Pues ya veis, todos los fotógrafos freelance del planeta están en Idomeni, frontera con Macedonia. Tendrán que levantar un campamento adjunto para alojar a todos ellos, aunque lo más probable es que vayan a dormir a otro sitio. Todos esperando ilusionados a que caiga alguien al agua, y si es niño, mejor, y si está a punto de ahogarse, miel sobre hojuelas.
Como es bien sabido, las fotografías las pagan las agencias en función de su espectacularidad, y esto de los refugiados es lo que vende ahora, por desgracia. Se ve que a la gente le agrada rasgarse las vestiduras mientras contempla desde su butaca cómo las pasa canutas aquella pobre gente. Y mientras tanto Europa, como Rajoy, fumándose un puro: les pasamos un dinerillo a los turcos para que se los queden ellos y nos dejen tranquilos.
Gran Uribe reprodujo aquí hace unos días algunas fotos del reportaje de Bernardo Pérez, un gran fotógrafo. Alguien las tachó de vulgares (no en este blog). Quizá por esto: ni un asomo de amarillismo en ellas. ¡Qué diferencia!
Siempre se contemplan aspectos desagradables alrededor de los pobres refugiados. Esta foto de Idomeni, lugar inhóspito por lo que se ve en los informativos, lleno de periodistas que sólo parecen interesados en captar la imagen más llamativa, puede servir de ejemplo. MJ
ResponderEliminarComo siempre ha tocado Vd., estimado Uribe, una espinosa cuestión. Surge siempre ante situaciones atroces, como la que reproduce. Y uno no puede evitar pensar en los buitres. ¿Qué hacemos? ¿Miramos a otro lado? ¿Nos lamentamos? Invertimos la foto para ver qué cara tiene el muerto/sufriente, como hacía un morboso tío de la que suscribe? Cambiemos de registro: sirven también de recordatorio-testimonio de lo que clama al cielo.
ResponderEliminarnvts