¡Enhorabuena, señor Wert, se está usted ganando el garbanzo!
Se habla mucho de la corrupción y de todas esas cosas, con toda la razón, pero de la penosa situación de la cultura en España no se oye ni mú de protesta a nadie salvo a los que la sufren en sus propias carnes (autores, directores, artistas, etc.)
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Denuncia la situación su director, el profesor José Manuel Blecua, en la entrevista que le hace Teresa Constenla en EL PAÍS:
P. ¿Cómo les han afectado los recortes?
R. Nos han afectado mucho y nos siguen afectando. La Academia tenía un presupuesto equilibrado, formado al 50% por subvención del Estado y el otro 50% por la venta de libros, derechos de autor, el patrocinio o la Fundación pro-RAE. Además, el Gobierno del presidente Zapatero había considerado el Diccionario histórico como proyecto de Estado y lo subvencionaba y había otra partida en los Presupuestos para el mantenimiento del edificio, que no es ninguna broma. Lo que ha ocurrido es muy simple: el Estado ha recortado la subvención de 3,6 a 1,6 millones, ha desaparecido la consideración del Diccionario histórico como proyecto de Estado, se ha suprimido el mantenimiento del edificio y han desaparecido los derechos de autor puesto que el Diccionario está en Internet. Los patrocinios ya no son tan generosos, aunque gracias a la Fundación pro-RAE vamos tapando ese déficit. La Academia tiene dos edificios: un centro de estudios en la calle Serrano y este [su sede en la calle Felipe IV, también en Madrid], tiene casi un centenar de trabajadores, dos compañías de limpieza y dos compañías de seguridad porque la biblioteca de este edificio no se puede dejar. Son factores que hacen que sea muy difícil el mantenimiento de la Academia. Por otra parte, hay que considerar que en un momento tan difícil para la sociedad española, con un paro tan elevado, no sería justo que estuviéramos por la calle pegando gritos cuando tenemos la misma subvención que tiene la Biblioteca Nacional. Esta es la situación real.
Interior de la biblioteca de la RAE y su director José Manuel Blecua |
Y ya que hablamos de la RAE, añadir que su anterior director, Víctor García de la Concha, no era santo de la devoción del mala sombra de Gregorio Morán (muy querido en este blog) ni tampoco de Gran Uribe. Se dice que el retrato que hacía de él en el último capítulo de su libro, que iba a editar Planeta, ha sido el motivo de que esta editorial se lo hiciera suprimir.
Naturalmente, Gregorio se opuso y lo publicará en otra editorial.
El diario El Mundo nos lo contaba así el mes pasado:
[...] «En poco más de dos folios, descubre la cara oculta de quien llama "personaje de Stendhal" pensando en Julien Sorel, el seminarista medrador de Rojo y negro. «Cuando yo llevaba pantalón corto -recuerda Morán- García de la Concha era ya un factótum [«persona entremetida, que oficiosamente se presta a todo género de servicios», según el DRAE] de la catedral de Oviedo y representante del Frente de Juventudes, antes había sido un niño pobre que estudió en el seminario de Valdedios, junto a Villaviciosa, que en la guerra fue un campo de concentración en donde el ejército franquista cometió crímenes atroces. Aquel cura, ejerciendo de confesor, descubre el eterno femenino y se casa con un personaje rico, es una "historia sórdida". Había sido un pésimo estudiante pero un gran trepa, un virtuoso del arte de hacer amigos y conseguir que te deban algo y cómo cobrarlo. "Era un experto en el trueque y otras turbiedades".
El látigo de Morán no sólo fustiga sus "vicios privados" sino también sus virtudes públicas, "intelectualmente su única aportación a la filología es un trabajillo simplón y deleznable sobre Santa Teresa en el que sostiene que sin la inspiración del Espíritu Santo Teresa de Ávila no sería nadie. En Salamanca conoce al gran preboste de la industria textil, -no de tejidos, sino de libros de texto- Lázaro Carreter, de su mano salta a Madrid, asalta la Academia y es nombrado secretario. Pronto tiene un inmenso poder, el de hacer millonario a cualquier editor porque decide quién publica el Diccionario de la Academia".
Amasa una gran fortuna, dirige la Academia durante tres mandatos, lo cual le fue concedido a título extraordinario, cuando lo ordinario son dos, y hasta el rey lo nombró caballero de la Orden del Toisón de Oro».
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