viernes, 4 de marzo de 2016

A las ardillas no les gusta ese puente

Uno de los mayores problemas para la supervivencia del lince ibérico, como se explicaba en el enlace suministrado en la entrada anterior, es el de la mortalidad que sufre por atropello a la hora de intentar atravesar las carreteras. Conscientes de ello, en Holanda decidieron construir un moderno puente metálico para que las ardillas pudieran cruzar la autopista.

La broma costó ciento cincuenta mil euros (les hubiera costado más caro si se lo hubieran encargado a Calatrava, ¡ojo!) pero, al ser metálico y de línea un poco vanguardista, a las ardillas no parece haberles hecho mucha ilusión: en cuatro años solo lo han utilizado cinco ardillas, una vez cada una, aunque en el parque contiguo residen centenares de ellas. La iniciativa es muy de agradecer, pero si fuera de madera o hubieran puesto algunos señuelos con piñitas, el resultado hubiera sido otro.

A Gran Uribe la inversión le recuerda a la del carril bici de la carretera de San Miguel, en Ibiza. Desde que fue inaugurado, hará tres o cuatro años, solo ha visto circular por él —y eso que pasa muchas veces por allí—a un total de tres ciclistas y algunos peatones (diez o doce). En todo este tipo de asuntos, en que los políticos muestran tan desmedido interés por el mundo natural, siempre suele haber alguien que se ha llenado los bolsillos a costa del Pepet i la Maria.

Nos explica lo de las ardillas Isabel Ferrer en su crónica desde La Haya, titulada El costoso puente para ardillas que ellas desdeñan. Dice así:

Puente para ardillas, en La Haya

«El puente para ardillas más caro de Holanda une el Bosque de La Haya con el parque de Clingendael, el mayor de la ciudad. Construido en 2012 sobre la autopista, justo a las afueras de la ciudad, ha costado 144.000 euros. Pensado para proteger a las colonias de roedores separadas por la carretera, desde entonces solo lo han cruzado cinco ejemplares captados por una cámara instalada a tal efecto. Presentado en su momento como un ejemplo de conservación de la fauna local, y de compromiso municipal con el entorno, el proyecto fallido es un ejemplo del mal uso del dinero público. Hace dos años, al ver que los pequeños mamíferos no se animaban a atravesarlo, la guardabosques oficial sugirió que valía la pena darles tiempo para que se acostumbraran. El Partido de los Animales, sin embargo, lo calificó ya de “política de símbolos aplicada sin la necesaria labor de investigación”. Además, la construcción era de metal, no de madera, material considerado más apropiado. Más natural, en todo caso.

El Ayuntamiento aseguró entonces que el puente está bien diseñado, el emplazamiento es adecuado y había que esperar al menos cinco años para sacar conclusiones. Si una temporada las ardillas tenían más alimento a uno de los lados, no cruzarían. Cuando las nueces y los piñones escasearan, la ruta ideal para sobrevivir era el puente. Su puente. Este febrero, sin embargo, y visto que seguían ignorándolo, el Consistorio ha tenido que dar explicaciones más concretas. La respuesta es reveladora.

Aunque es posible que el puente no sirva de mucho, ahí está, para proteger a las ardillas de atropellos en la calzada. Incluso si no quieren utilizarlo, señalan los responsables municipales. Pero lo más importante de todo es que la construcción no ha costado un céntimo a los vecinos de La Haya. Sufragada con fondos estatales dedicados al medioambiente, nadie en la ciudad lo notará en su bolsillo. Una supuesta salida airosa ante un fiasco que muestra la nebulosa que parece envolver los caudales públicos: son de todos, pero se acaban usando como si no fueran de nadie».

2 comentarios:

  1. Seguro que aquí también se encuentran muchos ejemplos de estos.

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  2. Además de ese carril bici que cita Uribe, caso que desconozco, en los últimos años se han hecho en España muchas cosas de ese estilo: autopistas sin coches, aeropuertos sin aviones, bibliotecas sin libros, museos sin cuadros, auditorios sin conciertos, polideportivos sin deportistas, AVES sin pasajeros, ciudades sin habitantes, urbanizaciones sin agua, hospitales con enfermos pero sin camas ni médicos, campos de golf en el desierto (con hierba pero sin golfistas), etc., y así nos ha ido.

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