martes, 5 de diciembre de 2017

¡Felicidades, Ferlosio!

“No estoy de acuerdo con todo lo que he escrito en mi vida”

Rafael Sánchez Ferlosio
Pues Gran Uribe sí que está de acuerdo con lo que ha escrito, ya que ¡es un escritor como la copa de un pino! Cumplió ayer 90 años. Él, Rafael Sánchez Ferlosio, estuvo casado con la inolvidable Carmen Martín Gaite. Él, que era y es un tipo bastante hosco (que se lo pregunten al editor Castellet, al que echó de su casa o poco menos, según parecía sugerir el propio Castellet) abjura ahora de su obra más conocida, El Jarama (1955), una novela excelente, una de las más importantes de la novela realista española de posguerra.


Pero vayamos por partes. La hermana de este bloguero (nvts) estudiaba filología hispánica —hablamos de los sesenta— y traía a casa ese tipo de libros: El Jarama, La piqueta (1959, Antonio Ferres), Tiempo de Silencio (1962, Luis Martín Santos), Tormenta de verano (1962, García Hortelano) y tantos otros, incluso las Últimas tardes con Teresa (1966), de Juan Marsé, un habitual en este blog. Y Gran Uribe se bebía esas novelas como agua de mayo. ¡Qué tiempos!

Y ahora, sigamos: si han leído El Jarama lo saben de sobra: unos madrileños de clase medio-baja pasan un domingo de agosto a orillas del río Jarama: baños alegres —muy ruidosos y vociferantes—, los escozores provocados por el sol, la inevitable paella, ciertos escarceos eróticos de perfil bajo (pleno franquismo, ojo al dato) y esa angustia del domingo por la tarde, antesala del inminente lunes.

Tiene diálogos bien trabados, con una jerga muy representativa (aunque no es difícil detectar que el autor no pertenece a ese mundo, por lo que esos diálogos quizá resultan un poco impostados) y unas descripciones primorosas, muy buenas, pero que quizá puedan resultar también un punto artificiosas, según se mire.

En cualquier caso, todo muy bien escrito siempre, no en vano es un apasionado de la lengua y del lenguaje.

Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama (pág. 102 de la edición en DestinoLibro, 1975)
Pero la jornada festiva acaba fatal: al caer la tarde muere ahogada Lucita. Y de eso precisamente es de lo que abjura Sánchez Ferlosio, que se considera culpable de utilizar ese triste suceso para dar cierto dramatismo a la jornada y, por ende, a la novela. A Gran Uribe también le gusta ese momento, que acaba de atar una novela excelente.

Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama (pág. 28 de la edición en DestinoLibro, 1975)
En fin, y para acabar: un sujeto muy autocrítico, que abandonó el género de la novela demasiado prematuramente...

Pero, por muy huraño que sea, sigue reuniéndose con gente. Y, cuando se le pregunta de qué habla en esos encuentros, dice lo siguiente: «De Cataluña. No entiendo nada. Son unos obsesos, un día dicen una cosa y al otro día, otra. Dicen lo mismo y todo lo contrario. ¡Qué pesados! ¡Qué pesados! Nosotros hablamos porque es el tema del día, pero poco» .

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