[...] «Tener un enemigo es
importante no solo para definir nuestra identidad, sino también para
procurarnos un obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores
y mostrar, al encararlo, nuestro valor. Por lo tanto, cuando el enemigo no
existe, es preciso construirlo. Véase la generosa flexibilidad con la que los
naziskins de Verona elegían como enemigo a quienquiera que no perteneciera a su
grupo, con tal de reconocerse como tales. Pues bien, en esta ocasión no nos
interesa tanto el fenómeno casi natural de identificar a un enemigo que nos
amenaza como el proceso de producción y demonización del enemigo.[...]
Los enemigos son distintos de
nosotros y siguen costumbres que no son las nuestras.
Uno diferente por excelencia
es el extranjero. Ya en los bajorrelieves romanos los bárbaros aparecen
barbudos y chatos, y el mismo apelativo de bárbaros, como es sabido, hace
alusión a un defecto de lenguaje y, por lo tanto, de pensamiento.
Ahora bien, desde el
principio se construyen como enemigos no tanto a los que son diferentes y que
nos amenazan directamente (como sería el caso de los bárbaros), sino a aquellos
que alguien tiene interés en representar como amenazadores aunque no nos
amenacen directamente, de modo que lo que ponga de relieve su diversidad no sea
su carácter de amenaza, sino que sea su diversidad misma la que se convierta en
señal de amenaza.
Una nueva forma de enemigo
será, más tarde, con el desarrollo de los contactos entre los pueblos, no solo
el que está fuera y exhibe su extrañeza desde lejos, sino el que está dentro,
entre nosotros. Hoy lo llamaríamos el inmigrado extracomunitario, que, de
alguna manera, actúa de forma distinta o habla mal nuestra lengua, y que en la
sátira de Juvenal es el graeculo listo y timador, descarado, libidinoso, capaz
de tender sobre el lecho a la abuela de un amigo».
Se trata de un extracto de un buen ensayo, que escribió en 2012 un tipo inteligente, culto y poco sospechoso de fascista, del que ya hemos hablado alguna vez en este blog, y muy en especial cuando falleció en febrero de 2016. Fue entonces cuando le dedicamos la entrada Un modesto recuerdo para Umberto Eco.
Si quieren leerlo entero, aquí les deja el enlace en Drive que Gran Uribe ha "colgado" en el blog. Ojalá puedan verlo.
Enlace: Construir al enemigo
Gran Uribe, le agradezco estas esclarecedoras palabras de Umberto Eco. A mí personalmente me sirven para entender mejor las reacciones de algunas amistades al hablar con ellas, en mala hora, del dichoso procés. Ojalá no lo hubiera hecho, porque creo que la relación ha quedado resentida para siempre, he pasado de ser amiga a adversaria, por lo menos (no sé si llego a enemiga).
ResponderEliminarEs que algunos son poco amigos. A mí también me ha pasado. Para frivolizar un poco y quitar hierro al asunto, viene al pelo ese chiste tan malo de Cantinflas.
ResponderEliminarVen a un montón de jinetes a lo lejos y el otro le pregunta a Cantinflas: "¿Serán amigos o enemigos?". A lo que responde Cantinflas: "Serán amigos porque vienen juntos". Pues eso, serán amigos. MJ