jueves, 28 de abril de 2016

¿Por qué son baratos los edredones de IKEA?

Gran Uribe sabe leer dibujos técnicos, no en vano fue profesor de esa materia treinta años. Pero, a la hora de montar un artilugio de los que venden en IKEA (y en otras tiendas similares), se suele ver incapaz de descifrar los esquemas de montaje, con esas flechitas, números, etc. O sea, que entre eso y que el bricolage nunca ha sido lo suyo (actividad que detesta, además), hace tiempo que renunció a ir a IKEA (una empresa que le desagrada por motivos varios) y, caso de que no tenga más remedio, nunca se lleva la caja tal cual a su casa para montar a la brava el asunto. Por eso suele recurrir a los servicios de esos "manitas" espabilados que siempre pululan por allí, lo cual le supone un coste adicional.

Claro, los precios son más bajos pero vaya... Bueno, a lo que vamos: de todo esto se deduce que quien esto escribe nunca se hará millonario, ya que en otros campos se comporta del mismo modo. Por ello, no necesitará ir a Panamá para nada.

Ilustración de Canary Pete
granuribe50.blogspot.com.es / (Dedicado a Montse Fando)
Estando hace unos años con unos compañeros de trabajo de Ripollet, uno de ellos (Francesc) comentaba ilusionado que un edredón de pluma de pato en IKEA le iba a costar la cuarta parte que en La Perla Gris. Mi compañera Montse Fando, a quien envío un saludo desde aquí por si nos lee (no lo creo), siempre tan escéptica le contestó rápido y sin pensarlo dos veces: "¡Ojo! allí te darán el pato y la funda por separado y ya te apañarás. Yo de ti compraría el de La Perla Gris". Algo así.

Bueno, Gran Uribe se ha acordado de esta anécdota al ver en las redes una viñeta que ha devenido en viral rápidamente: la de la entrevista de trabajo en IKEA, en la que el pobre aspirante tiene que montar rápidamente la silla para poderse sentar esperando a que lo entreviste el sujeto de Recursos Humanos, ya saben, esa gentuza.

12 comentarios:

  1. Buenas noches. Una de las características más importantes en una democracia que funcionara bien sería una buena actitud de sus ciudadanos como consumidores. Lo explicaré con un ejemplo personal, por lo que ya me auto otorgo impúdicamente la calificación de ciudadano ejemplar. Resulta que yo dejé de entrar a un bar en el que me enteré que explotaban a algunos trabajadores. Me gastaba unas 500 pesetas a la semana allí. Han pasado 20 años y no he vuelto a entrar. Vamos, que, solo por mí, han dejado de ingresar medio millón de pesetas, en pesetas constantes de 1996. Si quieren nuestro dinero, poco o mucho, qué menos que exigirles un trato con las personas, el medio ambiente, el patrimonio histórico o el buen gusto (por decir algunas cosas) que quisiéramos para nosotros. Aplico eso siempre que puedo ya que, si puedo elegir, me abstengo de los que creo que son unos jetas en algunos de los campos mencionados (u otros) y así la probabilidad de que mi dinero llegue a gente decente es algo mayor. Puedo no ser justo siempre, pero la tendencia, a no ser que mi información sea incorrecta, es necesariamente positiva. Digo todo esto porque cuando algo es muy barato, ya me pongo la mosca tras la oreja. Al hilo de esta entrada, diré que hace años vi "La trastienda de Ikea" en la televisión. La recomiendo vívamente. Como está en YOUTUBE, no voy a decir nada más. ¿Es una burda manipulación? Que cada uno decida.

    Mateo Morral, calle de Madrid.

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    1. Eso que nos cuenta es otro motivo por el que no voy por allí, ni a ese establecimiento ni a otros que me generan dudas en el aspecto que usted cita. Gracias una vez más por su comentario, Mateo Morral calle Mayor de Madrid.

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  2. Yo soy de la misma opinión y también me abstengo de comprar en IKEA y similares. Si una empresa vende muy barato, me huele de inmediato a chamusquina. Mejor no comprar. Creo que es casi la única forma de luchar contra esa horda de insaciables mercaderes, y su inmenso poder, en el mundo de hoy.

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  3. Buena idea la de expender el edredón en dos paquetes: la oca (o pato) por una parte y el envoltorio por la otra. Eso abarataría costes un montón porque total... una oca, o un pato, así con las plumas no vale mucho.

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  4. Hay "baraturas" que no se explican. Por ejemplo, un anuncio de Internet ofrece gafas Ray-Ban con el 70% de descuento. Ahí hay gato encerrado. (Son las originales)
    Lo cierto es que Ikea y un montón de marcas más, o los subcontratados que trabajan para ellos, fabrican en el sudeste asiático o países con condiciones laborales pésimas, por algo será. Eso por no hablar de Amazon, que revienta los precios y paga fatal a sus empleados (que amenazaron o hicieron huelga). Así es que, de acuerdo con la línea expuesta por Mateo Morral-calle de Madrid, voy a seguir evitando la compra "on line" y comprando en la tienda de la esquina. Además son amabilísimos y me tratan estupendamente. MJ

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  5. No tengo experiencia en IKEA, tienda en la que nunca he entrado, no por razones humanitarias (¿a quién estarán explotando?) sino mucho más mezquinas y prosaicas: temo como a la peste encontrarme como el señor de la viñeta, con un montón de piezas y no saber qué hacer con ellas. Además, me pasa como a Gran Uribe (parece que me haya leído el pensamiento): nunca entiendo los esquemas de montaje; casi preferiría que me lo explicaran en chino...
    El Tapir

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    1. Difícil entender esas instrucciones a pesar de nuestros conocimientos de dibujo. En efecto: casi sería preferible una descripción escrita en chino.

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  6. Yo sí que entré una vez en IKEA. Hace ya muchos años de esto. Seguramente el mismo año de la anécdota que comenta nuestro buen cronista Gran Uribe. Fui en vísperas de fechas navideñas. Por aquel entonces solo había un establecimiento en Barcelona y todo el mundo tenía que ir al mismo. Aparcar el coche, un Opel Kadett, con un buen maletero pues íbamos dispuestos a hacer todos los regalos, fue el primer obstáculo para pasar pantalla. Hecho que debería haber servido para advertirnos que no hacía falta entrar. Pero entramos. Nos agenciamos un carrito. Fueron los primeros en introducir la idea de la monedita. Subimos las escaleras mecánicas. Hicimos todo el recorrido. Un camino largo y tortuoso. Más tarde nos comentó entre risas, el cuñado y cliente habitual, que había atajos. Siempre hay una primera vez. Como pardillos fuimos llenando el carro. Nos encaprichamos de un mueblecito. No podíamos cargarlo en el carrito. Un papel de referencia que en caja nos lo canjearían por el mueble en cuestión. No fue fácil hacer el recorrido completo pues había mucha gente y perdimos bastante tiempo. Al llegar a las cajas preguntamos a un empleado donde nos canjearían el mueble. Muy estresado el chico del mono naranja, nos comenta nerviosamente que antes deberíamos hacer una cola y esperar, pues estaba en lo alto de una columna inmensa llena de cajas que contenían todo tipo de productos. Ellos tenían que bajárnoslo. Me sentí una hormiga ante tal monumento de estructuras metálicas que contenían cajas y cajas. En aquel momento desviamos la mirada hacia la salida. Nuestra sorpresa fue ver las inmensas colas para pagar. Todo lo que llevábamos era prescindible. Lo habíamos llenado convulsivamente. Nos miramos y sin mediar palabra dejamos el carrito lleno de productos en medio del gentío. Nos fuimos. Última y definitiva pantalla.
    Montse Fando

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    1. Muchas gracias, Montse, por esa siniestra crónica que me hubiera gustado escribir a mí, ya que sufrí en su día alguna experiencia parecida. No sobra ni falta nada: el camino largo y tortuoso sin vuelta atrás posible, los enterados que te chivan luego que hay atajos, la columna inmensa llena de cajas, en fin, un horror.

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  7. PD: No recordaba la anécdota pero sí situaciones parecidas a las que cuentas pues el ambiente que se respiraba en el Departamento era muy cordial y divertido. Con mucho sentido del humor que tanta falta nos hace y que es signo de inteligencia.
    Montse Fando

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    1. Sí, era cordial y divertido aquello, ¡vive Dios! Y el humor que no nos falte, si no... estamos apañados.

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  8. Esta empresa es capaz de producir unas cómodas, que se venden como churros, que ya han matado al menos a tres bebés porque los que las habían montado no las habían anclado. Yo me pregunto: ¿por qué no las sacan del catálogo de una vez después de constatar el peligro que tienen?, ¿quién les garantiza que sus instrucciones de montaje van a ser entendidas y seguidas por sus compradores?

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