sábado, 16 de abril de 2016

El móvil que no suena

https://twitter.com/GeorgiaAdvei/status/721020608990027778

«El problema de comprarte un teléfono móvil es que luego no te llamen. El otro día me invitó a comer un viejo amigo que nada más sentarse a la mesa colocó sobre el mantel su teléfono con el gesto con el que un policía habría colocado su pistola o un matón sus atributos sexuales. Yo me asusté un poco al principio, aunque no le debía nada: habíamos quedado en aquel restaurante para recordar viejos tiempos y hacer un repaso amable a nuestras vidas. Luego, cuando nos sirvieron el vino y los aperitivos, intenté olvidarme del trasto, aunque no era fácil, pues estaba muy cerca de mi copa y parecía una cucaracha muerta.


Ilustración de granuribe50.blogspot.com.es
En cualquier caso, quien no podía olvidarse de él era mi amigo, que cuando llegó el primer plato comenzó a mirarlo con odio, porque no sonaba. A partir de ahí, la comida se convirtió en una pesadilla, pues la tensión no dejó de aumentar. Uno no puede colocar un móvil sobre la mesa y que luego no suene sin sentirse profundamente humillado. El caso es que tengo una capacidad innata para hacerme cargo de las humillaciones de los otros, así que comencé a pasarlo peor que él. Cuando nos sirvieron el postre, habría dado todo lo que tengo porque el teléfono sonara, pero tengo muy pocas cosas y no sonó. 

Mi amigo estaba verde. Entonces llegó el café y se me ocurrió una idea: le agradecí que hubiera desconectado el teléfono para que pudiéramos hablar con tranquilidad. Aquello no sirvió sino para aumentar su sensación de fracaso, pues era demasiado evidente que me había invitado a comer para mostrarme cómo despachaba asuntos urgentes a través de la cucaracha inalámbrica.

Al despedirnos, se le saltaron dos lágrimas que atribuyó a la emoción de la despedida, aunque los dos sabíamos que lloraba porque no le habían llamado. No puedes comprarte un móvil si no tienes garantizado que suene seis o siete veces durante una comida: es muy humillante. Para solucionarlo, Telefónica tiene un servicio despertador que puedes programar para recibir una llamada tras otra con intervalos mínimos de un cuarto de hora. No hay más que telefonear al 096 y marcar, con cuatro cifras, la hora a la que quieres que te avisen. Sale caro, pero es muy eficaz. Tomen nota».


Juan José Millás, El móvil (de Articuentos completos, Seix Barral, 2011)

3 comentarios:

  1. ¡Oh, Millás, qué bueno! Me gustaría que este cuento se me hubiera ocurrido a mí...Cómo se las apañará este tío para poner en solfa lo que pensamos y no llegamos siquiera a formular con coherencia. Como siempre muy bien elegido, Uribe.
    nvts

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    1. Totalmente de acuerdo con nvts. La viñeta inicial y el texto que contiene muy buenos también. MJ

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    2. Sí señor, no falta ni sobra ni una coma. Qué humillación, que no suene el teléfono ¡ni una vez! Claro que siempre se puede compensar empezando a enseñar fotos por el móvil. El otro día, un constructor italiano, muy tosco él, buscaba febrilmente en su móvil una foto concreta de una obra. No la encontró, pero sí pude vislumbrar, entre la sucesión de fotos que pasaba a gran velocidad, un culito respingón en una posturita, indudablemente sacada de alguna revista picarona, que invitaba a una sonora palmada (no sé si se la dio). El móvil es un aparato de lo más indiscreto, y estoy convencido que gran parte de su éxito arrollador es que vivimos en una sociedad es básicamente exhibicionista...
      El Tapir

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