiene ni por asomo nada que ver con lo que vivisteis en Euskadi, la cosa no pinta bien y me gustaría leer a alguien que lo explique objetivamente en forma literaria o novelada. Aunque... se le tildará de facha rápidamente. No sé si donde tu vives hacen igual.

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    1. No, si a mi me parece más que deseable que haya una narración fidedigna (aunque sea ficción) de lo que ha pasado. De hecho, ellos están tratando de maquillar la historia, de que no haya vencedores ni vencidos, de que hemos alcanzado la paz, de que el Pueblo Vasco ha dado una lección y demás melonadas. Es también obligatorio decir que la mayoría de nosotros (de los que no comulgábamos) hicimos como se hizo en el franquismo: oír, ver y callar. Cada vez que salía el tema (con quien se podía hablar, claro) se bajaba la voz. Todavía hoy. Solo unos pocos levantaron la cabeza. A algunos se la volaron.

      En Bilbao, en el año 2000, el PP tuvo 70.000 votos. Fueron incapaces de lograr una candidatura municipal que llenara la lista (de unos treinta candidatos). Los del PSOE, otros héroes. Y del otro lado, unos jaleando y otros recogiendo las nueces. Por supuesto, fatxa, con tx, todo aquel que osara/ose a decir algo en contra de la riada nacionalista.

      Estas son solo unas pinceladas, pero cualquiera podría hartarse de poner cosas del mismo pelo.

      Un saludo.

      Mateo M.

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    2. Interesantes pinceladas, Mateo.
      Pues sí, se oyen muchas melonadas de ese estilo en plan ponerse medallas. Pero a la ETA la derrotó —si es que lo está— la policía y la colaboración de Francia. En cuanto a lo de fatxa o facha, por aquí más de lo mismo a quien dice algo.

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  3. Yo viví durante algo menos de un año en Euskadi poco antes de que muriera Franco. La gente, muy agradable. No pasó nada grave mientras estuve, pero algo del ambiente capté. Luego, he vivido más o menos de lejos las atrocidades. In situ debe de ser espantoso.
    Me recomendaron la novela. La leí en muy pocos días. Tremenda. Cuando la acabé, noqueada, pensé que nunca más volvería a leer nada sobre el tema. Ahora, me alegro de haberla leído, pero necesito más tiempo para poder comentarla. MJ

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    1. Desconocía esos detalles de su biografía en fechas tan señaladas. Tengo la impresión, sin embargo, de que las cosas fueron a peor después.
      La novela no la he acabado, no son temas que me resulten nada agradables, y es probable que me pase como a usted, sin ganas de seguir leyendo cosas sobre ese asunto tan absolutamente deprimente...

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  4. En mi modesta opinión, una gran novela. Y una denuncia de las atrocidades, y sinsentidos, a los que puede llevar, y lleva, el nacionalismo, y también, y más importante, de la esencia misma del nacionalismo. Yo la recomendaría, sin más, a cualquier nacionalista. Tal vez, y con suerte, diera en establecer algún paralelismo...

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