sábado, 17 de diciembre de 2016

Luis Landero y la alegría de leer

Luis Landero leyendo en su domicilio
(Fotografía de Javi Martínez)
«Es inevitable. Cuando abro un libro, revivo aquellos momentos de mi adolescencia en que el cine se quedaba a oscuras y una miríada de lucecitas crepitaban en la pantalla a la espera del león de la Metro. Grandes cosas estaban a punto de ocurrir. Como entonces, hay que guardar absoluto silencio para que la realidad objetiva no se filtre en la imaginaria y perturbe el encanto de vivir plenamente en el mundo de la ficción. Pero a veces comparto libros con películas, telediarios y partidos de fútbol, y entonces las realidades conviven, se superponen, aunque nunca se mezclan o confunden. Alguna vez he mirado por encima de un libro, todavía con el vértigo de la sintaxis en los ojos, y he visto una escena de infinito horror en Alepo o en las playas del Mediterráneo, y he sentido que, en efecto, la cultura es un escudo muy frágil, demasiado frágil, contra la barbarie siempre al acecho de los grandes instintos reprimidos. Pero, por eso mismo, hay que perseverar, no hay otra opción. 


Los libros, el arte, las escuelas, la buena herencia de la educación familiar son las únicas armas que tenemos contra esos monstruos tan temidos. [...] La vida es absurda, pero el absurdo se lleva mejor con unas gotas de belleza. Y siempre, la alegría de leer, que es recuperar a cada instante el gusto de vivir.


Luis Landero /  (Fotografía de Sergio Enríquez-Nistal)
Este año, como todos los años, he leído y releído libros maravillosos, y otros no tanto, unos clásicos, otros modernos, otros actuales. Con ellos, uno ha endulzado la melancolía, aliviado los pesares, burlado el tedio, coloreado el gris de la rutina, limpiado la mirada para renovar la capacidad de asombro (con el que nos ganamos la lucidez nuestra de cada día), rejuvenecido el corazón para evitar que haga presa en nosotros el cansancio moral, que es acaso el mayor mal de nuestro tiempo, y de emocionarse ante un mundo que siempre, a cada instante, está por descubrir. 


Con la lectura he ejercido de cigarra, cantando alegremente, sin temor al futuro, y de paso he hecho casi sin querer los buenos oficios de la hormiga, acumulando un poco de sabiduría para los días aciagos del invierno. La vida es breve, pero los libros nos ofrecen la ilusión de percibir en torno a nosotros el aleteo de la inmortalidad. Porque los libros, de algún modo fantástico, vencen a la muerte. Uno siente el aliento vivificador de los muertos ("escucho con mis ojos a los muertos"), y aprende a admirar a sus contemporáneos, y al admirarlos, aprendemos también a amarlos. Admiraos los unos a los otros».

Luis Landero, La ilusión de la inmortalidad, Babelia (17/12/2016)

[elhacedordesuenos.blogspot.com.es]

1 comentario:

  1. Las frases de Landero sobre lo que leer puede significar, ensanchan el corazón.
    Brillante la alusión a la cigarra y la hormiga. Siempre considerando a la cigarra simpática por alegre y a la hormiga, profundamente antipática, por insolidaria y acaparadora. Será porque he tenido una visión simple de la fábula. Pero resulta que se puede ser una cosa, y la otra también, sólo hay que tener en cuenta “los buenos oficios” de cada una. Yo me fijaba en otras cosas.
    El párrafo de Michael Ende, magnífico. MJ

    ResponderEliminar