sábado, 14 de enero de 2017

La "Casa Guzmán"... a tomar viento

El hijo de Guzmán ha derribado la casa para hacer esto...
[De una fotografía de Laura Rivas Olmo]
«Las palabras hotelitos, chalets, son unas de tantas expresiones nefastas que han contribuido a que esas primeras o segundas casas en las proximidades de las grandes poblaciones se hayan llenado de cursilerías».

Alejandro de la Sota escribió estas líneas en la memoria del proyecto que completó para la familia Guzmán en la urbanización de Santo Domingo, al norte de Madrid.
Ocurrió en 1972. 45 años después, los hotelitos y chalets han ganado: la "Casa Guzmán", un símbolo de la arquitectura de su tiempo, ha aparecido, de la noche a la mañana, convertida en un bloque de tres alturas con dinteles blancos y tejados de zinc azul.


Sección transversal de "Villa Meona"
(Revista "Panorama")
Miles de arquitectos de España —y no sólo de España— han quedado estupefactos al leer la noticia. Descubrió el asunto la estudiante de arquitectura Laura Rivas Olmo, cuando acudió tan contenta a hacer un trabajo acerca de ese edificio de Alejandro de la Sota y se encontró en su lugar este otro, que recuerda en pequeñito al palacete ("Villa Meona", lo bautizó el 'populacho') que hizo edificar Isabel Preysler para vivir con el ministro Boyer. Sí, aquel que se hizo tan famoso por los catorce cuartos de baño con que estaba dotado. En cualquier caso, recuerde o no a ese siniestro palacio, ya no hay "Casa Guzmán" y a la gente que ama la buena arquitectura (G.U. se incluye) le duele un montón. Una pérdida que se suma a tantas otras. Hablaremos.

Leemos en El Mundo:

«La parcela era buena: un rectángulo en pendiente hacia el valle del Jarama con vistas abiertas. Buen tiempo en primavera, verano y otoño, vecinos invisibles, evocaciones de Sánchez Ferlosio... El proyecto de De La Sota estaba dirigido a aprovechar esa disposición. La casa no era grande: apenas un cubo en lo alto de la parcela con un prisma más pequeño encima dedicado a la biblioteca. Según la memoria del proyecto, lo importante era permitir que la vivienda se abriera al valle y que, a la inversa, el jardín entrara en el cuarto de estar. La ventana de la biblioteca, un esquinazo orientado al valle, se convirtió en una fotografía mil veces reproducida».

El hijo de Guzmán —quizá ese capullino que se asomaba a la ventana, en una fotografía tomada hace bastantes años— en cambio, no debía de estar tan contento porque ya había amagado con vender la casa en los últimos tiempos. No pudo. Entonces, derribó y construyó su nueva vivienda a la velocidad del rayo. Si no es por la estudiante, nada sabríamos aún.

Y continúa El Mundo:
«Ese es el dilema en este caso: ¿está el propietario en su derecho legítimo a hacer lo que quiera con su terreno? ¿O la vivienda era un bien cultural que también nos pertenecía a todos? Y, si es así, ¿debe la sociedad ayudar a los dueños de este tipo de casas en su conservación, compensarlos por no poder disponer de ellas con absoluta libertad? La directora de la Fundación Alejandro de la Sota, Teresa Couceiro opina que "si las administraciones no están para esto, si los colectivos de arquitectos no están para esto... ¿Para qué existen?"».



10 comentarios:

  1. Lamentable putada (con perdón) arquitectónica le han hecho a la pobre casa Guzmán... A mí me ocurrió algo parecido con una casa en Ibiza. Estaba yo contentísimo con aquél proyecto minimalista, como se dice ahora, una casa de unos 175 m2, en cierto modo en la línea de la casa Guzmán. La casa se inició, quedó sin terminar -en estructura- durante varios años, y un buen día me llamaron para que hiciera una ampliación y cuál sería mi sorpresa cuando me encontré con que la ampliación ya estaba hecha y que me habían llenado la casa de balaustres y mariconadas varias... Al final, la casa la terminó otro arquitecto, que creo que se sacó de encima las balaustradas y otros "bonitos" detalles. ¡Una lástima!
    El Tapir

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    1. Desconocía ese asunto pero está en línea con lo que comentamos. Una profesión incomprendida, la suya, y G.U. tiene ganas de hacer una especie de recensión de desastres de ese estilo, que los hay en cantidad pero falta bibliografía. Es más fácil y exento de riesgos mediáticos joder (con perdón) una vivienda unifamiliar, de la cual el dueño es el único dueño, que un edificio institucional, del que todos somos un poco copropietarios.

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  2. Yo solo he estado una vez en Sant Joan Despí. Estábamos de vacaciones en Castelldefels y salió un día grisáceo, poco apto para la playa. Como alternativa nos acercamos a ver Can Negre y otras obras de Jujol, amén de algún edificio modernista más, alguno muy interesante cerca de la estación. La señora que nos atendió en Can Negre, nos dio un mapa de la ruta Jujol, impreso por el ayuntamiento, donde estaban indicadas unas cuantas obras del discípulo/compañero de Gaudí, que a la sazón había sido arquitecto municipal en Sant Joan. Yo siempre he entendido bien los mapas, planos y representaciones gráficas en general (hace años que no tengo abuela), pero una casa se me resistía. Creía yo estar en el punto indicado pero allí no había nada que fuera modernista ni remotamente. Al final me decidí a entrar en el comercio que tenía al lado y pregunté por la casa que buscaba. La han tirado, me dijo la dependienta. Estaban construyendo una nueva de tres plantas y la de Jujol era de una o dos. El mismo ayuntamiento que había hecho una miniguía al respecto, había consentido el derribo de una obra (que ellos mismos publicitaban) de su más afamado arquitecto (al que luego los tontos de ellos dedican una rambla, ni más ni menos). Ese es nuestro país.

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    1. Desgraciadamente, la estupidez está muy extendida y este caso que explica "Anónimo 15 de enero de 2017, 0:36" es una buena prueba de ello.
      El Tapir

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  3. ANÓNIMO de las 0:36

    La casa a la que ud. se refiere tenía un magnífico reloj de Sol. Jujol es quizá unos de los pocos arquitectos modernistas que idearon viviendas para la "plebe", o sea, pequeñas casa individuales sin un coste crematístico grande. Pocos arquitectos modernistas pueden decir lo mismo, dado que trabajaban en exclusiva para un potentado (esclavista, negrero, textil, manufacturero, o para la iglesia, que en realidad y en otra concepción, viene a ser lo mismo pero con Dios como jefe).

    Así, el modernismo era impensable ni tan siquiera en los abalorios. ¿Quién se podía comprar una silla a la medida? ¿Una lámpara ? ¿una escultura?, ¿un friso?...

    Jujol, sin embargo, cierto que no se da el caso en Sant Joan Despí, construyó en el Carmel, en Poble Sec, en l' Eixample derecho , viviendas unifamiliares muy acordes con las posibilidades de sus futuros dueños, no siempre, como he acotado, de posibles.

    Algún día se habrá de hacer una tésis sobre el movimiento modernista y la influencia de este sobre la masa obrera, sobre todo en Barcelona, donde creo no se sentía en absoluto representada.

    Sobre la Casa Guzmán, decir que es una tropelía. No hay palabras.
    Salut

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  4. Hola, he buscado en Street View y la casa en cuestión estaba en la calle Jacinto Verdaguer, 18, cerca de la esquina con LLobregat, donde hay otras dos casas de Jujol que cumplen las condiciones que usted, Tot, dice en su entrada.
    Mateo M. (que también había escrito lo de las 0:36, pero que no firmé)

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  5. ¡Qué bodrio la reforma de la Casa Guzmán! Parece que no esté hecha por ningún arquitecto.

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    1. Sí; o por uno muy malo, que también los hay...
      El Tapir

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    2. Bueno, yo no lo llamaría reforma. Mas bien parece una destrucción de una casa para levantar otra que se parece como un huevo a una castaña.
      Una reforma podría ser esta de la ville Savoye, de Le Corbusier:

      [img]https://2.bp.blogspot.com/-cmcTG8cofsQ/WHwINCRtLEI/AAAAAAAAYn0/RD5XkJ5RY5k12FVjNPS2hSqppHf3wf8eQCLcB/s640/villa_savoie_cubierta.jpg[/img]

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  6. La propiedad privada debería tener unos límites, ¿no?

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