miércoles, 20 de diciembre de 2017

Recuerdos de Vic y una visita

Hoy, que nos pilla con 'la pata quebrada y en casa', con horas por delante casi sin salir y la lágrima fácil, un poco como la del señor Doménech, a uno le ha dado por ejercer un poco de "abuelo Cebolleta" evocando viejos tiempos:

Seremos breves. Vic era una población que gustaba mucho a la madre de Gran Uribe (Patiña). De hecho, cuando iba de excursión y veía un pueblo o plaza que le gustaba siempre exclamaba: "¡Parece Vich!" (entonces con ch). Pasábamos los veranos bastante cerca (en Hostalets de Balenyà) y acudíamos allí menudo: aprovechábamos para visitar la catedral, con las pinturas de Sert (visita que repetíamos siempre que venía algún pariente o amigo a pasar unos días con nosotros), pasear por la Rambla y tomar una horchatita en el café de la Plaza Mayor, mientras dejábamos correr lánguidamente el tiempo viendo pasar a la gente, y un primo nuestro —Alfonso Carlos, un tipo tenaz  y dadivoso— recorría sin descanso las librerías intentando encontrar un ejemplar de "Kazán perro lobo", la novela de James Oliver Curwood, o "La Casa de la Troya", de Pérez Lugín, con el que obsequiarnos. ¡Qué tiempos!

La plaza Mayor de Vic en 1963 (de una postal de Escudo de Oro)
Uno recuerda que teníamos una costumbre: la de contar en cada una de nuestras visitas el número de capellanes, monjas y frailes que veíamos durante nuestra excursión, no en vano se trataba (y se trata) de una ciudad levítica, muy religiosa, y sobradamente surtida de parroquias y conventos (dominicos, clarisas, franciscanos, etc.). A estas alturas del relato, quizá se haga necesario señalar que por aquella época casi todos los eclesiásticos iban con la vestimenta propia de su condición, aunque ya se empezaba a vislumbrar algún que otro clergyman, no en vano hablamos de 1963, en pleno concilio Vaticano II.

Uno no recuerda con exactitud si fue el padre de G.U (Tirano), nvts, el otro hermano (El Tapir), este modesto bloguero (o la suma de las cuentas de todos ellos, da igual...) quien batió el récord absoluto, contabilizando un total de 94 eclesiásticos en un plazo de hora y media, más de uno por minuto.


El caso es que todo aquel tiempo tan hermoso se nos fue sin darnos cuenta, nos hicimos mayores y lo de Hostalets se fue al garete, y con él toda nuestra infancia y adolescencia. Ahora Gran Uribe hace muchos años que no va por allí. Lo ve en foto de cuando en cuando, sobre todo en asuntos relacionados con el procés, y le da un poco de lástima presenciar en qué se ha convertido aquel "locus amoenus" de nuestros años mozos: el parque temático de un nacionalismo casposo.

Diversas performances en la Plaza Mayor de Vic; la de la izquierda es la "cárcel de los Jordis"
Bueno, así es, nos guste o no. Rubén Amón es periodista de casta y buen escritor, un tipo culto que fue a buenos colegios (su padre, el gran Santiago Amón, se ocupó de eso, y además no le pilló la ESO, valga la redundancia, ya que nació en 1969; no sería el caso de Rufián, sin ir más lejos).

Él se ha tomado la molestia de ir a Vic (en lugar de Gran Uribe, que tardará en acudir por allí) y nos cuenta algo de lo que ha visto, en su "crónica cavernícola" titulada Barcelona o muerte:

«Se antoja pinturero, pintoresco, el municipio de Vic, particularmente su casco histórico, pero es difícil reconocerlo de tantas esteladas, pancartas libertarias y carteles victimistas que recubren los palacios y los templos. Parece un parque temático del soberanismo de estética batasunera al que se accede no con la pulsera “all inclusive” convencional sino con el lazo amarillo en la solapa. No ponérselo implica un ejercicio de delación. Identifica al foráneo en su iconoclasia. Distorsiona la adhesión al festín onanista.

Onanista quiere decir que Vic necesita convencerse de su dramaturgia indepe. Creerse sus mitos y sus supersticiones. Exponer a los Jordis como cautivos del Imperio. Levantar una cárcel simbólica en la plaza mayor. No ya porque estamos en la ciudad natal de Marta Rovira, de Francesc Homs, de Carles Mundó —santísima trinidad con los estigmas a piel de flor—, sino porque Vic representa la caverna de la propaganda bucólico-rural.

Desde aquí se propaga la pureza del campo, el romanticismo labriego, la abnegación carlista, la devoción al cerdo, el ensimismamiento identitario, la resistencia clerical. Vic pertenece a la provincia de Barcelona. Y constituye la punta de lanza que inocula la conversión nacionalista desde el campo a la gran ciudad.

La borroka cupera, el cinismo de las elites, el travestismo convergente, la red clientelar, la sumisión blaugrana y las antenas de TV3 han conspirado en la intoxicación nacionalista de la capital, pero no se explica la involución sin la obstinación de los mormones de Vic y sin la implicación de los municipios aledaños, neoevangelistas de una coreografía catártica que aspira a instalar en Barcelona la doctrina del oscurantismo, mejor todavía con una alcaldesa que abjura del extranjero, abusa de su propia ideología separatista y hace política provinciana en una ciudad de idiosincrasia cosmopolita.


Tractores en la Plaza Mayor, frente al Ay Untamiento
(Vic, octubre de 2017)
El 96% de los vecinos de Vic proclamó “sí” a la independencia en el referéndum del 1 de octubre. No hizo falta si quiera manipular las urnas. Y debieron sentir los vecinos la emoción de subirse a los tractores y dirigirse hacia la Diagonal con Marta Rovira guiando al pueblo en la parodia del cuadro de Delacroix. O parodiando más todavía el lema con que Garibaldi marchó hacia la capital de Italia para conseguir la proeza de la patria. Barcelona o muerte.

6 comentarios:

  1. Ciertamente la gran plaza de Vic es una de las más bonitas del país (España), salvo por el suelo sin alicatar, que hace que te manches los zapatos. Yo solo he estado una vez y, además de dicha plaza, me queda el recuerdo de un templo romano (no sé si era de Diana). Pero reconozco que si fuera ahora acabaría agotado de tanto simbolismo estúpido. Era lo que pasaba (y pasa) con ciertos pueblos de mi tierra, bonitos pero plagados de carteles batasunos.
    Mateo M:

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  2. pues a mí Vic siempre me recuerda a purines. Ara per ara, deben ser con diferencia, los peores acuíferos de Cataluña; y la tochana ha hecho mucho daño por ahí. Pobre Plana, que feúcha..., aunque la plaza me gusta un montón sin alicatar.
    Lo de los 94 curas en 11/2 h del año 63 me parece increíble.NG

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    1. Por lo que parece, de un tiempo a esta parte la visita a Vic se ha convertido en una auténtica emboscada del soberanismo. ¿Andarán contando "fachas" en lugar de curas como hacíamos nosotros en los sesenta?
      El Tapir

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  3. Un día hablaré de Vic...Trabajé allí durante casi cinco años.
    Salut

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  4. Además había un seminario. El nacionalismo catalán siempre ha estado muy relacionado con la religión.

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