domingo, 13 de marzo de 2016

Enchufismo "a calzón quitado"

Que durante el franquismo existía un enchufismo "a calzón quitado", sin rubor alguno, es de sobra conocido. Pero, que Gran Uribe recuerde, fue Pascual Maragall el primero que, en tiempos ya de democracia, elevó a los altares esa práctica (e hizo alarde de ello) al meter en cuña en el ayuntamiento de Barcelona al zoquete de su hermano (Ernest), con la excusa de que se rodeaba de gente que "compartía su proyecto político y de ciudad" y, de este modo, casi había que darle las gracias por su honestidad y coherencia en ese nombramiento "digital".

Javier Marías nos habla de este tema, con su finura habitual, en su artículo ¿Qué respuesta es más deprimente? Empieza hablando de Alfonso Guerra y su hermano, de Rita Barberá y su hermana, episodios calcados al de Pascual y su hermano y que hemos omitido en la reseña. Luego distingue entre empresa pública y negocio privado, para acabar hablando de aquellos que decían que estaban contra la casta y enchufan todo lo que pueden, como está mandao.

«Uno se pregunta cómo es tan difícil de entender, o de aceptar y obrar en consecuencia. A lo largo de decenios hemos ido sabiendo que un gran... número de políticos españoles con poder y autoridad colocaba en puestos de las diferentes administraciones (estatales, autonómicas, municipales) a parientes variados, amigos de pupitre, parejas o ex-parejas, o bien favorecía a las empresas y proyectos de éstos con sustanciosos contratos que no siempre salían a concurso, o lo hacían de manera amañada. [...] [Habla en boca de Barberá respecto a su hermana]Por serme tan próxima, hay que buscar a otra persona, porque el resto de la gente lo interpretará de otro modo y pensará que hay enchufismo, o nepotismo”.

Sobre todo porque así es: siempre hay otra persona; nunca nadie es tan imprescindible que no pueda ser sustituido por alguien de características similares; nunca hay un candidato único para desempeñar una función; nunca nadie es tan “idóneo” que excluya las demás opciones.

Javier marías fotografiado por Jordi SocíasPero no seamos en exceso puritanos. Cuando hemos de trabajar en equipo, todos tendemos a rodearnos de personas que ya conozcamos y de las que podamos fiarnos. Si yo dirijo una editorial, busco la colaboración de individuos que me garanticen competencia y eficacia, y lealtad en segundo término. Si esa editorial es un negocio privado, creado con mi capital, estoy en mi derecho. Yo me lo invento y me lo financio, no hay dinero del contribuyente, no he de rendir cuentas a nadie, cada cual hace con su peculio lo que le parece y contrata a quien le viene en gana. La cosa, sin embargo, cambia radicalmente si lo que ocupo es un cargo a mí preexistente, y pagado con los impuestos de todos: da lo mismo si soy Presidente del Gobierno o concejal de un Ayuntamiento. [...] He de ser por tanto escrupuloso al máximo a la hora de beneficiar a mis allegados con prebendas, de contratarlos o nombrarlos, y también en lo relativo a “cargar” gastos. 

Con razón han acusado los representantes de Podemos durante los últimos años; sobre todo ellos, los que más han denunciado la corrupción general y la implícita en estas prácticas; los que se han cargado de razón hablando de regeneración y limpieza. Sin embargo, leo en una reciente columna de Javier Ayuso que el concejal madrileño Zapata, célebre por su vileza tuitera cuando aún era un desconocido, acaba de contratar como asesora a su ex-pareja con un sueldo de 50.000 euros al año. Y que también Ada Colau y su lugarteniente Pisarello, en Barcelona, se han hecho con los servicios de sus respectivas parejas. Y que Iglesias y Errejón tienen novias o ex-novias bien colocadas “en los centros de poder ganados”. 

Resulta en verdad vergonzoso y desalentador que los sermoneadores se comporten con la misma desfachatez que aquellos a los que hasta ayer sermoneaban. Y de nuevo nos encontramos con la terrible pregunta de si es primero la gallina o el huevo: ¿se dedican a la política quienes buscan un medio para corromperse, o en cuanto los limpios entran en ella y manejan dinero ajeno, se corrompen en alto número? Las dos respuestas, me temo, son igual de deprimentes».


2 comentarios:

  1. Javier Marías, como siempre, da en el clavo. Todo el artículo muy acertado, pero el último párrafo es el que más me gusta, sobre todo lo de los sermoneadores y su comportamiento. MJ

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  2. Y qué pronto, ¿no?, empiezan esos sermoneadores...

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