viernes, 30 de diciembre de 2016

De lo poco que queda intacto en Ibiza: Can Bernat Vinya

No es fácil hablar del deterioro de un lugar cuando uno no ha nacido allí, ni ha pasado la infancia y adolescencia en él. Los destrozos los ha visto una vez perpetrados y, como no conoce cómo eran antes esos sitios, el desastre no le produce la más mínima impresión. Pasa con frecuencia cuando se viaja a lugares turísticos, aquí, allá o acullá.

Pero resulta que G.U lleva muchos años relacionado, por motivos familiares, con la isla de Ibiza y en este tiempo ha asistido su proceso de despersonalización galopante, en muchos casos en aras del vil metal o de una presunta modernidad mal entendida. Aquello que le daba un cierto carácter mágico en la década de los setenta o, incluso, de los ochenta, ha desaparecido por completo, nada queda, y eso duele un montón, casi como si uno hubiera estado toda la vida aquí.

Pocos de los lugares que frecuentaba entonces conservan su carácter y el repertorio de escenarios a los que acudir se le ha quedado reducido casi a la nada. Claro, es cosa de los tiempos —le dicen a uno— y de que los años pasan.

Modesto homenaje a Edward Hopper: Bar Bernat Vinya desde la carretera
[granuribe50.blogspot.com.es / Jussara / Bernat Moreno]

Pero, afortunadamente, todavía quedan firmes puntales. Uno de ellos es el bar Bernat Vinya, de cuyo dueño no vamos a hablar aquí. El caso es que, sea por su situación frente a la iglesia, o porque no cierra ningún día del año, o porque Pepe (el camarero que lo regenta ahora) es un tipo encantador, ese lugar sigue siendo el centro neurálgico de San José.

Juan y Bernardo Bernat y el médico Rebollo
[Bar Bernat Vinya, años cincuenta]
Allí siempre ha sucedido todo, allí siempre se ha hablado de todo, se sabe todo, se conocen todos, y eso ocurre en un escenario que sigue igual a sí mismo desde siempre. Y que, para suerte de los nostálgicos de tiempos que fueron mejores, no lleva trazas de cambiar, porque el que lo regenta, el susodicho Pepe, no tiene la más mínima intención de renovar nada: ni el suelo desgastado, ni los azulejos de la barra, ni mesas, ni sillas, ni nada de nada. Ni falta que hace. ¡Albricias!

La única lástima es que se decidieran a suprimir los taburetes de la barra, esos que aparecen en fotos antiguas, lo que lo vuelve poco acogedor, aunque parece ser que lo hicieron porque la gente se apalancaba allí sin gastar ni un duro (no era el caso del metge Rebollo, suegro de G.U.) y, además, en las timbas nocturnas de cartas no era infrecuente que esos artilugios volaran lanzados por los perjudicados por la diosa Fortuna en dirección a los que se habían embolsado la pasta o, incluso, las propiedades.






Bueno, sigamos adelante. Bernat Moreno es  el autor del dibujo inferior, que ha sido tuneado por Gran Uribe añadiendo otra ilustración de la mítica Jussara (la payesa y el payés), que es la que figura en los azucarillos que se suministran con el café. Pues bien, Bernat Moreno dice esto en su página, comentando ese lugar:

Interior del bar Bernat Vinya, en Sant Josep de sa Talaia (Ibiza)
[De una ilustración de Bernat Moreno / Jussara]
[granuribe50.blogspot.com.es]
«Una de las cosas que más recuerdo de mis años de infancia en Ibiza era cuando al acabar la misa nos acercabamos a la terraza del bar Bernat Vinya, la gente hablaba y los hippies se mezclaban con los ibicencos. En misa me aburría pero después la gente parecía más feliz y el sol brillaba con más intensidad, así que acabaron por gustarme los domingos. La decoración actual de Bernat Vinya tiene unos 50 años y el local más de un siglo, aunque nadie ha sabido darme fechas exactas.

Las sillas, las mesas, los azulejos (que fueron a comprar a la península), el suelo, la barra... son todo auténticas reliquias del pasado. 

Hace poco recibieron un diploma del ayuntamiento de Sant Josep reconociendo su valor arquitectónico y cultural (o algo parecido)». 



En ese día al que se refiere Bernat Moreno, el alcalde de Sant Josep (ese sujeto, apodado Agustinet, que "da sal y cobra agua", en palabras de un tocacollons llamado Joan Lluís Ferrer) dijo cosas así:

Agustinet coge el teléfono
[...] «Las familias, cuando encontraban mesa, echaban un ratito en el bar, momento que se convertía en un auténtico acto social. Los días laborables eran cuando se encontraba la gente. Era cómo si todo el mundo tuviera allí su despacho particular. De madrugada, la plaza ya estaba plagada de coches y el bar, lleno de gente que iba a trabajar a las obras. Entre café y café, después de comer, se aprovechaba para hablar de todo un poco los unos con los otros, porque se sabía que todos iban a parar allí; por la noche, de una forma más relajada, sobre todo los más mayores, comenzaban otra jornada de competición de cau i manilla, que junto con el dominó eran los juegos de entretenimiento que se practicaban allí».[...]


12 comentarios:

  1. Buen año.
    He estado en un par de ocasiones, de eso hace años, y en realidad no puedo hablar porque la desconozco.
    Salut y lo dicho, buen año.

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    1. No le recomiendo que vaya ahora.
      Gracias, gracias, Tot Barcelona. Le deseo lo mismo, y que no decaigamos en nuestros blogs...

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  2. Sr. G.U., me ha recordado su composición a uno de esos cuadros de Hopper, que dejan esa sensación de vacío existencial. De hecho, me suena que ha puesto alguno en su blog, pero quizás me esté equivocando.
    Mateo M.

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  3. No conozco aquello, pero lo explica usted tan bien que es como si hubiera estado. De hecho me pasa exactamente lo mismo con mis lugares de la infancia, por contraposición a los lugares destrozados que me encuentro por ahí cuando viajo: me da igual, y me basta con estar bien alojado, estar tranquilo, beber buena cerveza y que por los sitios por los que paseo conserven algo. Un buen comentario el suyo.

    Muchs gracias y buen año a todos (y a todas, como usted señala).
    F.G.

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    1. "En la fiesta de Blas, en la fiesta de Blas, todo el mundo salía con unas copas de más", cantaba Fórmula V, un buen conjunto injustamente vilipendiado por la historia ("Cuéntame" es una buena canción). Vilipendiado como Herodes, otro tipo injustamente tratado por las escrituras, como decía un pariente de G.U. apodado "El Patrón".

      La fiesta de esta noche no ha sido tan alegre como la de Blas, pero no han faltado dos o tres copas de más, de cava catalán (naturalmente).

      Y en esas condiciones, con cualquier inmerecido elogio se viene uno arriba. ¡Qué se le va a hacer! Es la naturaleza humana: proclive a aceptar lisonjas y a abominar de las críticas.

      Bueno, hablando en serio: los destrozos que más deprimen a G.U. son los que afectan a cosas que uno vivió y disfrutó en la edad en que todo se está desarrollando y en la que los recuerdos se mantienen más firmes en el tiempo, ligados siempre al espacio donde se generaron.

      En cuanto a ese bar, quiere ser también una especie de metáfora de lo que, contra viento y marea, permanece inmutable en este mundo tan baladí, en el que todo se produce tan rápido, comandado por intereses que nos son ajenos y, en algún caso, repudiables.

      En fin, en esas estamos a estas horas de la madrugada del primer día del año. No se inquiete usted: recuperaremos el juicio y el blog seguirá adelante, sobre todo si uno se siente acompañado, como es el caso.

      Buen año y muchas gracias por sus comentarios, que valoro mucho, como es patente.

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  4. Desde Vinaroz mis mejores deseos. El mar está de cine. MJ

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  5. Fui a Ibiza por primera vez por mar, a vela. Bueno, las otras veces también. La primera fue una travesía larga (más de 48 horas sin pisar tierra firme)con parada en Columbretes, poco viento de proa, bordos y llegada a San Antonio. Con lobos de mar, está terminantemente prohibido utilizar el motor en un barco de vela, excepto en casos de emergencia extrema. Ibiza me encantó. Dimos la vuelta a la isla y también visitamos el interior. Lo pasamos de maravilla. También vimos a Ana. Volví otras dos veces más entre mediados de los ochenta y mediados de los noventa. Siempre paisajes y rincones preciosos que quizás ya no existan o estén muy deteriorados. Pero quien tuvo, retuvo. Algo queda, según nos muestra Gran Uribe, aunque cada vez sea más difícil encontrarlo.

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  6. Hola, podría contactar con el autor del blog. Soy Bernat, el autor de la ilustración del Bernat Vinya). En mi web encontrarás email. Saludos!

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    1. Coloco íntegro el artículo que dedicó Xescu Prats en Diario de Ibiza el 6/7/2019. LO publico íntegro, prque la gente quizá no tenga el enlace (me parece que hay que estar suscrito).

      https://www.diariodeibiza.es/ibiza/2019/07/06/can-bernat-vinya-santuario-infancia-29703419.html

      Hay que aprender a resistir. Ni a irse ni a quedarse, a resistir, aunque es seguro que habrá más penas y olvido. (Juan Gelman).

      «Las iglesias pitiusas constituyen el último reducto de nuestra infancia, prácticamente el único escenario que en el transcurso de la vida contemplamos inalterado. Incluso la plaza del pueblo es otra, no necesariamente peor, pues antes se hallaba atestada de coches y no quedaba otro remedio que jugar en los soportales del templo o la casa parroquial. En Sant Josep, sin embargo, disfrutamos de otro santuario además de la iglesia: el bar Bernat Vinya, que ahí permanece impertérrito desde hace 150 años.

      Cuando nos cansábamos de corretear por el porche de la iglesia, cruzábamos la calle y seguíamos jugando en la terraza del café. Entre mesas y jardineras, desplegábamos soldaditos y nos zurrábamos, ante la indiferencia de camareros y clientes, que soportaban estoicos las oleadas de jolgorio infantil. A veces nos daban unas pesetas, probablemente para gozar del vermut con el imprescindible sosiego, y corríamos a la cámara de helados, junto a la barra, a por un 'frigodedo' o un polo de limón.

      Mientras lamíamos, nos quedábamos observando a los ancianos, que jugaban a la manilla con un rictus de concentración digno del jefe de estado que se disputa el destino de la humanidad. Aunque nunca nos atrevimos a importunarles, nosotros ya estábamos medio acostumbrados a su hermetismo. Sin embargo, los turistas que atravesaban el umbral de Can Bernat Vinya por primera vez y se topaban con semejante panorama debían de alucinar. Lo mismo que forasteros recién llegados a una cantina del salvaje oeste. A veces, los domingos de invierno, a mediodía, nos sentábamos con la familia en la galería acristalada, pegada a la carretera y abierta a la iglesia. Entonces pedíamos un 'cacaolat' y nos entregábamos al calorcillo amplificado por el vidrio.

      [continúa]

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    2. [...] «Rememorar aquellos años resulta muy fácil en Can Bernat Vinya, pues todo sigue más o menos como entonces. La barra alargada, las filigranas de los azulejos que la decoran, el fondo celeste y brillante del alicatado posterior, las baldas de vidrio repletas de botellas, el viejo reloj, la cámara frigorífica empotrada, las mesas y sillas de juego?

      El Bernat Vinya es, además, el negocio más antiguo del pueblo. Aunque hoy por hoy se desconoce con exactitud en qué año abrió sus puertas, su origen hay que ubicarlo a mediados del siglo XIX. Lo fundaron dos hermanos, Joan y Bernat, y la esposa del primero, Francisca. Primero ejerció como almacén de almendras, algarrobas y otros productos del campo, que se adquirían a los payeses de los alrededores para su exportación. También se acumulaba carbón vegetal elaborado en sitges en los bosques y se servían comidas y bebidas a los viandantes, pues las opciones escaseaban en los alrededores.

      Con el paso del tiempo, el negocio de compra-venta de productos agrícolas fue menguando y Can Bernat Vinya evolucionó a café. Los nietos de Joan y Francisca, los hermanos Joan y Bernat Guasch, se ocuparon durante décadas del bar antes de arrendarlo. Joan falleció hace algunos años, pero Bernat continúa siendo el actual propietario. Lo mantenían abierto todo el día y parte de la noche los 365 días del año, convirtiéndolo en auténtico epicentro de la vida social de Sant Josep de sa Talaia.

      Hoy, en parte, lo sigue siendo, aunque la competencia se ha multiplicado y el público repartido. No obstante, para cualquier josepí de nuestra generación, el Bernat Vinya sigue constituyendo un santuario de nuestra infancia, el lugar al que acudir cuando el ánimo pide resistencia, como decía el poeta.

      La terraza ajardinada del Bar Bernat Vinya es uno de los espacios privilegiados de Sant Josep. Situada frente a la iglesia, ocupa el solar del antiguo cementerio, trasladado a mediados del siglo XX junto al camino de Benimussa. Las mesas a la sombra de los pinos y los bancos de piedra siguen acogiendo, tantos años después, idéntica mezcolanza de vecinos, turistas y personajes pintorescos, de esos que no se sabe si van o vienen».

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    3. He modificado el enlace a Bernat Moreno, el autor de la ilustración que tuneé y del texto adjunto a ella. ¡Gracias! Las de su web son unas hermosas imágenes de Ibiza, dibujos, acuarelas, ilustraciones diversas, entre ella la del bar Bernat Vinya.

      Hago este comentario casi ocho años después de la fecha de la entrada.

      Poco ha cambiado aquello desde 2016, aunque la que lo llevaba desde que lo dejó Pepe (que se jubiló) —Toñi— nos comunica que lo deja, porque según ella da mucho trabajo y poco rendimiento, puesto que la ahogan a impuestos. Una pena.

      Parece ser que ahora lo llevará Angelita, del bar que hay (o había, aquello se ha turistizado mucho) debajo de la iglesia de Sant Llorenç de Balàfia. Veremos lo que cambia Can Bernat Vinya, tras setenta años de historia. Ojalá que nada ni siquiera el nombre, por supuesto; un histórico.
      [La foto en ByN que publico es de los años cincuenta; en ella está a la derecha mi suegro, el doctor Rebollo, y los dueños del Bar, Joan y Bernardo Guasch].
      Saludos.

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