sábado, 7 de enero de 2017

Emilio Salgari, Lluís Bosch y su "Vivir sin ti"

El bloguero de Mil demonios llevaba bastantes días en silencio, desde su magnífico Cuento de Navidad con poco. Empezó el año y G.U. seguía echándolo en falta, hasta que hoy nos explica el porqué de su silencio como solo él sabe hacerlo y, además, con su estilo habitual, aunque nos confiese que le cuesta mucho mantenerlo sin la ayuda del tabaco. Al hilo de la sonrisa que entrevió a escasos palmos de su cabeza, nos hace una entrañable mención a las novelas de aventuras de Emilio Salgari, el tipo que iluminó también la infancia y adolescencia de un servidor, con aquellos míticos libros de la Editorial Molino que nos traían los Reyes Magos, con las maravillosas cubiertas de Riera Rojas, un ilustrador injustamente olvidado, como el propio Salgari. Gracias por el detalle y... ¡bienvenido al mundo de los no fumadores!

Pero dejemos que sea el propio Lluís Bosch quien nos lo cuente, en su entrada de hoy Vivir sin ti, de la que entresacamos algunos párrafos.

«Unos días atrás, justo a principios, estaba yo cabizbajo y concentrado en mi libreta cuando, de repente, intuí como se esbozaba una amplia sonrisa en el aire, a escasos palmos de mi cabeza. Levanté la mirada tan raudo como pude, pero solo me bastó para sospechar la disolución, el desvanecimiento. Quienes conozcan el gato de Cheshire, el de Carroll (por su obra o por la versión de Disney o por la versión de Disney que hizo Burton) pensarán en el gato inglés. Quienes no deseen (o no puedan) ir tan allá, pensarán en las decenas de miles de anuncios de personas sonrientes que nos asaltan por todas partes.


Cubierta: Riera Rojas
Pero yo me quedé preocupado. Aquella sonrisa que se me había soslayado a medio metro del rostro no era la del gato ni la de ninguna clínica dental que se precie. Empecé a recordar otra sonrisa, una que, antaño, me llenó de imaginación desbordada, de ilusión, de imágenes fabulosas. La sonrisa de la bandera pirata. Esa cabezota blanca y sonriente que asoma por encima de las dos tibias cruzadas. ¿Cuántas veces soñé en los mares del Sur, la Isla de las Tortugas, las tabernas, las huídas de los calabozos, los botines, las escaramuzas, grumetes, cañonazos, palos de mesana y trinquetes, tesoros ocultos guardados por esqueletos celosos...? ¡Qué poco valoramos a Emilio Salgari, que hizo más por la lectura de los jóvenes que mil directores generales de educación juntos!


Unos días más tarde, la doctora de guardia en urgencias atizó el aire delante de mi con la radiografía en la mano: -Esto es una insuficiencia respiratoria aguda en toda regla. No llega, el oxígeno no llega. Puede ser la consecuencia de una insuficiencia crónica o de alguna otra cosa, todas feas. Vamos a investigar. Por lo pronto, vaya pensando usted en eso del fumar. [...]

Lo más difícil de todo es cuando me pongo a escribir. Escribir sin el cigarrillo es como haber perdido el libro de los adjetivos. Ya me dirás como los encontraré, sin el farolillo del humo.[...] Yo ahora me siento como que tengo que aprender de nuevo. Comprarme un mapa nuevo, incluso a veces me detengo a pensar si de verdad deseo seguir viviendo en un mundo sin mis cigarrillos. Si voy a escribir igual que antes o me afectará al estilo. 


En su fabulosa "La conciencia de Zeno" (1923), el genial Italo Svevo usa el asunto del tabaco y de dejar su adicción de una forma magistral. Es un texto sublime que deberé releer enseguida porque ahora voy a comprenderlo de veras. Es posible que deba sustituir el tabaco por el recuerdo del tabaco, la literatura del tabaco o el cine del tabaco. Con todas las cosas de la vida va pasando un poco lo mismo a partir de los 50 y no es malo que sea así. Y además hay que andarse con cuidado: nostalgia solo la justa. Hay que mantener energías y mala leche, porque la cosa no está nada fácil y además no, no estoy contento de haber dejado de fumar ni siento repercusión alguna en mi autoestima (caso de que exista algo así).

Era un buen amigo. Quizás el mejor que he tenido nunca jamás. Cuando empecé a fumar eso me hacía sentir mayor, aunque a la primera bronquitis le pedí a mi madre que me llevara al médico, me comprase la medicación y viniese a dármela, puntualmente, a la cama».

Fragmento de la colección de libros de Emilio Salgari, de Editorial Molino: piratas, tuaregs, brahmanes, cowboys... todo está aquí.

Portdas de Riera Rojas de "La soberana del Campo de Oro", "La montaña de luz" y "El Rey de los Cangrejos", de Emilio Salgari

8 comentarios:

  1. Lluis es una de las personas a las que tengo un aprecio muy especial.
    Solemos vernos en el Ateneo, cuando hay alguna causa que lo requiera.
    La última vez fue en la entrega del libro de Escritores Recónditos, donde él tiene un apartado como protagonista/escritor.
    Un tipo culto, con una hipersensibilidad que le hace especial, y un gran conversador.
    Un saludo desde aquí. Y a ud. también Gran Uribe.
    Salut

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  2. Magnífico el artículo del bloguero "Mil demonios". Me quedo con la frase "Qué poco valoramos a Emilio Salgari, que hizo más por la lectura de los jóvenes que mil directores generales de educación juntos!". Totalmente de acuerdo. Iluminó nuestra infancia en blanco y negro. Hasta nos ilusionaba estar enfermos porque, además de librarnos del odiado cole, nos solían comprar libro de Salgari, que junto con los de los Reyes y santos respectivos fueron formando nuestra modesta biblioteca. Pero no eran solo historias de piratas. Egipto, la India, las praderas norteamericanas...Salgari salvó lagunas de conocimientos y su ayuda fue impagable en ciertos exámenes, como sabe muy bien El Tapir. En resumen, reivindico yo también al nunca superado y hoy olvidado Salgari.
    nvts

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  3. No sé de quién son esos libros de la fotografía, si de GU o de Lluís Bosch, pero reconozco algunos títulos por sus lomos. El de la portada es "La reina de los caribes", uno de los más divertidos del Corsario Negro, Honorata de Wan Guld, Moko, Carmaux, Van Stiller y compañía. Pero es que Emilio Salgari escribió con igual credibilidad de todas las latitudes (Egipto, la India, América, África, Oceanía...) dicen que sin haber salido nunca de su pueblo... Mi infancia no puedo sino relacionarla con la lectura de Salgari, como muy bien describe nvts.
    En cuanto a lo de dejar de fumar, amigo Lluís, la única manera de conseguirlo sin demasiados traumas es estar convencido de querer hacerlo. Yo lo conseguí con inesperada facilidad y una ayudita de la homeopatía (que tal vez actuó como placebo), y durante un tiempo, el pitillo que más eché en falta fue el primero de la mañana, aquél que encendía mientras el ordenador se iba recalentando. Ahora, unos 18 años después, todavía me fumo algún pitillo de vez en cuando (como muy bien sabe nvts), pero ya no lo echo en falta. ¡Ánimo, Lluís, que (aunque aún no lo creas) se está mejor sin fumar, palabra!
    El Tapir

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    1. Esas imágenes proceden de Internet, con la búsqueda en Google "Salgari Editorial Molino" (Imágenes).

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  4. Los libros de Salgari, con esos personajes, lugares y aventuras exóticos encandilaban. Seguro que eso es lo que a él le hubiera gustado hacer, pero nunca pudo.
    Magistral el artículo y eso que lo ha escrito sin su buen amigo. Es un falso buen amigo. Prescinda de él, a la brava. Muchas Gracias, Lluís y G.U. MJ

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    1. Sí, lo mejor que puede hacer es prescindir de ese amigo.

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  5. Veo que Gran Uribe ha añadido tres portadas de otros tantos "clásicos" de Salgari. Muy bien escogidos, ya que, desde mi punto de vista, son tres de los mejores libros de ese autor. No conservo ningún libro de Salgari, grave pérdida achacable a los sucesivos traslados que uno tiene que hacer en la vida, aunque tampoco recuerdo haberme desprendido de ellos. Creo que mi salud mental no lo habría tolerado...
    El Tapir

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    1. A este respecto, le remito a usted a mi comentario en respuesta a uno de nvts:

      Enlace: Equilicuá

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