sábado, 14 de enero de 2017

Javier Krahe prefería la hoguera

He aquí lo que leemos en la prensa del día acerca de las imposiciones de estudiantes en la Universidad de Londres:

SOAS, University of London
"Knowledge is Power"
«En la Universidad de Londres, el sindicato de estudiantes de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos [SOAS] ha exigido que desaparezcan del programa filósofos como Platón, Descartes o Kant. Por racistas y colonialistas.

En su escrito, el sindicato se refiere a estos —y a otros personajes históricos— como “filósofos blancos”. Además, demanda que sean estudiados únicamente si el alumno lo solicita y siempre poniendo su pensamiento “en el contexto”. Por ejemplo, los filósofos de la Ilustración deben ser explicados —y desacreditados— junto a su “contexto colonial”.

Resulta paradójico que en una universidad —que se supone es, entre más cosas, el lugar donde todas las ideas fluyen, se confrontan y permiten el surgimiento de otras nuevas— haya quien prohíba mostrar ideas de pensadores que, guste o no, han conformado el mundo en que vivimos.



En una época donde a la mentira le llamamos “posverdad” y al totalitarismo social “corrección política”, no es difícil quedar a expensas de un grupo —por pequeño que sea— organizado y dispuesto a imponer cualquier disparate ante una mayoría aterrorizada de que la etiqueten si se le ocurre oponerse. Resulta obvio que ningún personaje histórico resiste cinco minutos un análisis con los ojos de hoy en día. [...]

Luego viene el fenómeno snowflake student (estudiante copo de nieve). No solo tengo derecho a elegir asignaturas, sino los contenidos de estas. Y aunque no tengo ni idea —ni quiero tenerla—, puedo arrinconar a quien sea para exigir que ni me mencione contenidos que desafíen lo que pienso, alegando que son “ofensivos”. Ahí tenemos lo ocurrido en la Universidad de Glasgow, donde se previene a los estudiantes de Teología —atención, Teología— de que las imágenes de la crucifixión pueden resultarles “incómodas”. Si esto sigue así, van a terminar incluyendo en la guía docente Dora, la exploradora.


En estos tiempos del “arden las redes sociales”, uno de los últimos reductos de pensamiento libre y reflexivo es la Universidad. Lo que suceda en esa institución ad intra —perdón por el uso del latín imperialista— resulta crucial para conformar la sociedad de los próximos años. 

Si la Universidad también cae en manos de la nueva inquisición del totalitarismo ofendido apoyado por los indignados de guardia en las redes sociales —inquisición que ya deja sentir su larga mano en otros ámbitos—, tal vez sea mejor cantar como Javier Krahe: “Pero dejadme, ay, que yo prefiera la hoguera, la hoguera, la hoguera”».






[...] «La actitud de demasiada gente es exactamente la de los niños –muy pequeños, por cierto–, que, por ejemplo, creen que cerrando los ojos o tapándose la cabeza con una sábana ya no van a ser vistos. Confunden no ver con resultar invisibles: si yo no veo a esta persona desagradable o que me da miedo, ella tampoco me verá a mí. También es fácil engañarlos, adecuar la realidad a sus necesidades, convencerlos de que no hay amenazas cuando sí las hay.

Javier Marías
Los adultos nos prestamos: ¿para qué van a sufrir, y a crecer con temores? Mientras no se den cuenta, engañémoslos y que sean felices, ya les llegará el día de no serlo tanto. El problema es que ahora hay muchos individuos que no consienten que ese día llegue. Están dispuestos a creerse las mayores trolas, y si hay que negar la realidad y la verdad, se niegan y ya está. Como si pudieran mantenerse a raya por arte de magia y por la fuerza de nuestra voluntad. 

Son gentes que han perdido la capacidad de sumar dos y dos, de prever ninguna consecuencia. Es como si ya no supieran que si están a la orilla del mar y dan cuatro pasos, sus pies se mojarán, y pensaran: “Qué tontería: ahora están secos, ¿por qué se van a mojar?” Y como si ignoraran que si dan cincuenta más, seguramente se ahogarán. Pero el océano y la realidad son obstinados, y lo cierto es que continúan ahí, cuando nos abren los ojos por fin».


2 comentarios:

  1. Toda esa verborrea actual me parece farragosísima y un tanto ridícula. Esas exigencias de los estudiantes, puras manifestaciones cara a la galería (¿postureo?), en la línea de lo que dice Marías, resultan infantiles y poco científicas.
    En resumen. "De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso" (frase que gustaba mucho en casa)

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  2. Sí, ridícula pero da un poco de miedo porque se va imponiendo rápidamente. ¿Para qué necesitamos a los filósofos, a la Universidad, al Saber, si tenemos las redes sociales, si con un click podemos substituir horas y horas de estudios, de esfuerzo? ¡Dios mío, qué futuro más poco esperanzador!
    El Tapir

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