martes, 3 de enero de 2017

A los "señores burócratas de Bruselas y España"

La estancia en Ibiza se acaba y no esto hay quien lo pare. Ha hecho unos días estupendos, en los que el paisaje estaba precioso, daba gusto pasear por el campo y también por lugares inaccesibles en agosto a cualquier sujeto mínimamente sensato: sus estupendas calas, como las de Cala Conta o Cala Bassa, sin ir más lejos. Dejando de lado las "entrañables jornadas familiares", siempre sujetas a la posibilidad de inesperados conflictos, ha habido que intentar resolver algunos asuntos que no vienen ahora al caso. Por suerte, no estábamos solos en esa cruzada: unos amigos de siempre estaban inmersos en una situación parecida y nos alertaron del calvario que nos esperaba.

Edición de 1944 (Aguilar) de los "Artículos completos" de Larra
Pero ¡amigo!, nuestro nunca suficientemente valorado Mariano José de Larra se quedó corto con aquellas cosas del "vuelva usted mañana", que quizá era justificable entonces porque no había ordenadores ni el peinetero Internet.

En las oficinas municipales del Ay Untamiento de Sant Josep (antes lo llamaban "La cueva de Alí Babá"), una especie de caja registradora que solo sabe cobrar, y también en el macroedificio donde pululan los inútiles politiquillos y burócratas del Consell Insular (y aquí lo dejo), le hacen la vida imposible a uno.
Casi hace falta pedir permiso para poder a su vez solicitar permiso para cosas baladíes en base a normativas absurdas, en una especie de interminable tornillo sin fin. Por si fuera poco, cada partido o coalición que llega al poder en esas instituciones saca unos nuevos inventos para que se vea que hacen algo novedoso. Cuando lleguen otros los cambian y ya no sirven para nada. La rueda del hamster, y que no pare.



El caso es que, de resultas de todo eso, los permisos tardan dos o tres meses en obtenerse, inevitable paso previo para poder solicitar otros que tardarán otro tanto en sustanciarse y nuevas tasas por aquí, allá y acullá. Y la caja recaudadora, funcionando a toda pastilla: unos dineros que luego nadie sabe en qué se invierten, porque en esta isla todo está manga por hombro, la verdad. Al Ay Untamiento de Sant Josep, que está forrado, le han concedido hoy un premio que les hace justicia: el "Corazón de Piedra", por dedicar a inversión social menos del 60% de la media que se dedica en España a estos menesteres. Aunque en Baleares también se utiliza el "Madrid nos roba", claro, ya que tienen a quién parecerse.





La Comisión de Pesca del Parlamento europeo visita Canarias
Dicho esto, podemos extrapolar fácilmente el asunto a otros ámbitos fuera de las Pitiusas. Además de consumados burócratas, tenemos políticos a mogollón, desde los modestos ay untamientos, pasando por diputaciones, gobiernos autonómicos, Senado, Parlamento, hasta llegar al no va más del chollo: el Parlamento europeo, la jubilación dorada para cualquier político que se precie. Son gente en general inútil que, para justificar su sueldo, tienen que elaborar leyes, reglamentos, normativas, aunque no hagan puñetera falta; a veces, directivas injustas a las que ninguno de nuestros chupones en nómina (elevada) se oponen con contundencia porque, en el fondo, "se la suda".


Y, para más inri, desde el gobierno, quizá para camuflar o reducir las cifras del paro, nos invitan a hacernos, no se lo pierdan, ¡emprendedores!, muchos de nosotros sin nada que emprender ni dinero ni aptitudes para hacerlo, pero si lo intentamos nos encontraremos con unos impuestos del copón y toda la batería de trabas de la que estamos hablando.

Está muy bien valorado que un gobierno, del nivel que sea, saque leyes por un tubo, y si no lo hace se lo vapulea. Quizá por eso, en este país casi todo se quiere uniformar y someter a regulación. En el ámbito municipal: la medida y color de las sombrillas de las terrazas de los bares para que sean todas iguales (verbigracia: el  paseo marítimo de Vilanova), el mobiliario urbano, los rótulos, el diseño de los chiringuitos de playa en base al mismo proyecto repetido al infinito (véanse, por ejemplo, los de Castelldefels). Algo parecido hicieron en las Ramblas con los quioscos de flores, la supresión de las pajarerías para ser sustituidas por bibelots horribles traídos de China, y un largo etcétera. Por no hablar de los exámenes de capacitación (casi tipo oposición) para ejercer de estatua humana en ese paseo. En cuanto a la administración autonómica y estatal, ni les cuento, quizá algún día... Y lo del Parlamento europeo ya se ha dicho antes.

Bueno, para qué seguir: regular todo menos lo que realmente haría falta hacer, quizá porque afecta a colectivos a los que no conviene molestar. Ahora, por si fuera poco, nos dictarán una ley que nos dirá a qué hora tenemos que desayunar, comer y cenar para que dejemos de estar tensos, disminuir nuestra angustia y, de paso, poder tener un rato para comentar la jornada con los niños. En este punto, hay que reconocer que Buqueras fue el pionero y ahora tiene numerosos seguidores, especialmente en Cataluña.




Javier Marías
Bueno, ya que hablamos de ese sujeto (Buqueras), recordamos aquí un reciente artículo de Javier Marías, en el que con su afilada máquina de escribir eléctrica, una antigualla que va como una moto, se queja con razón de todo lo mencionado.

Acaba con una especie de irónica instancia en forma de desesperado ruego; en ella solicita a toda esa gentuza que, ¡por favor!, dejen de emitir normativas absurdas y reglamentos: damos por supuesto que seguirán cobrando el sueldo y lo aceptamos de mala gana, pero se da por bueno con tal de que nos dejen tranquilos y se dediquen a jugar al dominó o al tute en vez de redactar protocolos absurdos.

He aquí mi propuesta y mi ruego: “Señores burócratas de Bruselas y España: No se preocupen por sus empleos. Los tienen asegurados. Seguiremos pagándoles de buen grado aunque se pasen la jornada mano sobre mano. Por favor, háganlo. Jueguen al ajedrez, al dominó, a los naipes o con el smartphone. Vean estúpidos vídeos de youtubers en sus horas laborables. Envíen chistes a sus colegas de Estrasburgo, Ginebra o La Haya. Lean algún libro de tarde en tarde, si recuerdan cómo hacerlo. Hártense de series de televisión, que duran y ocupan muchas horas. Nadie se lo va a reprochar. Insisto, se les seguirá pagando religiosamente aunque sean ustedes meros parásitos. Pero, se lo suplico, estense quietos. No piensen. No imaginen nuevas prohibiciones y obstáculos demenciales. No inventen nada. No rastreen con lupa la realidad a ver si se les ha escapado algún resquicio sin reglamentar. Por favor, no nos asfixien, déjennos vivir. Déjennos un mínimo de espontaneidad, iniciativa y libertad”.

Enlace: No nos asfixien


1 comentario:

  1. Se les podría pedir algo más, pero igual sería contraproducente.

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