Hoy, treinta y dos años después de aquel horror, Bárbara Dührkop le escribe una dolida carta abierta a Pablo Iglesias. Después de explicarle brevemente quién era Enrique Casas, le dice lo siguiente:
[...] «En 1982 Enrique Casas, socialista, fue nombrado senador por la Comunidad Autónoma Vasca. Su anhelo de otra España y su convencimiento político le costaron la vida el 23 de febrero de 1984, cuando fue asesinado en su propia casa. Fue víctima del totalitarismo de ETA por el solo hecho de no comulgar con las ideas del nacionalismo exacerbado.
Barbara Dührkop / Fotografía: A. González Egaña |
Se lo cuento porque, como víctima, echo de menos en sus intervenciones, tan elocuentes y trufadas de referencias al pasado, alguna mención a estas páginas tan negras de la historia de Euskadi y de España. Puede ser que mi hemeroteca falle, pero no le he oído claramente respaldar ni considerar a los que sufrimos aquel horror. Solo me constan algunas acusaciones que ha realizado a otros partidos por la supuesta utilización del papel de las víctimas.
Lo que sí recuerdo fue su contestación a la pregunta que le formularon para condenar a ETA. No di crédito, Sr. Iglesias, cuando le oí contestar que eran otros tiempos, fruto de un conflicto político. ¿Pero usted cree que el asesinato de mi marido, el emigrante socialista andaluz, se justifica porque fueron otros tiempos? ¿Y a qué conflicto político se refiere?
Sr. Iglesias, le recuerdo que en 1984, fecha en la que asesinan a mi marido, ya existía la democracia en este país. Pero no pienso entrar a su juego, Sr. Iglesias, porque los socialistas condenamos a quien lo justifica, y relativizarlo también es una manera de justificarlo.
Sr. Iglesias, le confieso sin ambages que comparto algunos puntos del programa de su partido, pero me ha dolido su vuelta al viejo lenguaje de preso político ante la excarcelación de Arnaldo Otegi. Me va a permitir que le diga cuáles son los verdaderos presos políticos. Todos a los cuales el dedo de su “hombre de la paz” señalaba, mandándoles a la paz eterna. Y, por ende, a sus familiares a la cárcel del día a día de toda su vida: la cárcel de la ausencia.
Llevo casi cuarenta años viviendo en el País Vasco. Mataron a mi marido y durante 12 años tuve que llevar escolta por el mero hecho de ser socialista amenazada por ETA. Usted, Sr. Iglesias, solo conoce la historia por lo que ha leído o le han contado, pero nosotros la hemos sufrido. No le pido que se ponga en nuestro lugar, solo le pido que no lo haga en el de ellos.
Y termino, Sr. Iglesias. Soy de la generación del 68’, estuve en París y Alemania, y aprendí en toda mi “euforia revolucionaria” —en mi humilde opinión— que el futuro no pasa por despreciar e ignorar el pasado, ni por intentar humillar al adversario político; el futuro pasa por buscar puntos en común. Creo, sinceramente, que reconocer los hechos del pasado sin rencor es reconocer que nuestro presente ya es el futuro y que eso debe ser la base para el entendimiento».
[Barbara Dührkop es exdiputada del Parlamento Europeo y viuda de Enrique Casas, senador socialista asesinado por ETA]
Enlace: Carta abierta a Pablo Iglesias
Pablo Iglesias sigue recibiendo cartas cada día. Aquí tenemos otra, muy distinta, en este caso de un votante de izquierdas francamente desencantado. Resume bien lo que piensan muchos otros. Es larga, por lo que extraemos tres párrafos:
[...]« Es cierto que yo nunca llamaría arrogante y prepotente a la persona con la que pretendo sentarme después a negociar. Es cierto que a mí jamás se me ocurriría sentarme en una mesa de diálogo exigiendo una vicepresidencia con responsabilidades de primer ministro. Es cierto que yo nunca exigiría a jueces y fiscales un “compromiso con el programa del Gobierno” cuando lo que mis votantes esperan de mí es que facilite la independencia del poder judicial. Es cierto que yo no consideraría innegociable el referéndum de autodeterminación de Catalunya cuando lo que necesita urgentemente este país son medidas de rescate social. Es cierto que yo no pelearía por el CIS, el CNI o el BOE cuando lo que mis votantes esperan de mí es que derogue la reforma laboral, que apoye a la educación y la sanidad, que marque un salario mínimo interprofesional decente, que ayude a acceder a la vivienda y a encontrar trabajo (bien pagado, si es posible), que asegure el cambio de la ley electoral, que reinstaure los derechos y libertades que ha arrebatado el último código penal o que devuelva la independencia a la radio y la televisión públicas, dotándolas de una financiación que les permita seguir haciendo una programación de calidad e independiente. Especialmente cuando me tengo que sentar a pactar con una fuerza política que tiene más votos que yo y más escaños que yo. Pero claro, ese soy yo, no usted. Por eso usted está donde está y yo estoy donde estoy.
Estoy desilusionado y algo enfadado. Desilusionado porque era de los que creía que cuando dos, o tres, o veinte, se sientan a hablar y hay vocación de entenderse, conversan de lo que les une y aparcan sus diferencias. Y enfadado porque si todo esto forma parte de una estrategia con vistas al 26 de junio está usted asumiendo la mentira de nuestra democracia para sacarle rédito político». [...]
Señor Iglesias, por favor, este país no necesita héroes. Necesita compromiso y honestidad. Necesita construir unos pilares sobre los que edificar una sociedad más justa, más íntegra (que no integrista), más solidaria y más empática. El resto, llegará por sí mismo, sin conflictos. Ayude a cimentar ese sueño. Se lo pide un humilde votante de izquierdas. Atentamente,
Paco Tomás
Enlace: Carta abierta a Pablo Iglesias
Pablo Iglesias sabe lo que le dice Barbara Dührkop y también lo que le dice Paco Tomás, pero hace como si no, lo ignora. MJ
ResponderEliminarO le da lo mismo, MJ. Creo que estará más pendiente de las encuestas, eso sí, en las que, por cierto, hoy sale bastante perjudicado, tanto él como su grupo. Dos cartas que debieran hacerle reflexionar, pero lo dudo. A mí lo que me parece más significativo, y peligroso, es su pretendida exigencia de "compromiso con el Gobierno" a jueces y fiscales, y lo que encuentro más triste es que haya monopolizado un movimiento, el de los indignados, en el que se oyeron voces mucho más nobles y sensatas.
ResponderEliminarLo bueno, que también lo hay, es que cada vez se le está viendo mejor el plumero. Del todo.
Más de uno estará decepcionado con el personaje. Yo no, porque nunca creí en él ni en su mensaje. Los que fuimos universitarios durante el franquismo asistimos a centenares de asambleas en las que se decían las mismas cosas que en las de Podemos. La diferencia sustancial era que aquello era una dictadura pura y dura y muy distinto el enemigo a batir. Pero, a pesar del carácter casi heroico de muchas de ellas, se poblaron de aprovechados, trepas y listillos que años más tarde sacaron buenos réditos de su hinchada y a veces inventada militancia estudiantil. Pues Pablo Iglesias es para mí un fantasma y tan fraude como aquellos. Y sin disimulo. No entiendo cómo alguien le hace caso.
ResponderEliminarnvts