Decía Andreu Martín la semana pasada (en una 'carta de los lectores' de El Periódico de Cataluña) algo que ha sido viral:
«Las leyes del mercado me han puesto en mi sitio. Ha quedado claro que a mis casi 50 años de profesión no he hecho méritos suficientes para ganar determinados premios, para ser considerado publicable en determinadas editoriales ni para que la radio y la televisión consideren que la aparición de un libro mío sea un acontecimiento.
Continuaré escribiendo, porque no puedo evitarlo y porque me debo a los lectores que me animan y me miman, y nos encontraremos siempre que quieran y me llamen, pero que no me esperen donde no me corresponde. No en los asientos reservados para 'best-sellers', no en 'diadas-realities' exclusivas de quien vende más, no en los premios que solo premian a premiables, no en páginas culturales demasiado exquisitas para mí.
Este año, lectores míos, no estaré en los puestos de firmas de las Ramblas. Ah, y basta ya de llamarme maestro o número uno en nada. En el actual mundo del libro, los maestros son los que más venden, y no conviene que yo me crea que soy lo que no soy.
No sé cómo será vuestro mundo cultural ideal, pero éste no tiene nada que ver con el mío».
A Lluís Bosch no le ha pasado desapercibida esa desencantada nota, como es natural y, sin ánimo de ser exhaustivo, glosa algunas de las cosas que le han pasado a esto del día de Sant Jordi en los últimos años para que sea lo que es ahora: una "mierda seca", como diría el nunca suficientemente bien valorado Bukowski.
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Cuando yo era pequeñito, el 23 de abril era Sant Jordi, el "Día del
libro". Ahora es "Sant Jordi" a secas, más en consonancia con la
euforia nacionalista que arrasa Europa y emponzoña la vida en Cataluña.
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Un fenómeno extraño recorre el mundo: la sacralización del libro y de la
lectura, inversamente proporcional a la caída de lectores y compradores de
libros. Trabajo como docente de niños pequeños, y ayudarles en el aprendizaje
de la lectura es lo más importante de mi tarea. Saber leer es muy importante,
vaya eso por delante. Pero no más que saber convivir, ser analítico, ser
crítico, curioso. Hay libros buenos, libros malos y libros malísimos: saber
distinguir entre ellos es esencial.
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La prensa y su manía por los ránkings y los números: no entiendo esa
obsesión de la prensa por hablar de los libros más vendidos, como si el dato
numérico contuviera alguna verdad de la buena. Si fuese así, McDonald's sería
el mejor restaurante del mundo, y que se quite la dichosa Guía Michelin. Eso
lleva tiempo sucediendo -y va a más-. Por eso, la protesta de Andreu Martín me
parece ingenua: ¿no se había dado cuenta hasta ahora de que ese Sant Jordi no
es para él si no para Pilar Rahola y los youtubers?
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Hablando de cifras: se habla de los números de libros más vendidos porque no hay forma de contabilizar la lectura. ¿Cuál será el libro más leído? El
análisis cuantitativo es impotente aquí y es por eso que deviene ridículo. De
los miles que se han comprado el último Rahola, solo unas decenas se lo van a
leer: esa afirmación es gratuita e intuitiva, y la escribo para demostrar la
papanatez de los números y los ránkings. (Bueno, y también la escribo porque no
soporto a Pilar, la trabucaire).
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Las estrategias comerciales de las editoriales presentan el libro tal como
Nike sus nuevas zapatillas, Decathlon sus vestimentas para runners o Jean Paul
Gaultier un perfume. La palabra "literatura" ha desaparecido, la
crítica literaria es residual y el ensayo literario ha muerto.
Y añade un estrambote final que no es ocioso:
Debo añadir algo más, y advirtiendo que es una apostilla
prescindible que solo me atañe a mi: un día antes del 23 de abril tuve la mala
suerte de escuchar el discursito del esforzado Puigdemont, que arengaba a los
catalanes a salir por Sant Jordi y comprarse rosas y libros. Dijo que pasearse
por la calle con un libro y/o una rosa es un acto de afirmación de la identidad
catalana. Fue así como Puigdemont me dió la estocada definitiva que me dejó
encerrado en casa el día 23. Me quedé encerrado y escribiendo mi novela: nadie
es perfecto, ni del todo coherente. El día 26 compré un libro y el 21, dos.
En fin, si están en esa línea, como es el caso de G.U., lean a Lluís Bosch en su diatriba, que lleva el sugerente título de Sant Jordi convierte el oro en mierda. Tot Barcelona ya le ha augurado que no le concederán este año el premio de "Catalán del año". Si decidiera "cambiar de casaca" (Galdós dixit), quizá sí. Esperemos que no lo haga porque 'es muy lúcido y muy bueno', según nos confiesa el susodicho G.U. No esperen leer eso en un diario: echarían al que lo escriba.
Eso que explican pasa, por desgracia, en muchos otros sitios, no solo en Barcelona. Los mercachifles nos robaron la fiesta y no hay vuelta atrás.
ResponderEliminarMi querido GRAN URIBE, le confieso un detalle, a veces pienso que somos una célula de resistencia.
ResponderEliminarSalut
Comparto todos los puntos que expone Lluís Bosch en su escrito, pero el que más, el no soportar a Pilar Rahola. Conforme pasa el tiempo, cada vez la aguanto menos. No sé si es que ella es cada vez más desagradable o yo más intransigente. MJ
ResponderEliminarO ambas cosas a la vez (a mí también me ocurre).
EliminarEl Tapir
Y sobre el "estrambote final que no es ocioso", me da la impresión de que la reacción de Lluís Bosch muy bien podría haber sido la de Gran Uribe...
ResponderEliminarEl Tapir
Sí, sí, querido Tapir, la evolución de esta fiesta a lo largo de los años ha hecho que se me atragante un poco, aunque debo reconocer que el procesismo, pese a sus denodados esfuerzos, no ha conseguido tomarla del todo.
EliminarGran Uribe: le agradezco de nuevo la atención que le presta a mi blog. Es un auténtico honor para mi ser reseñado aquí, ya que los más común es verme insultado o incluído en listas de "mals catalans", tal como me hizo el oscuro "Racó català", plataforma tremebunda de patriotas atentos y vigilantes. Estoy pensando en escribir sobre periodistas: Cristian Segura i Vicent Sanchís, ya que ambos merecen nuestra atención. El primero por valiente, el segundo por jetas.
ResponderEliminarSé que no le darán tampoco este año el "Premi d´Honor de les Lletres Catalanes" (usted dice "d´horror" y no creo que sea una errata), y más al saber que está incluido en la tremebunda lista de "Mals catalans" que elabora Racó Català, esa web de "patriotas atentos y vigilantes". Si tuviera más nombradía, cualquier día salía Gran Uribe en esa lista negra.
EliminarLe animo a trabajar el tema "periodistas", y esos dos que cita son un paradigma en los dos sentidos que usted cita: valentía y jetismo.
Quedo a la espera. Siempre es un placer leerle, ya sabe.
Yo, charnega y mala catalana, aunque no figure en las listas de Racó, por desconocida, claro, también me adhiero a los puntos de Lluís Bosc, incluido el estambote final. Como MJ y El Tapir tampoco soporto a la señora Rahola, pero lo mío no ha acrecentado con el tiempo: ni la trago ahora, ni la tragué jamás.
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