lunes, 20 de octubre de 2014

Las trampas de la consulta

Francisco J. Laporta publica en EL PAÍS de hoy un buen artículo en el que en resumidas cuentas viene a decir lo siguiente:

Ilustración de Nicolás Aznárez Nacionalismo y democracia son dos idearios poco compatibles. La democracia descansa en los ciudadanos pensados individualmente y el nacionalismo lo hace en un todo social —la nación, el pueblo— por encima de ellos. Lo que define tu identidad en el ideal democrático es tu individualidad libre; en el ideal nacionalista, tu pertenencia al todo nacional.
Por eso llama la atención el empeño del nacionalismo catalán en consultar al pueblo si quiere la independencia ("queremos votar", voto a voto), aún a sabiendas de que pueda salir NO. ¿Por qué? ¿Hay alguna trampa en todo eso?
Cualquiera que sea el resultado, por el solo hecho de haber realizado esa "consulta" ya se habría conseguido el reconocimiento inmediato de que Cataluña tiene derecho a manifestarse de manera autónoma en asunto tan delicado y a decidir su destino.
-1ª trampa: No "ser para votar" sino "votar para ser".
-2ª trampa: Si no se consigue a la primera el SÍ, se seguirá intentando (véase Quebec o ahora Escocia) hasta conseguirlo. En cuanto salga el SÍ, no se repetirá nunca esa consulta.
-3ª trampa: Radica en el puro simplismo de una consulta, referéndum o plebiscito. Al simplificar cuestiones complejas se cuelan de rondón mercancías difíciles de vender a cara descubierta.
-4ª trampa: La dicotomía SÍ/NO puede producir un efecto devastador en el día a día en Cataluña, llegándose a trocar la fluida convivencia en un áspero tejido de recelos. De hecho, ya se está produciendo. De un lado los buenos catalanes, del otro los malos.

Bueno, dicho así parece nada; mejor nos lo explica él, que lo hace muy bien.


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