Aquí, con el fondo del procés, nos habla de algo que no es baladí: la posible secreta influencia del poso que nos dejaron nuestros predecesores y lo que puede quedar de ella en el fondo oscuro del viejo cajón.
Un servidor ha pensado sobre ello (no solo referido al campo de las ideas y no siempre en negativo) a raíz de su texto, que encabeza —no por casualidad —con una imagen de "El juez de la horca", de John Huston, que protagonizó Paul Newman. Recordemos: un tipo que se sabía al dedillo el código penal porque había cometido todos los delitos y —ya como juez de un poblacho del Far West—se dedica a ahorcar a todo el que se le cruce por delante.
Presentamos extractado su escrito, pero no estaría de más leerlo entero:
[...] «Y luego está el llamado "proceso independentista catalán", que sigue una lógica especial. Sin embargo, es evidente que en ese proceso se pueden identificar diferentes secuencias. Lo que antaño se presentó como algo simpático, festivo y una celebración democrática (sus promotores llegaron a presentar su revolución como "la revolució dels somriures") hoy vive un instante de rudeza inaudito en la Cataluña que presumía de pacífica, heroína del pacto y del diálogo, árbitro de la elegancia.
Y no tan solo porque el independentismo convoca a lo peor de cada uno, sino por que la cosa se está embarullando y ya nadie parece estar en condiciones de adivinar cual será el paso siguiente: la lógica se ha evaporado y solo permanece una desagradable incertidumbre, que se suma a la incertidumbre global.
A medida que el proceso entra en esa fase de rudeza, desprovisto de épica, de poesía y de sonrisas, van emergiendo los posos, eso que anida en el fondo oscuro y turbio del alma humana y de la historia trágica de la humanidad. Parece que venimos del horror y la barbarie, y que lo que deseamos secretamente es volver a ellas. Me pilla la redacción de este texto terminando "El corazón de las tinieblas" y quizás ese "horror" me tiene subyugado.
La Vanguardia (2/2/1943) |
Uno suele mejorar respecto a la generación que le precede, incluso llega a mejorar ideológicamente. Pero sin ser psiquiatra forense, todos sabemos que en el fondo hay una oscuridad que se arrastra, en silencio, burbujeante y semilíquida como los monstruos psicoanalíticos de Lovecraft.
Para que no me digan que me meto con los difuntos y que practico un argumentario feo, voy a hablar de mi padre.
Mi padre era un hombre de izquierdas (de la izquierda independentista arcaica, la de los años 70). Había leído, había militado en un partido clandestino y fue detenido varias veces. [...] A pesar de sus ideas progresistas (socialista, colaborador con la resistencia antipinochetista, antisomozista y etc etc), era, en familia, un hombre de praxis autoritaria y represora. La disciplina para con sus hijos ocupaba una parte central en sus ideas de lo que debía ser su labor como progenitor y educador de niños. Ese poso represor era algo heredado. No solo de un padre (mi abuelo) muy conservador, bastante primitivo, rural y simpatizante de Franco, si no de una época: la época gris del franquismo en estado salvaje, cuando el sistema se mantenía mediante la violencia.
Para desembarazarme de ese fondo oscuro, yo tuve que detenerme y bucear dentro de mi, desaprender para aprender de nuevo. Y aún así no estoy muy seguro de haber saneado completamente ese viejo cajón.
El juez Vidal |
Uno debe detenerse a meditar: se planteaban crear un nuevo país (con todo lo adánico de la propuesta), un país virginal, paradisíaco, ejemplar. Pero al primer escollo parece que se nos propone un estado infernal, puesto que se ha despertado la bestia que dormía en el fondo.
Puestos a confesar, confesaré otro asunto familiar. Mi hermano, hijo del mismo padre al cual me he referido antes, me dijo un día (siendo tanto él como yo jóvenes e imberbes): yo me haría pacifista, pero para hecerme pacifista tendríamos que cortar antes muchas cabezas».
Enlace a "El juez Vidal y las tinieblas"
[Nota de G.U.: Constantino Vidal fue alcalde de San Sadurní de Noya (así se llamaba entonces) entre 1966 y 1971]
Gracias Lluís Bosch y G.U. Reconforta leer un texto como éste. Magníficas la exposición y la descripción de este peculiar momento.
ResponderEliminarSí, este texto despierta muchas sugerencias...
ResponderEliminarEs interesante dar vueltas al tema de la posible influencia del pasado familiar, histórico y social en el desarrollo de ciertos comportamientos.
Y en el caso de eso que llaman "el procés", de lo más oportuno. Enhorabuena a su autor. Se sale de lo que solemos leer habitualmente.
Muchas gracias
F.G.
Lluis es un tipo complejo. Cualquiera que no lo conzca podría pensar que es un reaccionario. No lo es en absoluto. Doy fe. Le pasa lo que a muchos, que él no utiliza el "y tu más", que es lo práctico para aceptar que "todos somos iguales de corruptos y estafadores" y que solo tenemos que aguantar a "nuestro" gobierno.
ResponderEliminarDictamina que cada uno sea sentenciado por lo que haga.
Se que muchos no le perdonan, e incluso le acusan de ser un saco de bilis (igual que a Gregorio Morán). Nada más lejos de la realidad.
Si hay un tipo legal, un buen escribidor y una persona que se percate de la realidad, ese es Lluis.
Una abraçada.
Salut
Yo no le conozco, pero he leído algunos de sus textos y ni por asomo pienso que sea un reaccionario, sino una persona muy lúcida.
EliminarPD. "El catalán en la corte del rey Arturito", genial. MJ
Potente y amargo el texto de Lluís Bosch, que nos invita a reflexionar sobre herencias recibidas y cómo las hemos digerido y reciclado.
ResponderEliminarEl Tapir
Mire, Tapir, le digo una cosa: Lluís Bosch es un "outsider", un tipo al que nunca darán el Planeta, aunque dudo que se decida a competir en ese cenagal. Me juego una botellita de Conde de Valicourt, ese cava (catalán, naturalmente) que le gusta a usted y que me recomienda en otro lugar.
EliminarPor lo demás, nuestro progenitor —"El cruel Tirano"— fue un hombre de derechas, incluso adicto a Fuerza Nueva (sobre todo en aquellos momentos de la Transición), pero nunca fue un personaje autoritario en casa, con nosotros ni con nadie (si dejamos de lado el cepillo del cuarto de baño...). De él sólo recibimos buen ejemplo en lo ético. ¿Qué más se puede pedir?
Es muy complejo y muy sugerente lo que dice Bosch. Sus textos siempre hay que leerlos dos o más veces, nos hacen pensar y revolver cajones. Buena cosa...