domingo, 22 de enero de 2017

Haciendo justicia a Trillo

Llevaba días Gran Uribe tentado de escribir algo sobre el señor (por llamarlo de alguna manera) Trillo. Le daba vueltas al asunto porque no sabía cómo expresar su opinión de manera no demasiado grosera. Pero al final siempre se decía: "algún día lo hará Millás mejor que yo". Bueno, pues... ¡bingo! Aquí tenemos su columna de hoy, haciendo justicia a ese sujeto.

Fotografía de Chema Moya (EFE)
El señor, al que un subordinado protege de una lluvia que solo él parece sentir, era el ministro de Defensa cuando 62 militares que volvían a casa tras una misión en Afganistán fallecieron al estrellarse el Yak 42 en el que viajaban. El político visitó la zona en traje de faena, como puede apreciarse, y de vuelta al despacho comenzó a urdir una de las historias más siniestras de las últimas décadas para sacudirse de encima los sesenta y dos muertos (ahora con letras), víctimas de un cacharro conducido por pilotos que, además de inexpertos, llevaban trabajando 22 horas (veintidós) de forma ininterrumpida. 


El suceso, que habría hundido a cualquier persona decente, catapultó la carrera de Trillo, que así se llama, y al que ustedes recordarán también porque fue el responsable de la toma de un pedrusco, de nombre Perejil, habitado por cuatro cabras y una anciana, hecho que él mismo refirió para la posteridad con un lenguaje digno de los viejos tebeos de Hazañas bélicas.


Un caradura, en fin, cuya biografía, a poco que se hurgue en Google, aparece trufada de bellaquerías capaces de sacar los colores al más sinvergüenza de nuestra tradición de pícaros, tan extensa como profunda. Aquí lo tienen, colocándose bajo el paraguas antes de que llueva, quizá dándole vueltas ya a cómo culpar a otros de su negligencia criminal. Debió de hacerlo bien, muy bien, porque el PP lo premió con una Embajada de amor y lujo, la de Londres. El Consejo de Estado, 13 años más tarde, ha venido a certificar la ignominia que comenzó ahí, donde la foto. A ver con qué lo premiamos ahora.

Juan José Millás, Merece otro premio, EL PAÍS SEMANAL (22/7/2017)




Vamos con algunos aspectos lingüísticos interesantes, extraídos del artículo de Alex Grijelmo de hoy, que vienen al caso de este asunto que tratamos y de la petición de perdón de la señora María Dolores de Cospedal (Tot Barcelona: ¡ojo al dato!):

Cospedal y Unidad Cinológica de FFAA

[...] «Un tercer aspecto de la petición sincera de perdón se refiere a los verbos y sustantivos que le siguen. "Pido perdón por...". ¿Para qué hechos concretos se solicita en cada caso el perdón?

Dolores de Cospedal pidió perdón el lunes 16 en el Congreso. Importaba mucho pronunciar esa oración ("pido perdón"), y se atendió tanto a tales términos (noticiosos, sin duda) que quizá se desvaneció la atención hacia los que venían después.

Cinco veces dijo "pido perdón", pero en ninguna de ellas le siguieron palabras como "por las negligencias y las mentiras en el accidente del Yak-42", o "por haber añadido dolor innecesario a los familiares"... No. Pidió perdón "por no haber reconocido con anterioridad esta responsabilidad patrimonial del Estado"; o "por los errores en la identificación de los cadáveres" (donde "errores" suplanta a "engaños deliberados"). Y aseveró De Cospedal: "La responsabilidad objetiva del Estado sobre el Yak es una cuestión importante de reconocimiento, de reparación moral, y no tengo ningún problema en pedir perdón en nombre del Estado por no haberlo reconocido antes". De ese modo, la "responsabilidad" (que no la culpa) se le endilga al "Estado" (que no a personas o partidos).



Eso es un avance, desde luego; pero aún queda camino. A partir de ahora, podría continuar la ministra y secretaria general con algunos otros asuntillos, entre ellos el de la contabilidad extracontable. Eso sí, llamando a las cosas por su nombre; para que, aunque se trate también de una tardía petición en diferido, no parezca además un perdón en b».


3 comentarios:

  1. Los matices son muy importantes. Y la señora Cospedal sabe matizar muy bien, en diferido, eso si.
    Salut

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  2. Vergonzosa toda esta cuestión. Lo de Trillo me parece de lo más gordo que ha pasado aquí, con el agravante de haber recibido un premio por ello. Lo de Cospedal en su estilo, aprendiéndose la lección y recitándola. No dice necedades, sólo lo parece, porque no llama a las cosas por su nombre. Por cierto, el que parece que esté avergonzado es el militar con el perro a su izquierda en la foto. MJ

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  3. Por cierto, hoy en el ayuntamiento de Cartagena, de donde es Trillo, le han declarado persona "non grata" (por lo del YAK decían).

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