Prosa limpia y sencilla, personajes de carne y hueso, diálogos bien trabados, que el autor recompuso con los personajes reales de la historia al escribir el libro años después del cierre del bar. Tiene de todo: momentos divertidos, momentos "de descanso" (esos de los que hablaba Joan Margarit) y momentos emocionantes, como la primera vez que pisa el bar siendo todavía un zagal, o cuando a los dieciocho años tiene edad ya para beber y entra triunfal allí, o también cuando, con la muerte del dueño, aquel mundo empieza a desintegrarse... Lo peor, la portada de la edición española (Duomo Ediciones).
Aquí seleccionamos los primeros párrafos del libro, en los que de algún modo está implícito todo lo que leeremos luego.
Portada americana Portada española |
En mi caso, mi lista de necesidades era larga. Hijo único, abandonado por mi padre, necesitaba una familia, un hogar. Y hombres, Sobre todo hombres. Los necesitaba para que me sirvieran de mentores, de héroes, de modelos, y como una especie de contrapeso masculino de mi madre, mi abuela, mi tía y las cinco primas con las que vivía. El bar me proporcionaba a todos los hombres que necesitaba, más dos o tres que no me hacían ninguna falta.
Mucho antes de servirme copas, el bar me sirvió la salvación. Me devolvió la fe cuando era niño, cuidó de mí de adolescente, y me acogió cuando me convertí en un hombre joven. Aunque me temo que nos sentimos atraídos por aquello que nos abandona, y por lo que parece más probable que vaya a abandonarnos, finalmente creo que nos define lo que nos acoge. Yo, naturalmente, correspondí al bar y lo acogí también, hasta que una noche el bar me rechazó y, con ese acto de abandono final, el bar me salvó la vida».[...]
Ya casi al final, refiriéndose a su madre —un personaje básico en la historia, al que dedica el libro—, nos confiesa:
«Toda mi búsqueda, todo ese anhelo mío por desvelar el secreto de ser un buen hombre, y lo único que tenía que hacer era seguir el ejemplo de una mujer muy buena".
Estado actual del Bar de las grandes esperanzas: el que fue Dickens, luego Publicans y hoy Edison´s Ale House, en Manhasset (Nueva York) |
El título que se le ha dado aquí, El bar de las grandes esperanzas, se supone que es un homenaje a la maravillosa novela de Dickens (Grandes esperanzas); Dickens es precisamente el primer nombre del bar, que luego pasaría a llamarse Publicans. Se trata, como en la obra de Dickens, de una especie de autobiografía novelada, en este caso de un niño casi huérfano, ya que de su padre prácticamente solo conoce la voz a través de la radio (es locutor). Pero aunque la obra ha sido etiquetada como de "memorias", es bastante más que eso.
Gran Uribe ha leído bastantes obras encuadradas en ese género y os puede asegurar que no se parece a ninguna de ellas. En cualquier caso, imagina que debe de haber sido un libro muy difícil de escribir, a pesar de su aparente sencillez, con ese rigor temporal y unos diálogos que parece que se estén produciendo en ese preciso momento, aunque pertenezcan a algo que sucedió veinte años antes. Uno tiene sus limitaciones y no sería ni remotamente capaz de hacer algo así, aunque le gustaría ser capaz de intentarlo. Pero lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible.
En fin, un premio Pulitzer bien merecido, sin duda. Un libro que, como dice en su crítica Kiko Amat, "les emocionará hasta obturarles la tráquea" (sic).
Enlace: Un hombre entra en un bar y…
Desde que leí este libro en Navidad no me canso de recomendarlo a mis amistades. Perfecto para pasar unas horas estupendas; perfecto, por ejemplo, para leerlo durante las vacaciones que se avecinan. Muy entretenido, interesante y bien escrito. En la línea de los buenos narradores, como el gran Dickens.
ResponderEliminarBueno, pues al viejo Tapir, que confía mucho en el criterio literario de Gran Uribe y de su hermana, le han entrado ganas de comprarlo, cosa que harå en breve.
ResponderEliminarHa estado unos días "silencioso", pues acaba de regresar de Cuba, que tiene muchas cosas muy buenas, otras no tanto, y entre estas últimas está lo difícil que resultan cosas que para nosotros hoy son cotidianas, como la de conectarse a través de internet. Supongo que a veces nos volvemos un poco histèricos con estas cosas, y en ese país lo primero que hay que aprender es a tomarse las cosas con mucha calma. En eso, y en otras cosas, nos pueden dar lecciones...
El Tapir
Apuntado, Gran Uribe. Gracias por el consejo que pienso seguir. MJ
ResponderEliminarPor cierto. ¡Hola Tapir! Bienvenido.
ResponderEliminarSí, Tapir, bienvenido, se le echaba de menos. Puede que haya vuelto de Cuba más sabio y más sereno, y espero que con muchas ganas de seguir expresándose en este blog.
ResponderEliminarBienvenido, Tapir, esta anónima también le echaba de menos. Y también le recomienda el libro. Espero que lo disfrute.
ResponderEliminarHola, Uribe y Tapir. He pasado unos días sin leer el blog y me encuentro con los comentarios sobre el libro de El bar de las grandes esperanzas. Me alegro que haya sido de su gusto y que lo recomiende, cosa que yo hago también desde que cayó en mis manos. Felicidades por las fotografías. Así lo imaginaba yo también.
ResponderEliminarnvts