Dice Altares:
Una pregunta crucial sobrevuela la última novela de Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), El impostor (Random House): ¿toda vida tiene una mentira dentro? ¿Toda existencia tiene algo de ficción? Y, yendo más lejos, en sus páginas surge otra cuestión más importante: ¿toda historia colectiva es, en el fondo, un invento?
P. … y que está saturado del tema catalán; pero ¿hay algo de la falsificación de la que habla en su libro en el movimiento independentista?
R. «Por supuesto: los catalanes falsificamos nuestro pasado para falsificar nuestro presente; y los españoles también. Todos en alguna medida lo hacemos; afrontar la verdad es duro, aunque indispensable, si uno no quiere llevar una vida del todo falsa e indecente. En cuanto a Cataluña, he hablado mucho de esa cuestión en este diario, con la máxima precisión, lucidez y honestidad de la que soy capaz. Y creo que, desde hace siglos, el mayor problema de este país es la intolerancia: nuestra incapacidad para mantener un diálogo civilizado sobre las cosas, para aceptar la discrepancia. La mejor definición de tolerancia que conozco es de Alejandro Rossi, el escritor mexicano: consiste en “no confundir un error intelectual con un error moral”.
Yo puedo estar equivocado sobre Cataluña, por supuesto: puede ser que las cosas se estén haciendo muy bien, que no se haya hecho ninguna trampa, que no se esté intentando engañar a nadie, y que además, si Cataluña fuese independiente, sería un país como Suiza o Noruega; a lo mejor estoy equivocado en todo. Pero no por eso soy un sinvergüenza, ni estoy a sueldo del CNI, ni mis padres son unos ocupantes extremeños en Cataluña. Esto es lo que debería preocuparnos a todos porque, históricamente, ha sido la catástrofe de nuestro país: si tú no piensas lo mismo que yo, cojo un garrote y te lo parto en la cabeza».
Cercas es enemigo público número uno de nuestros talibanes de plantilla (bueno, hay algunos otros: Valentí Puig, Marsé, Vargas Llosa, Francesc de Carreras, Reverte, Marías, Sabater, Loquillo, Sardà, casi incluso Raimon, etc. que compiten por ese lugar; a los talibanes no los cito porque necesitaría un espacio del que creo que no dispongo).
ResponderEliminarMuy comedido está y es de agradecer, porque la cosa sería más bien para tomarla a la ligera y con humor, si no fuera tan grave.
Afortunadament, senyor Uribe, no ha fet cap menció d´en Boadella. D´aquest botifler i poca vergonya no vull sentir parlar-ne. Gràcies!
ResponderEliminarSalutacions cordials
Pep Riudecols i Garrofeta
Hacía tiempo que no oía la balabra "botifler" arrojada como insulto al que piensa distinto. Hay que reconocer que entre las mentes pensantes y organizadoras del "procés" la han evitado cuidadosamente, no fuera que se les tildara de sectarios. Sin embargo, al parecer, sigue tan vigente entre "los de a pie" como hace siglos...
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