Un implacable análisis de Gregorio Morán en sus "Sabatinas intempestivas" acerca del 9N, con su mala sombra habitual.
Dice así, entre otras cosas:
[...]“El independentismo en Catalunya abarca con precisión una masa ciudadana que no alcanza los 2 millones. Ahora bien, esa minoría abundante controla de manera casi exclusiva buena parte de la vida social del país, empezando por los medios de comunicación y terminando con la exhibición pública agobiante de sus consignas y su afán por representar la parte como un todo. Ellos son Catalunya, los demás son adversarios a los que acojonar. Baste decir que el proceso de intimidación durante la campaña por el simulacro de referéndum llegó hasta el borde de lo cómico: las caceroladas.
Las caceroladas nacen en España como protesta contra el poder que no les escucha -la guerra de Iraq, por ejemplo- pero hacerlas en Barcelona donde el único poder real es el de quienes manejan la Generalitat, podría interpretarse como un ejercicio de intimidación hacia el vecindario que no comparte las ideas de los caceroleros. [...]
La complicidad entre esa casta hegemónica que hace como que gobierna pero que se oculta cuando debe dar cuentas de su tarea, y ese pinyol del millón ochocientos mil voluntariosos independentistas -entre los que cabe incluir a la intelectualidad vicaria y respetuosa con el mando- se exhibe con el desparpajo de quien desdeña al resto, lo marginaliza, lo convierte en extraño a su tierra; cuando en realidad son la mayoría frente a los conversos. [...]
Hay quien se admira de la voluntad popular de los 40.000 voluntarios para la consulta trucada. El voluntariado protegido, alimentado y ensalzado por el poder político no es una fuerza popular sino un recurso de quienes detentan la hegemonía. [...]
La más inquietante de las evidencias provocadas por la parodia de consulta consiste en que la hegemonía de menos de un tercio de la población en edad de responsabilidad política, incluidos los adolescentes, sea la que decide quién es catalán de pro y quién no, quién tiene aval de ciudadanía y quién no”.
Gran Uribe, le reto a que lea el pugilato entre un tal Ram y un tal Rhelan generado a raíz del artículo de Gregorio Morán. Realmente, hemos llegado a un punto en que las posiciones parecen irreconciliables. Desconocía que estábamos tan cerca del 1714... Trescientos años para esto. ¡Válgame Dios!
ResponderEliminarEl Tapir
Sé que Morán no hace amigos por estos pagos. Además de sus sabatinas intempestivas (enhorabuena en este caso a La Vanguardia por publicárselas, cosa rara) y que sientan como un tiro, le achacan que "no se integra", a lo que el contesta con contundencia: "Yo por qué cojones me de integrar. Estoy aquí para trabajar si me dejan y punto."
Eliminarestá claro que ese tal Ram no figura en su agenda de amigos. "Amigo Ram, no hemos cenado nunca juntos", diría Salvía, usted ya sabe.
granuribe50
¿Quiénes son Ram y Rhelan? ¿Dónde salen? Me gustaría echar un vistazo a sus comentarios. Es puro morbo, que conste.
Eliminarnvs
Corrijo, ya he visto el sitio. Es que yo había leído el artículo en LV, y no en Caffe Reggio, y en aquella no había respuesta.
Eliminarnvs
Veo nvt que hace usted los deberes y progresa adecuadamente. A esos dos sujetos los descubrió El Tapir, que por lo que se ve también progresa.
EliminarSaludos
Gracias a Dios que G. Morán no se ha "integrado", ni falta le hace. Si lo hubiera hecho ya no quedaría nadie para cantarles las cuarenta a quienes todos sabemos.
ResponderEliminarnvts
Si no hubiera gente como Morán que no se integra ¿a quién leeríamos? Solo nos quedarían "els de tota la vida": Pilar Rahola, Jordi Barbeta, Enric Juliana, J.B. Culla, tal vez Víctor Cucurull y otros muchos que Uribe se deja en el tintero porque no quiere aburrir y, además, del listado de ese tipo de estómagos agradecidos no está muy enterado y no quiere meter la pata.
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