jueves, 5 de marzo de 2015

Barcelona desconexión

Era previsible que el artículo de Jordi Llovet tuviera repercusiones, lo que los sismólogos llaman réplicas. Ya empiezan a llegar las primeras, en esta ocasión de Jordi Gracia. Dice, entre otras cosas:

Jordi Gracia«De su iconografía se ha volatilizado una parte potentísima de su pasado, ligado al castellano y la cultura española y latinoamericana. Esa tradición no está extinguida y ni siquiera está desaparecida: bulle, actúa, se moviliza, expone, publica, perora y murmura. Pero no se nota en el autorretrato de la ciudad o no forma parte de la mercancía cultural en la que se reconoce.
Y a pesar de todo, hay algo que parece verdad: el capital cultural de la ciudad, eso que dota de un sentido abstracto pero reconocible a una ciudad, ha ido viviendo una amputación que no tiene nada que ver con el cosmopolitismo sino con las políticas públicas de diseño de una ciudad, de su autopropaganda y su relato publicitario. 

Su capital, culturalmente mestizo, ha ido desapareciendo de los escaparates y de las conmemoraciones, de las salas de actos, de los medios y de las tertulias televisivas. La Barcelona institucional se ha trabajado a pulso su papel de capital de Estado, demasiado aplastada bajo banderas gigantescas que no aportan grosor alguno ni ético ni intelectual ni cultural ni estético ni científico ni humanístico.

Quizá la Barcelona institucional emprendió hace tiempo la ruta de la desconexión que hoy recomienda el presidente Mas. Pero esa desconexión deja fuera del patrimonio de la ciudad parte de su pasado reciente y de sus continuidades felices, como si evocarlo y difundirlo estropease el retrato prefijado de la ciudad que ha de ser, y no la que es. Pero aquí hay de todo, hispano y no hispano, catalán y no catalán, pese a que la versión oficial de sí misma sea monomaníaca y eluda su yo más mestizo, adúltero e infiel, indócil y perezoso, despistado y disperso. Además de disfrutar de un Museo del Diseño, con tantos tiernos trastos, y de Messi y de 1714, la ciudad podría euforizar a la gente contándole que una multitud de autores y de obras hispanoamericanos ha entendido desde hace lo menos medio siglo que Barcelona es una estupenda conexión».


Enlace: Barcelona desconexión

A este respecto, es de interés esta información (no contrastada) que nos suministraba Pablo Planas hace unas semanas: 
«Las normas municipales de Barcelona son un reflejo de las consignas de la Generalidad, pero la obsesión nacionalista llega a tal extremo que el consistorio nacionalista de la capital de Cataluña prohíbe la exhibición en la vía pública de bandeloras publicitarias de películas que no se hayan rodado en catalán o, en su defecto, que no promocionen la ciudad. Esta norma, publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Barcelona en diciembre de 2014, se desarrolla  en el punto 11, titulado "criterios y procedimientos para la autorización o denegación de colocación de banderolas en la vía pública».
Enlace: Se limita la colocación de banderolas con anuncios de películas en la vía pública a las que sean "sólo en catalán".

3 comentarios:

  1. Magistral artículo el de Jordi Gracia, que recomiendo encarecidamente leer completo, porque no tiene desperdicio.
    Y hablando del otro tema, en lo que respecta al asunto de las banderolas en la vía pública, hay que coger la noticia "con pinzas", porque como explica un tal Alex García Solé en un comentario al pie del artículo, dice la verdad, pero no toda la verdad: al parecer, no se trata de una "prohibición" sino de una "prioridad". En el fondo es lo mismo, sigue siendo la típica pijotada nacionalista, pero no hay por qué manipular las cosas... Saludos,
    El Tapir

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    1. Interesante su comentario. El artículo de Jordi Gracia me parece muy bueno. No lo pongo en su totalidad porque algún entendido en estas cosas de internet ya me ha hecho saber que en "la red" cuanto menos texto... mejor. La gente no está por eso de leer.
      En cuanto al "estrambote", ya lo indicaba: no contrastado. En efecto, no es lo mismo.
      Pero ya sabemos lo que significa en estos casos la palabra "prioridad": el que no entra en ella se queda a dos velas. Lo que ocurre es que no se pueden poner en un decreto esas cosas con tanta crudeza. De hecho, no se hace casi nunca, que yo sepa.

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    2. Gran Uribe, supongo que no hará falta que aclare que cuando decía lo de "no hay por qué manipular las cosas" no me refería a usted, que ya avisó de que no estaba contrastada, sino al tal Pablo Planas. Saludos,
      El Tapir

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