domingo, 22 de marzo de 2015

La interpretación y la imitación

Un artículo de Javier Marías en EL PAÍS SEMANAL de hoy que un servidor comparte en su totalidad. Dice así:

Javier Marías«Cada vez que se entregan los Óscars, me pregunto cuándo y por qué la mayoría de los críticos, buena parte de los espectadores y los propios profesionales del arte dejaron de entender de cine o lo confundieron con otra cosa. Sí, ya sé que sobre gustos hay mucho escrito, pero que no cuenta, y desde luego no pretendo tener razón en los míos: siempre estoy dispuesto a considerar que el idiota y el lerdo soy yo.[...]

De lo que estoy igualmente seguro es de que, con mínimas excepciones, se ha olvidado lo que es la interpretación, relegada por el espectáculo circense, la imitación y el transformismo. Si se repasa la lista de actores y actrices nominados al Óscar en lo que va de siglo, se verá que la mayoría lo fueron por hacer de idiotas o de enfermos, de travestis o transexuales, por haber engordado o adelgazado treinta kilos para representar su papel, por haber encarnado a alguien real y lograr la semejanza adecuada, por disfrazarse una actriz guapa de fea, por ponerse una nariz postiza y además fingirse Virginia Woolf, por hablar con acento extranjero.[...]

La confusión viene de antiguo, no se crean [...] Con todo, hace unos decenios no era imprescindible transformarse en otro (reconocible), o deteriorarse a lo bestia, o afearse indeciblemente, para alzarse con el premio. Los numeritos se alternaban con las actuaciones memorables. Tengo para mí que aquéllos son mucho más fáciles: basta con cogerle el truco, o el tonillo, o la expresión, o el acento, o lo que sea en cada ocasión, y aplicarlo durante todo el metraje.Los personajes desmedidos son los más sencillos.
Jack Lemmon, Walter Matthau, James Stewart, Gregory Peck y Henry Fonda
»Hoy sería imposible ver nominado a Jack Lemmon por El apartamento, o a James Stewart por La ventana indiscreta, o a Gregory Peck como abogado o a Maggie Smith como profesora, a Henry Fonda como jornalero o a Walter Matthau como cuñado astuto; a Burt Lancaster como Gatopardo o a Cary Grant en cualquier papel: todos demasiado sanos y normales y con matices, sin el requerido histrionismo, simplemente en interpretaciones extraordinarias».

Enlace: Transformismo

No hay comentarios:

Publicar un comentario