domingo, 17 de abril de 2016

Hay que sobrevolar una nube apestosa

«Hoy es un domingo de abril. Concédete una fiesta republicana. Te mereces un poco de aire limpio. Como si la política fuera tabaco y uno se fumara tres paquetes diarios, llega un momento en que hay que dejar la política aparte y someterse a una cura de desintoxicación si no quiere uno morir envenenado. Ese último cigarrillo, que no consigues quitarte de la boca, es el que te mata. Así sucede con el telediario o la tertulia que no puedes apagar. Bajo la nube tóxica de la corrupción los líderes agitan su incapacidad congénita de llegar a un acuerdo, una incompetencia en el oficio enmascarada con una catarata de palabras inanes como el coro de ranas que ameniza una charca infecta. Esta murga diaria te obliga a imaginar un balneario de alta montaña o una isla desierta donde podrías regenerar tus pulmones carbonizados.

Manuel Vicent, un buen libro y una cerveza
Puesto que estamos en mitad de abril y las hormigas ya han abierto oficialmente los hormigueros en honor a la primavera y pronto florecerán las acacias, podría uno adjudicarse el premio de un domingo republicano como salvación. Un desayuno despacioso, la música de Bach que se diluya en el aroma del café y de las tostadas, la visita a una exposición de pintura por la mañana, unas cervezas con amigos en una terraza soleada, un almuerzo vegetariano, una película por la tarde, la lectura de un libro, un disco de jazz, una copa al anochecer, un sueño apacible. Sin abandonar el sillón puedes viajar a ese espacio mental que se llama república. Pese a que aquel espacio fue mancillado por unos políticos ingenuos o perversos y el sueño acabó en una guerra fratricida, la república siempre será como ese primer amor que pudo ser y no fue. Para viajar hacia esa república, isla desierta o balneario de alta montaña, hay que sobrevolar una nube apestosa, pero una vez allí podrás respirar un poco de aire puro este domingo de primavera».


Manuel Vicent, Alta montaña, EL PAÍS, 17 de abril de 2016

Buen artículo, como casi todos los suyos, del epicúreo Manuel Vicent el que aparece hoy en EL PAÍS. Gran Uribe comparte todas las cosas que dice acerca de este domingo de primavera, excepción hecha de lo del almuerzo vegetariano ('vegano', como se dice ahora); allí no encontrará fácilmente a este modesto bloguero...

3 comentarios:

  1. Estoy con Vicent, aunque no comparta (como Uribe) la comida vegana. Un buen libro, una cervecita en buena compañía, una buena música (a lo largo del día va variando la que necesito que me acompañe), el gin tonic de media tarde (eso no varía) y esa especie república virtual que nunca veremos aterrizar ni usted ni yo, que seguramente soy más joven.

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  2. La verdad es que la fiesta republicana dominical que describe Vicent para compensar "la incapacidad congénita de los líderes políticos ..." es muy atractiva. A mí, como a ustedes, lo único que no me convence del todo es lo de la comida vegetariana. Pero si se come una buena verdurita bien cocinada, está muy rica y también desintoxica. Puede que lo diga por eso, porque él en sus artículos suele hablar de salmonetes de roca fritos y otros manjares semejantes. MJ

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    1. Sí, y de ensaladas rociadas con aceite de oliva, del perfume del azahar, de los atardeceres en la Malvarosa. Agrada leer esos textos, le estimulan a uno. Menos mal.

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