miércoles, 20 de diciembre de 2017

El hombre del abrigo camina por el bosque

«Entre la mucha propaganda política que me ha llegado a casa, está la de un señor que sale a menudo a la TV, caminando por el bosque. Lo he reconocido al instante, no sólo por el inusual peinado, sobre todo por el abrigo oscuro que luce durante sus paseos forestales.

El hombre del abrigo oscuro —Fuigdemont— paseando por un bosque de Bruselas
[De la propaganda electoral de Junts per Catalunya]

Fotograma de "El cebo" (1958) / granuribe 50
»Un paseante solitario por el bosque, con abrigo largo y una sonrisa extraña —¿quién sonríe, cuando pasea solo por el bosque?— resulta inquietante: en cualquier momento te llama, pst-pst, desde detrás de un árbol mientras se abre el abrigo para mostrarte lo que preferirías no ver. 

A mis hijos mayores ya no les asusta, están acostumbrados a todo, pero el Ernest, de sólo ocho años, cuando lo ve tiembla. Yo aprovecho cada aparición televisiva para aleccionarle.

—Si alguna vez vas por el bosque y aparece un hombre como éste, echa a correr, no le hagas caso si te quiere dar un caramelo.



O sea que abro la carta y me aparece el tío del abrigo oscuro. Con el abrigo oscuro. Se ve que encabeza una candidatura, pero después de darle la vuelta al sobre, sacudirlo, desmontarlo y revolverse, no he encontrado programa electoral. De hecho, no he encontrado una sola propuesta. Sólo un folleto con la leyenda «Para que vuelva el presidente, se debe votar el presidente», y una carta que, a pesar de dirigirla a mí personalmente, empieza diciéndome «Estimada, querido», como si dudara de qué sexo asignarle, como si el bosque hubiera perdido discernimiento. Explica luego que hay una «violación continuada de los derechos civiles» —interpreto que en el bosque donde vivo— que la candidatura «nace recogiendo el clamor de la calle» —olvidado concretar a qué calle se refiere, o al menos de qué población— y que haremos «un país con más oportunidades para todos».

En resumen, pide el voto pero no realiza ni una sola propuesta, no se desliza una sola idea, no esgrime ninguna estrategia. Tal como dice el folleto que acompaña la carta, el voto servirá únicamente para que vuelva a casa el señor del abrigo, a pasear por nuestros bosques en lugar de los belgas, demasiado fríos. Ya hago bien en advertirle a Ernest, nunca se sabe.

Albert Soler, L´home de l´abric  [Diari de Girona (16/12/2017)]

Fotogramas de "El cebo" (1958) / granuribe 50



Fotograma de "El cebo" (Ladislao Vajda, 1958)

Inquietante y gran película, "El cebo". Gran Uribe la vio varias veces en el cine Adriano y le marcó toda su infancia... ¿Era para niños? No, pero como en el cartel de promoción salía este dibujo infantil (en color), se la encuadró como "apta para todos los públicos". Años después, G.U. supo que estaba basada en una novela de Dürrenmatt: "La promesa".

5 comentarios:

  1. Recuerdo el dibujo, más no recordaba el nombre de la película.
    salut

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  2. Yo recuerdo la película perfectamente, era tremenda. Fuimos a verla mis padres, mis hermanas y yo. Debió de ocurrir lo que dice G.U., como salía el dibujo infantil, se llevaba a los niños. La película nos impactó a las cuatro, pero supuso un verdadero trauma para mi hermana Carmen, tres años más joven que yo. Al principio, después de verla, estábamos aterrorizadas, luego se nos pasó, pero a partir de ahí nunca hablamos con desconocidos en la calle.
    Por cierto, menudos pelos lleva el ExMoltHonorable. Parece que lleve un mocho cardado estilo años sesenta del siglo pasado. ¿Le habrá engañado algún asesor de imagen? MJ

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    1. A Doña Perpetua también la impactó mucho esa película cuando la vio... ¡a los cuatro años! y aprendió bien la lección de nunca hablar con desconocidos. Ahora tiene intención de hacerse con "La promesa", de Dürrenmatt, la novela en que se basa aquella 'inocente' película de Vajda.

      Mi padre se debió de enterar de que habíamos ido a ver eso y empezó a disuadirnos de hablar con gente extraña por la calle, por si acaso nos topábamos con lo que el llamaba "un sacamantecas".

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    2. Por cierto, ese voluminoso mocho capilar debe de ser porque en la ciudad de las coles hace, a día de hoy, un frío del carajo y tal peinadito puede llegar a ejercer funciones de sombrero ruso o, ya puestos, del que llevan los guardias del palacio de Buckingham, ya sabe.

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  3. Y qué miedo me daría esa película, que tuve pesadillas durante años. Y no era una película de miedo propiamente dicho. Y genial el paralelismo que hace Albert Soler entre los dos personajes. Ese artículo constituye un magnífico ejemplar de cuento corto. GU, nuevamente, un 10 por la selección y el montaje.
    El Tapir

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