Manuel Vicent tiene una pluma que parece un bisturí de cirujano, cuando se lo propone. Pablo Iglesias prefiere usar el hacha y el serrucho, "fiándolo todo a la mierda de las redes o calentando a los hinchas como Manolo el del bombo" (sic). Mejor nos lo cuenta él en su columna, titulada El cirujano.
«El cirujano de hierro que reclamaba Joaquín Costa para curar los males de la patria era un violinista en el tejado si se compara con el Pablo Iglesias que ha irrumpido en el Congreso de los Diputados a galope de sí mismo enarbolando el hacha de guerra. Los cirujanos hoy operan con rayos láser, pero al parecer Pablo Iglesias llega al quirófano todavía con hacha y serrucho dispuesto a destripar a la brava a quien se ponga por delante y le lleve la contraria. El odio político, como instrumental quirúrgico, no resuelve ningún problema, ya no se lleva, está absolutamente desprestigiado.
La soflama incendiaria de Pablo Iglesias tampoco era nueva en absoluto ni en la forma ni en la sustancia; sonaba a olla podrida recalentada por un rencor viejo, pasado de moda, con insultos que eran ecos de rencillas perdidas en el almanaque de nuestra historia más desgraciada.
A la sesión de investidura del socialista Pedro Sánchez en el Congreso solo le faltaba el grito ibérico de ¡más caballos! que lanzaba la plebe antiguamente en la plaza de toros, alzando las botas de vino, mientras varios pencos con las vísceras al aire garreaban en la arena. El líder de Podemos cometió un error muy grave al quererse más a sí mismo exhibiendo el propio lucimiento que al ideario político que promulgaba con una crispación sobreactuada, demasiado testicular.
La sociedad actual es extremadamente compleja y sus problemas exigen por tanto soluciones complejas. Sacar al Partido Popular del Gobierno, erigirse en el portavoz de la izquierda, colocar buena parte de su programa en la próxima legislatura está en manos de Podemos, pero ese desafío hay que afrontarlo con la inteligencia muy fría mediante una cirugía robótica, mínimamente invasiva, no tocando el piano con guantes de boxeo o fiándolo todo a la mierda de las redes o calentando a los hinchas como Manolo el del bombo».
Enlace: El cirujano
Por su parte, Javier Losada enfoca el asunto de manera quizá menos literaria pero también muy eficaz en su blog:
«Cuando te quiere dar credenciales de tu estatus quien, en pocos meses, pasó de teatralizar a Bakunin, arrogarse a Tsipras, asumir a los socialdemócratas suecos, ser aguador y soporte de la derecha española a la vez de no parar de insultar a los socialistas, atribuyendo los males de toda la historia reciente de España al PSOE, algo esconde de forma deliberada. Esta evolución errática, excepto la contumacia en el odio a los socialistas, nos llevaría a describir sin miedo a equivocarnos que estamos ante un trilero peligroso.
Por eso de quien emula el lenguaje de los telepredicadores de los canales populistas, brama, concede y reparte carnet ideológico según sus conveniencias, era imposible que nos ofreciese un discurso conciliador. Y si sumamos la arrogancia, nacida de la estrategia cuando no del convencimiento anómalo, de creerse representante de la única fuerza política que posee la verdad y la pureza política, esas posibilidades se alejarían aún más.
Y cuando la frivolidad es la base de los valores y principios, como hemos visto en su fulgurante recorrido ideológico, no se podía esperar otro tipo de intervenciones en el pasado debate de investidura».[...]
Enlace: El aguador de Rajoy
Y Antón Losada, en El Periódico, incide en lo de la "cal viva" y el balón de oxígeno que le da al PSOE ese torticero recurso:
[...]« En pleno revival socialista de la teoría de la pinza para hacerle pagar su voto con el PP, la torpe decisión de Pablo Iglesias de viajar al pasado y echar cal viva en las manos de González, mientras reivindicaba a Otegi como preso político, parece uno de esos regalos que en política siempre se agradecen.
Si Iglesias tuviera argumentos más sólidos para explicar su voto no habría tenido que recurrir al fantasma de los GAL. Es la otra buena noticia que deja al líder socialista una investidura que no ha ganado pero que le ha servido para despejar el camino. El goteo de voces que llaman a la reflexión en el seno de Podemos lo confirma».
Enlace: El síndrome Felipe González
Excelentes artículos de Vicent y Losadas. La buena noticia de Antón Losada da cierta esperanza. Ojalá sea así. MJ
ResponderEliminarYo me agarro a esa esperanza...
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