domingo, 14 de mayo de 2017

«Llegaron corrompidos de casa»

Exposición Ribera en El Prado
A Juan José Millás no le ha pasado desapercibido lo de los misales de Ferrusola. Él sabe perfectamente lo que es un misal. Gran Uribe también, no en vano asistió en su infancia y adolescencia, durante un período de nueve años, a unas dos mil quinientas misas en el Colegio y unas quinientas fuera de él. En cuanto a Rosarios, quizá otros tantos.

Por cierto, hablando ayer con gente que ronda la treintena, le ha llamado la atención que ninguno de ellos tenía ni pajolera idea de lo que es un misal... Tampoco sabían qué eran los Evangelios, y de la Biblia y los Rosarios ni les cuento. Luego se dan codazos para ir al Museo del Prado o el que toque (aunque básicamente es para ver el móvil y hacerse selfies).

Pero ese es otro tema, bastante interesante por cierto, en el que intentaremos profundizar en breve... Se agradecerían colaboraciones: en este asunto y en todos, porque suelen brillar por su ausencia, salvo contadas excepciones que uno agradece un montón.


Lo cierto es que esos jóvenes no han podido disfrutar del asunto como han podido hacerlo los de la quinta de Gran Uribe. Bueno, volvamos a lo que dice Millás en Diario de Ibiza de hoy, en un artículo titulado La esquina:

«Los Pujol no se corrompieron en el ejercicio del poder. Llegaron corrompidos de casa. Esta diferencia entre los que se corrompen antes y se corrompen después resulta zoológicamente interesante. Los que se corrompen después son los típicos advenedizos que aparecen en todas las profesiones y clases sociales. No sé, el cocinero que al tener a su alcance una nevera, se lleva un cuarto de langostinos a casa en los bolsillos de la gabardina. El advenedizo se conforma con poco, carece de la ambición del corrupto nato. Un corrupto nato, hablando en términos supuestos, es un Ignacio González, que enseguida se compra una mansión. O un Granados, que cambia de peluquero a los dos días de llegar al cargo. Los Pujol eran corruptos natos.

Para el desarrollo de la corrupción nata conviene tener ideales, bien de tipo político, bien de tipo religioso, bien una mezcla de ambos. Si además de amar a tu patria por encima de todo, eres de comunión diaria, tu horizonte económico está garantizado. Todos los ministros de Franco, por ejemplo, empezaban la jornada con una misa. Muchos de sus descendientes continúan viviendo a cuerpo de rey de las fortunas que amasaron en las sacristías y detrás de las mesas de sus despachos. Observen la vida que llevan las nietísimas y los bieznietísimos del Caudillo tantas décadas después y sin haber dado un palo al agua.

Los Pujol pertenecen a esta clase de corruptos religioso-patrióticos. La matriarca del grupo era la madre superiora; el hijo mayor, el capellán, y así de forma sucesiva. Mientras el prior lanzaba soflamas nacionalistas, la superiora llenaba los misales de billetes de dinero negro. Lo que nos preguntamos es si los gobiernos a los que apoyaron ignoraban estos tejemanejes o les dejaban hacer porque les proporcionaban las mayorías que necesitaban para gobernarnos a usted y a mí. ¿Sospecharon algo Felipe González o Aznar? Después de todo, apenas se escondían. Tiene uno, en fin, la duda de que los Pujol hubieran caído si se hubieran quedado en nacionalistas nada más. 

Quizá fue el independentismo lo que colmó el vaso de quienes sabían y callaban. Les ocurrió lo que a los traficantes de drogas cuando se ponen a vender en una esquina que no les pertenece».

4 comentarios:

  1. Veamos lo que nos dice Gregorio Morán en las sabatinas intespestivas..

    ...la madre superiora de la congregación que con su catalán escrito no pasaría del nivel C que se exige a la población que aspira a un cargo...

    Está todo dicho.

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    1. Pues sí, diez o doce faltas de ortografía en un texto tan breve tiene su mérito, pero no se le ocurra a usted hacerlas en una prueba de selección porque sería vilmente expulsado a gorrazos.

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  2. Buen artículo ese de Greogorio Morán que usted señala:

    Enlace: ¿Haciendo el ridículo?

    Pues sí, haciendo el ridículo nuevamente.

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  3. Lo del latrocinio de la madre superiora y su familia lo sabían los otros políticos que callaban porque les interesaba y mucha más gente también. Por ejemplo, Margarita Riviere en "Clave K" lo escribió clarísimo y no se lo dejaron publicar hasta hace poco, más o menos cuando murió.

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